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Lo que mueve la voz de un banco central
Ayer por la mañana los mercados dieron una muestra de cómo primero reaccionan y después averiguan.
Tuvieron uno de esos episodios especulativos que avanzaba conforme Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), daba señales sobre el futuro de la política monetaria de su país.
Estos son momentos de mucho nerviosismo en el mundo porque evidentemente la reacción militar de Israel en contra del grupo terrorista Hamás puede extender el fuego a niveles inimaginables y con implicaciones bélicas globales.
Es muy importante que lo antes posible en México, la Secretaría de Hacienda, el Banco de México y ahora el Senado con el proceso de aprobación de la Ley de Ingresos, entiendan que la prudencia fiscal y monetaria serían la mejor decisión que pueden tomar.
Claro, están dominados, al menos Hacienda y el Senado, por una visión muy pequeñita, unipersonal, de gastar todo lo que hay y también lo que no se tiene, para ganar las elecciones del próximo año.
En fin, el tema es que ayer los mercados dieron esa muestra de cómo las prisas pueden llevar a decisiones precipitadas. Los titulares de las agencias informativas que surten a los tomadores de decisiones de los mercados decían antes del mediodía que Jerome Powell anticipaba que la economía necesitaba de más aumentos en la tasa de interés.
En su discurso en el Club Económico de Nueva York, el titular de la Fed parecía dar a entender que estaban listos para disparar un nuevo aumento a la tasa de referencia. Ahí, los indicadores bursátiles bajaban. El peso pasaba en minutos de 18.18 a 18.33.
Más adelante, Powell decía que, bueno, lo mejor era esperar a que la política monetaria hiciera su efecto y que el Comité de Mercado Abierto procedería con prudencia en sus siguientes decisiones. Ahí, el peso regresaba en minutos a 18.17.
Esa dinámica de los mercados, nerviosa y anticipatoria, hoy está exacerbada por la incertidumbre global. Pero si algo vale la pena es que las autoridades muestren que harán todo lo que esté a su alcance para mantener los equilibrios.
En México, ya lo decíamos, sería indispensable una prudencia fiscal que hoy no deja ver la Ley de Ingresos que aprobó la Cámara de Diputados. Además de la burda venganza de López Obrador en contra del Poder Judicial, ese paquete contempla un endeudamiento para el país que es imprudente y peligroso para la estabilidad macroeconómica de México.
Y, al mismo tiempo, hace falta que el Banco de México, además de sus predecibles comunicados que copian y pegan frases tras cada reunión, tenga un papel más activo en los mercados.
No se trata de aspirar a que Banxico mueva los mercados con cada suspiro, como lo hace Powell, pero al menos a que tenga una voz que se escuche. Que se sacuda esa sensación de espanto y hasta sumisión, y recobre el protagonismo que solía tener.
Que desde Banxico se escuchen las voces no anónimas que adviertan los peligros del Paquete Económico del 2024, que amenacen con más aumentos en la tasa de interés, que hagan sentir que su preocupación es México y no que se noten temerosos de que se enoje el Presidente con ellos.