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Opinión

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Los adaptógenos: un puente insospechado entre la tradición y las neurociencias

En mi columna anterior, abordamos diversas alternativas para enfrentar el cambio climático y adaptarnos a las cambiantes condiciones que vivimos en nuestro país, las cuales tienden a afectar nuestra salud mental. Muchas de las recomendaciones que mencioné en mi columna son el fruto de años de experiencia como médico psiquiatra, durante los cuales he tenido la oportunidad de ayudar a un sinnúmero de personas cuyos padecimientos encuentran una clasificación en tipo y gravedad de acuerdo con los resultados de estudios diagnósticos, y un consecuente tratamiento en línea con las Guías de Práctica Clínica.

También, a lo largo de mis más de 25 años en el campo de la psiquiatría, he encontrado que cada paciente, como individuo, tiene una historia, un origen y un contexto — un reto profesional que va más allá de tratar la enfermedad. Por ello, muchos de quienes nos dedicamos a comprender y atender la salud mental, nos hemos dedicado a encontrar y explorar alternativas de tratamiento que ayuden a nuestros pacientes a mejorar su estado de ánimo, conducta o hábitos. Y en esa búsqueda, se han encontrado opciones viables en la base del desarrollo de la vida, es decir, regresar al origen de algunos de los medicamentos que conocemos hoy en día: la medicina tradicional.

Los adaptógenos, opciones específicas que mencioné como alternativas para hacer frente al cambio climático, son reconocidos mundialmente como un conjunto de plantas, hongos, raíces y hierbas comestibles y medicinales. Se ha comprobado científicamente que contienen sustancias químicas que actúan de manera específica no solo en el Sistema Nervioso Central sino en otros órganos y sistemas, ayudando a la adaptación celular frente al estrés y sin causar disturbios o efectos secundarios mayores. Los adaptógenos han sido utilizados por diferentes culturas – y recientemente se ha registrado también su uso en algunos individuos dentro de comunidades de simios – para promover la salud y el bienestar, ya que muchos de estos compuestos naturales ayudan al cuerpo a adaptarse al estrés y restaurar el equilibrio. El término "adaptógeno" fue acuñado en la década de 1940 por el científico ruso Nikolai Lazarev, quien buscaba describir sustancias que aumentaran la resistencia del cuerpo al estrés. Desde entonces, la investigación ha avanzado significativamente, confirmando muchos de los beneficios que las culturas antiguas ya conocían.

Si bien, las primeras referencias al uso de adaptógenos se remontan a miles de años atrás en las culturas chinas o indias, es muy probable que algunos de ustedes conozcan y/o hayan utilizado algunas hierbas o compuestos naturales como el ginseng, la ashwagandha y el eleuterococo. Estas plantas, veneradas hace milenios por sus propiedades para aumentar la resistencia física y mental, mejorar la energía y fortalecer el sistema inmunológico, forman parte de nuestro bagaje cultural y terapéutico. Otros ejemplos notables incluyen la rhodiola rosea, conocida por mejorar el rendimiento mental y reducir la fatiga, y los hongos adaptógenos como reishi, melena de león y cordyceps, este último recientemente famoso por su errónea representación en la serie “The Last of Us” de HBO. Valeriana, maca y regaliz son otros adaptógenos comunes y populares entre la población.

El creciente interés en las terapias alternativas ha llevado a muchas personas a consumir estos suplementos sin una guía adecuada – impulsado por su venta sin receta y como “suplementos”, por lo que es vital recordar que, aunque los adaptógenos pueden ser una herramienta valiosa en la gestión del estrés y la salud mental, deben ser utilizados bajo la supervisión de un profesional de la salud para evitar posibles interacciones farmacológicas y efectos adversos.

Como cualquier compuesto en la medicina tradicional y moderna, la responsabilidad del paciente es conocer más sobre los adaptógenos, entender los potenciales efectos y las dosis correctas para atender las causas de su problema. Si usas o planeas consumir adaptógenos, te comparto estas referencias y recomendaciones:

  • La eficacia de los adaptógenos está probada y sigue en constante investigación. Un estudio publicado en el Journal of Clinical Psychiatry encontró que la suplementación con ashwagandha durante 60 días resultó en una reducción significativa de los niveles de cortisol y de los síntomas de ansiedad en comparación con el placebo. Otro estudio en Phytomedicine demostró que la Rhodiola rosea mejora el rendimiento mental y alivia la fatiga en individuos sanos sometidos a estrés. Los invito a investigar más sobre el adaptógeno que planeen consumir, y siempre consulten con su médico.
  • De acuerdo a Cleveland Clinic, algunos estudios indican que los adaptógenos funcionan mejor cuando se usan por un período corto, generalmente menos de seis meses. Esto se debe a que el uso prolongado de adaptógenos puede hacer que el cuerpo desarrolle tolerancia a sus efectos, lo que hace que sean menos impactantes con el tiempo. Procuren tener un plan concreto para su uso, identificando las causas para su consumo y los resultados esperados.
  • Es importante recordar que los adaptógenos son sustancias naturales, pero no por ello exentas de interacciones con medicamentos. La consulta con un médico es fundamental para evaluar los riesgos y beneficios potenciales del uso de adaptógenos, especialmente en personas que toman medicamentos para tratar condiciones crónicas como la hipertensión, insuficiencia renal, la diabetes o la depresión. Una comunicación abierta y honesta con su médico les permitirá tomar decisiones informadas sobre el uso de adaptógenos y garantizar la seguridad y la eficacia del tratamiento general.

Los adaptógenos son la mejor representación de nuestra conexión con un pasado milenario, donde las culturas ancestrales descubrieron los poderosos efectos de las plantas medicinales, que hoy utilizamos y reconocemos en forma de estos suplementos alimenticos o medicamentos herbolarios. Su capacidad para mejorar la resistencia al estrés y promover la salud mental los convierte en un complemento valioso para muchas personas. Además, hoy en día, son considerados una pieza fundamental del arsenal de tratamiento dentro de la Psiquiatría Integrativa, permitiendo un enfoque más holístico y personalizado en la atención de diversas afecciones mentales. Reconectemos con nuestro pasado y con nuestro origen natural, con responsabilidad y guía profesional, y utilicemos esos recursos milenarios para adaptarnos a los grandes retos futuros de nuestro mundo.

¡Hasta la próxima!

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Carmen Amezcua es consultora, conferencista y experta en psiquiatría integrativa. Tiene mas de 17 años de experiencia, dentro de la industria farmacéutica y de la salud.

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