Los bancos y la competencia

Al principio del sexenio pasado se anunció una reforma al sistema financiero, como parte de las llamadas reformas estructurales. Fue la que menos entusiasmo levantó, por cierto. En realidad se elevaron a rango de ley una serie de regulaciones secundarias que por varios años habían emitido las autoridades financieras. Se suponía que serían los bancos de nicho los que introducirían competencia al sistema, aunque eso en realidad no sucedió. Se suponía que sería la Comisión de Competencia la que se encargaría de detectar y resolver los problemas de competencia de un sistema financiero legendario por su grado de concentración. Eso prácticamente no ha sucedido, aunque ahora, 10 años después, se presenta una gran oportunidad.

La autoridad investigadora de dicha Comisión emitió un dictamen preliminar de la investigación que realizó sobre las condiciones de competencia en la red de pagos con tarjetas. La conclusión es que no existen condiciones de competencia. La razón principal es que los grandes bancos son copropietarios de las dos cámaras de compensación que operan en la red: Prosa y E-Global. En la primera Santander, Banorte, Scotiabank y HSBC poseen el 90%, en la segunda, un porcentaje similar pertenece a Banamex y BBVA. Esa propiedad dificulta la entrada de nuevos jugadores, inhibe la innovación y la inversión en la red de pagos, por lo que se incrementan los costos de todos los proveedores de servicios financieros que sirven a los comercios. La ausencia de competencia resulta en cuotas elevadas que inhiben la bancarización de los comercios que podrían aceptar pagos con tarjeta, lo que actúa en contra de la inclusión financiera.

Para remediar la falta de competencia, el dictamen preliminar propone que los bancos vendan el 51% de Prosa y de E-Global, para que otros actores controlen las cámaras. Además, el dictamen instruye a que Banxico y la CNBV emitan regulación para que las transacciones con una o más redes de pago con tarjeta respondan a las elecciones de los consumidores, con redes Inter-operables. El punto es que, en parte, los servicios financieros son ineficientes porque en realidad no existen suficientes opciones de mecanismos de pago digital, debido a la falta de competencia. La investigación no había sido resuelta por el pleno de la Cofece debido a la falta de nombramientos, por lo que no existía el quórum necesario, pero ahora es posible ya votar la resolución y establecer condiciones para la competencia en el sistema de pagos con tarjeta del país.

La desintegración vertical de adquirentes y redes de pagos, puede ser el primer paso para incrementar la competencia de manera radical. Eso, por ejemplo, sucedió en Brasil, un país con mayor inclusión financiera que el nuestro. Otros jugadores pudieron tener acceso a participar en el sector de pagos, lo que permitió concretar proyectos innovadores a gran escala. A raíz de un diagnóstico de la autoridad de competencia, como el que se propone ahora en México, se impulsó, con el apoyo del regulador bancario y el banco central, una agenda regulatoria pro-competencia que cambió el sistema financiero brasileño.

Eso debe servir de punto de referencia para las autoridades mexicanas y generar una transformación regulatoria de las finanzas digitales que incluya todas las figuras. Esta agenda debe fomentar la competencia con políticas que faciliten la apertura remota de cuentas, la atención digital a clientes, y operación de plataformas digitales que puedan ofrecer distintos tipos de servicios, no solamente financieros. Eso permitiría que México forme parte del ecosistema global de finanzas digitales en expansión. Para eso la resolución de la Comisión de Competencia sobre el sistema de pagos será fundamental, y deberá marcar el inicio de una profunda transformación del sector financiero mexicano.

Twitter: @vidallerenas