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Opinión

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Los fabulosos veintes

El título de este artículo no se refiere a la tercera década del siglo XX, también conocida como los “roaring 20’s” en Estados Unidos y que coloquialmente inicia en 1919 después de la terminación de la Primera Guerra Mundial (con la firma del armisticio en noviembre de 1918) y que finaliza con el crack bursátil de octubre de 1929, mismo que, por una política monetaria procíclica y notoriamente equivocada junto con una política comercial proteccionista que destruyó el comercio internacional, detonaría la Gran Depresión Mundial de la década de los treintas.

El título se refiere a las tasas impositivas de 20% aplicable a tres gravámenes: el ISR para personas morales, el ISR para personas físicas y el impuesto global al consumo. El objetivo es alinear los incentivos que se desprenden del diseño tributario con el objetivo de promover el trabajo, el ahorro financiero, la inversión y, por consecuencia, una mayor tasa de crecimiento económico.

ISR para personas morales

Aunque no es el único elemento que determina las decisiones de inversión de las empresas, la tasa tributaria a la que se enfrentan sobre las utilidades generadas sí es uno de ellos, sobre todo cuando el país está operando en un mundo globalizado. Al respecto, México no es fiscalmente competitivo.

Mientras que la tasa promedio sobre utilidades en Estados Unidos es de 21% y en Canadá es de 15% (el promedio para los países de la OCDE es de 22%), en México es de 30%. A esta tasa hay que agregar otros dos gravámenes. Uno, es el impuesto de 10% sobre los dividendos repartidos y que es acumulable al ingreso gravable de los accionistas lo cual lleva su tasa efectiva al 42%. El segundo es el 10% de participación de los trabajadores en las utilidades de la empresa (PTU), mismo que en realidad es un gravamen adicional sobre las ganancias, lo que reduce el ingreso neto de los propietarios de la empresa.

La propuesta es fijar la tasa del ISR empresarial en 20% (eliminando la sobretasa de 10% sobre dividendos) con un esquema de depreciación acelerada de la inversión y el establecimiento de un impuesto de control acreditable contra el ISR como el impuesto al activo de las empresas o el Impuesto Empresarial a Tasa Única. Ello promovería la inversión y, por lo mismo, el crecimiento económico.

ISR para personas físicas

El esquema actual es una tasa marginal creciente (la máxima es de 35%), idea planteada por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista como una forma de destruir el capitalismo. Se utiliza este esquema, según algunos, como un instrumento de “justicia social redistributivo”: el que más gane, que más pague (equidad vertical). El problema con esta tasa marginal creciente es que, en el margen, castiga el trabajo y el ahorro y va en contra del objetivo de lograr mayores tasas de crecimiento económico.

La propuesta es establecer un impuesto proporcional al ingreso personal (flat tax) bajo el siguiente esquema: todos los individuos, independientemente de su nivel de ingreso pagarían la tasa de 20%. La base gravable del impuesto se calcularía como la suma de todos los ingresos que obtenga la persona (incluyendo intereses y ganancias netas de capital y cambiarias) menos una deducción única e igual para todos los individuos (la cual podría ser igual a un determinado número de veces la línea de pobreza por ingresos). Se requiere, además, que todos los ingresos personales pasen por el sistema financiero. Adicionalmente, se establecería un ISR negativo con transferencias directas al ingreso para quienes estén trabajando y tengan un ingreso neto que esté por debajo de la línea de pobreza.

Este esquema es neutral sobre los incentivos al trabajo y al ahorro además de que mantiene los principios de proporcionalidad y equidad vertical dado que la tasa efectiva del impuesto, por la deducción única, es creciente.

Impuesto global al consumo

Este impuesto, también con una tasa de 20%, se aplicaría para todos los individuos y la base gravable sería la diferencia entre el ingreso total del individuo y el flujo de ahorro financiero. La bondad de este impuesto, que requiere como el del ISR para personas físicas que todo el ingreso pase por el sistema financiero, es que es neutral sobre cómo esté distribuido el ingreso nacional entre la población además de que genera un incentivo al ahorro, principalmente el de mediano y largo plazo. La alternativa a este impuesto, un segundo mejor, es un IVA homogéneo sin excepciones de 20%.

Adoptar plenamente este diseño tributario, además de evitar la elusión y la evasión fiscal, no castigaría como lo hace el actual el trabajo, el ahorro, la inversión y, en consecuencia, el crecimiento económico; por el contrario, los incentivaría.

Twitter: @econoclasta

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Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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