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Opinión

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Los gringos

El desprecio y la admiración hacia nuestros vecinos del norte ha sido una constante en la definición de la identidad nacional mexicana. Los enemigos y socios en forma simultánea, formamos parte de una geografía política que nos coloca como parte de una unidad que seguirá ahí indefinidamente y para la cual hay que responder inteligentemente.

La riqueza de los norteamericanos, la presencia de millones de mexicanos que en forma legal e ilegal forman parte de esa unidad, y los problemas derivados de un desequilibrio socioeconómico brutal entre ambas partes, conforman la difícil relación entre dos culturas distintas, pero necesariamente complementarias.

Más allá de una vinculación económica que cada vez integra más a ambas naciones, el deterioro de la relación ha ido en aumento desde que la xenofobia de Trump y el populismo lopezobradorista alejaron a ambos gobiernos de una relación capaz de complementarse y asumir en conjunto sus problemas comunes. Seguridad y migración, convertidas hoy en en el centro del debate electoral en Washington nos vuelven hoy vecinos distantes como hace mucho no lo éramos.

Y si con Trump el aislacionismo de éste le permitió a López Obrador olvidarse de la importancia de esta relación, con Biden la confrontación no ha llegado a mayores porque los intereses comunes lo impiden. Sin embargo, tanto en el tema de seguridad como en el de migración la ruptura es manifiesta. La ausencia de una estrategia efectiva para enfrentar al crimen organizado por parte de AMLO ha aumentado significativamente la presión sobre los políticos republicanos y demócratas, quienes consideran a México como un socio no confiable.

A la crisis del fentanilo hay que añadirle el aumento significativo de las corrientes de migrantes centroamericanos y también de más de medio millón de mexicanos huyendo del terror y la pobreza, y que están dispuestos a todo con tal de llegar a la tierra prometida. Es cierto que es un problema común a todos: norteamericanos, centroamericanos y por supuesto nuestros propios connacionales en una situación límite que les impide a los dos últimos encontrar una vida digna en su propio territorio.

Y si los gringos son quienes más se drogan y trafican con armas, con lo que aumentan el negocio de los criminales mexicanos, los gobiernos latinoamericanos, incluyendo al nuestro, también son culpables por omisión y más que nada por incumplir con su obligación de brindarle seguridad y una vida digna a la mayoría de los ciudadanos de sus respectivos países.

Odiar a los gringos por su éxito y capacidad productiva, pero al mismo tiempo pretender que la solución a nuestros problemas provenga únicamente del norte, es una falsa ilusión que sólo daña la posibilidad de salir de este desencuentro dañino para todos.

Ezra Shabot Askenazi es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México. Analista político y catedrático universitario con 22 años de trayectoria en la UNAM. Como académico ha sido jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Jefe de Planeación Académica en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán.

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