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Los principales desafíos de Kamala Harris
Finalmente, Joe Biden hizo un gran servicio a su país e incluso a su legado como jefe de Estado y se retiró de la contienda electoral. Ha sido una decisión sin duda amarga, ciertamente valerosa y consecuente, pero también algo tardía. El presidente pudo haberse hecho a un lado antes de las elecciones primarias y, con ello, propiciar una interesante competencia entre algunos de los pesos pesados del Partido Demócrata, pero no lo hizo. Ahora es inminente la candidatura de la vicepresidenta Kamala Harris. Jugará a favor de ella el apoyo público brindado por el propio Biden y por casi todas las luminarias del partido. Cuenta desde ya con todo el apoyo del establishment demócrata, el cual implica un amplio acceso a estrategas, operativos y recaudadores de fondos. La gran pregunta ahora consiste en si podrá derrotar a un envanecido (aún más, si cabe) Donald Trump. Harris ha tenido varios traspiés e inconvenientes en su carrera política y por ello muchos la ven como una contendiente relativamente débil.
La vicepresidenta saltó a la fama gracias a su sobresaliente desempeño como fiscal general del estado de California. Esa labor la catapultó al Senado de Estados Unidos. En la Cámara Alta destacó dentro de los comités donde participó con una serie de célebres interrogatorios a altos funcionarios de la administración Trump (como el polémico juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh) y eso la convirtió en una estrella del Partido Demócrata. Pero pronto empezarían los aprietos. En 2019 se presentó como aspirante a la candidatura demócrata a la presidencia. La intentona terminó rápidamente en un fiasco de forma y fondo. Aun así, Biden la eligió compañera de fórmula, pero sus primeros años en el cargo de vicepresidenta no mejoraron su reputación. Su jefe le encargó asumir una responsabilidad directa en algunos aspectos de la política de inmigración. Kamala no obtuvo en ello ningún éxito palpable. También fueron muy criticadas en los medios las constantes crisis surgidas al interior de su equipo de trabajo. Los índices de aprobación de la vicepresidenta cayeron de forma vertiginosa y se han mantenido bajos desde entonces.
Pero la vicepresidenta no carece de fortalezas y nadie duda de su capacidad de reinventarse. En los últimos meses ha mejorado mucho su imagen entre los votantes afroamericanos, las mujeres y los jóvenes, tres colectivos claves para los demócratas. También es notable su presencia en redes sociales.
A diferencia de Biden, es una activista enérgica con una sólida capacidad como polemista, la cual deberá explotar al máximo en campaña para defender los logros de la administración saliente: la recuperación económica, la reducción del desempleo, el impulso a las energías verdes, etc. También deberá afrontar las partes impopulares y los fracasos, como lo fue la alta inflación, cuyo punto más álgido se alcanzó en 2022. El historial de la administración en materia de inmigración será un problema aún mayor.
Los republicanos culpan a la vicepresidenta de todos los problemas, reales e imaginarios, asociados con la crisis fronteriza. Asimismo, los prejuicios contra las mujeres y los afroamericanos siguen presentes en Estados Unidos y la candidatura de Harris estará sujeta a ambos. Las encuestas la muestran con una imagen pobre ente los blancos, sobre todo los mayores de 60 años y los desprovistos de educación superior. Muchos de estos votantes son de clase trabajadora y están insatisfechos con la dirección del país. La mayoría son poco liberales en temas sociales y les atrae los mensajes populistas y patrióticos de Trump.
Los principales desafíos de Harris serán superar su imagen elitista de universitaria de la costa Oeste y también evitar la tentación de presentar la elección como una competencia entre una exfiscal frente un delincuente convicto. Una estrategia implementada casi en su totalidad en torno a los turbios antecedentes y en la atrabiliaria personalidad de Trump estaría condenada al fracaso. Si quiere tener éxito, a la campaña presidencial demócrata le corresponderá centrar su propuesta en plantear soluciones asequibles y responsables dedicadas a enfrentar los problemas reales y las preocupaciones de la gente.