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Los problemas básicos de la planeación financiera personal, particularmente de los jóvenes
“No se puede escapar de la responsabilidad del mañana eludiéndola hoy".
Abraham Lincoln
En esta época del año encontramos múltiples recomendaciones sobre finanzas personales, que, con distinto grado de profundidad, pretenden aconsejar sobre cómo lograr la construcción de un patrimonio personal en el mediano y largo plazo.
Abundan los consejos sobre los mecanismos de generación de ingreso pasivo, que se brincan una enorme condición previa indispensable para poder acceder a estos modelos de generación de valor: la capacidad de generación de un patrimonio previo, que permita la adquisición o inversión en bienes generen dichos ingresos pasivos.
En ciertas ciudades, por ejemplo, la percepción de la creación de riqueza pasiva a través de la adquisición de pequeñas propiedades para renta de corto plazo, se volvió casi un mantra. Pero hoy éste enfrenta múltiples obstáculos (además del requerimiento de capital inicial) por desequilibrios ya en el nivel de oferta, por el incremento generalizado de las tasas de interés o, en otros casos, por restricciones normativas locales a la operación de estas propiedades a través de plataformas digitales.
En grupos amplios de las generaciones más jóvenes se enfrentan condiciones que simultáneamente a nivel conductual se alimentan de factores que limitan una mínima capacidad de planeación financiera y que a su vez enfrentan condiciones de entorno desfavorables para ello. En países como México, los jóvenes se enfrentan a condiciones de deterioro en el mercado laboral que hacen que su nivel de ingreso sea, comparativamente al de generaciones previas, bajo en términos de su capacidad de consumo; particularmente frente a ciertos satisfactores como las rentas de vivienda.
Simultáneamente, cambios en los patrones de consumo llevan a una mayor proclividad hacia gastos excesivos que antes o para generaciones previas no se percibían como relevantes. Así por ejemplo, el crecimiento de las rentas se ve además acentuado en ciertas zonas de las ciudades que se vuelven socialmente deseables para ciertos grupos de jóvenes, con presiones adicionales por fenómenos de gentrificación, mismo que se piensa es nuevo pero que está documentados desde los años 70 (por ejemplo en “La cuestión urbana” de Manuel Castells). Estos fenómenos amplían la presión sobre las rentas acentuando la brecha dadas las condiciones de las remuneraciones salariales.
Simultáneamente es frecuente una percepción de que la salida financiera se dará a través de nuevos mecanismos de creación de ingreso (como plataformas digitales o emprendimientos también digitales), que, aunque pueden ser oportunidades de generación de valor, en términos probabilísticos no son una salida real para la mayoría de los jóvenes.
Otros elementos conductuales en los jóvenes exacerban los defectos que ya de por sí estaban presentes en generaciones previas, respecto de la forma en la que administran sus recursos y particularmente sus deudas. Esta generación, tal vez incluso más que generaciones previas, tiende a evadir su realidad financiera. Con variaciones entre países, porcentajes importantes de jóvenes no verifican, planean o se someten un presupuesto mínimo, no verifican sus cargos en tarjetas de crédito y toman decisiones de corto plazo sobre la marcha para enfrentar las obligaciones de deuda. El surgimiento de plataformas de crédito digital, que posibilitaron un acceso muy amplio y en ocasiones indiscriminado al crédito por parte de jóvenes, acentuó el problema.
De esta manera, grandes grupos de jóvenes, a muy temprana edad, han dañado irremediablemente su historial crediticio, lo que tendrá consecuencias graves para su futuro financiero.
También a nivel conductual, se trata de una generación que presenta una profunda decepción sobre lo que percibe que son sus limitadas oportunidades futuras, en temas como la adquisición de una vivienda, la constitución de un patrimonio o la posibilidad de un retiro. Piensan que su generación enfrenta retos mucho más graves que los que enfrentaron generaciones previas (como piensan siempre cada generación) pero al mismo tiempo tiende a sobre compensar ese desencanto con otras conductas de gasto excesivo, por ejemplo, en viajes y en alimentación de esparcimiento, gastos vinculados a patrones de moda.
Finalmente, parecería también que hay una parte de responsabilidad en los padres de esta generación, que no fueron suficientemente puntuales en transmitir a sus hijos los mínimos estándares de responsabilidad de planeación financiera.
Por supuesto, las condiciones del empleo y de inequidad son elementos estructurales graves, pero pensar ese “determinismo estructural” frena el establecimiento de mecanismos de responsabilidad financiera personal, con un enorme impacto sobre el bienestar financiero futuro.