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Opinión

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Los servicios de salud privados y el Covid-19

Nuevamente INEGI, incansable, ofrece datos sobre el Sistema de Salud de México. El 23 de agosto puso al alcance del público los resultados de las estadísticas que provienen de los establecimientos particulares en 2020. Dado que el sector privado en México no es asunto menor, y menos en momentos de contingencia, contar con estadísticas actualizadas permite entender la denominada “Respuesta Social Organizada” a las necesidades de salud de la población. Atinadamente el 13 de abril de 2020 el gobierno federal firmó un convenio con los hospitales privados para reforzar capacidades en epidemia de Covid-19. Cerca de 3 mil 200 camas de los hospitales privados del país se destinarán a la atención de derechohabientes del IMSS, ISSSTE, Pemex, Marina y Defensa Nacional, así como población abierta del Instituto de Salud para el Bienestar, mientras que toda la infraestructura del sector público se utilizará al tratamiento de personas con Covid-19. 

Más allá de las desavenencias por la falta de pago de algunos de los involucrados que sería bueno resolver, o de la no inclusión de todo el sector privado en este acuerdo; los resultados que nos ofrece INEGI permiten conocer la participación del sector privado en la pandemia durante 2020 desde su propia perspectiva. Cabe aclarar que los datos los obtiene el INEGI mediante un formato electrónico aplicado semestralmente a las unidades privadas que cuentan con conectividad y equipo de cómputo. Este sesgo de selección se añade al sesgo generado por la captación de datos consolidados y no registros individuales. El reporte de 2020 proviene de 2,862 establecimientos distribuidos en 561 municipios del país. Si algo caracteriza la presencia de este sector es su concentración. 25 municipios y alcaldías agrupan 30% de los establecimientos, siendo estos municipios, los de más baja marginación en el país. 

En comparación con el año anterior, el sector privado que se representa en estas estadísticas, disminuyó su productividad en consulta externa y hospitalización, así como en laboratorio y gabinete. En el cuadro se presenta el efecto de la disrupción ocasionada, directa e indirectamente, por la pandemia de Covid-19. En él se observa los servicios reportados en las estadísticas del sector privado en miles. Con excepción de las cesáreas y los partos que aumentaron de 2019 a 2020, el resto de los servicios seleccionados disminuyeron en menor o mayor proporción. Las consultas de planificación familiar disminuyeron. Las cirugías e internamientos en servicios de pediatría también. Algunos tratamientos seleccionados caen dramáticamente como la diálisis peritoneal o los tratamientos de rehabilitación. 

Aunque no corresponde a un servicio proporcionado, incluí en el último renglón de la tabla el dramático incremento de las defunciones registradas en las instalaciones del sector privado. Mientras que en 2019 se reportaron 17,860 en 2020 ascendió la cifra a 27,447 lo que significa un exceso de defunciones de 53.7 por ciento. Si estas cifras se comparan con lo reportado por el INEGI, pero usando los certificados de defunción en 2019 fueron 34,174 y las cifras preliminares de 2020 dicen que sucedieron 48,263 en unidades médicas privadas, lo cual representa un exceso de defunciones de 42.3 por ciento. Esta inconsistencia en el reporte es constante a lo largo del tiempo y desde 2004 los certificados de defunción registran 1.7 veces más defunciones que el consolidado semestral al que estamos haciendo mención.

La estadística publicada también incorpora las principales causas de muerte y las causas de internamiento en 2020 en las unidades médicas privadas. La primera causa de muerte hospitalaria fue COVID19 con 5,401 decesos, seguida de Neumonía, Infarto al miocardio y Diabetes Mellitus; registrándose en todos los casos un exceso de muertes en comparación con el año anterior. Sin embargo, lo que no concuerda es el número de defunciones por Covid-19 reportadas en otras fuentes. Por ejemplo, la autoridad sanitaria a través de su sistema de vigilancia epidemiológica SISVER reporta que para 2020 se registraron 2,418 defunciones de casos positivos en hospitales y 347 en pacientes ambulatorios pertenecientes al sector privado. La diferencia es aún más grande cuando se verifica la cifra de defunciones por Covid-19 reportadas por INEGI para 2020 de manera preliminar. En ellas se registran 7,468 defunciones en unidades médicas privadas. Definitivamente son estas últimas las más acertadas, pero al ser preliminares, no se pueden ofrecer conclusiones definitivas.

Servicios proporcionados en los servicios de salud privados en 2019 y 2020

La primera causa de egreso hospitalario en los hospitales privados, sin contar las defunciones, en hombres fue Covid-19 (30,521) y en las mujeres es muy difícil competir con los partos y cesáreas, pero queda dentro de las primeras 10 causas de hospitalización con 21,217. Covid-19 se ubica entre las cinco primeras por su letalidad (10.2%) y por los días promedio de estancia hospitalaria (8.3). 

Con base a lo anterior queda claro que el sector privado juega un papel importante en la contingencia, pero no cuál es su contribución al fortalecimiento de la resiliencia del sistema de salud en México. En 20 meses la pandemia ha generado una enorme presión en todos los países del mundo y ha puesto a prueba la resiliencia de los gobiernos, de los sistemas de salud, de todas las instituciones nacionales e internacionales y de todas las personas de cada país. Por definición la resiliencia del sistema de salud consiste en la capacidad que estos tienen de prepararse, gestionar (absorber, adaptarse y transformar) y aprender de las crisis. No por haber vivido una crisis previa se puede considerar que ese sistema esté preparado, ni menos pensar que ante la ausencia de un plan que involucre a todos los actores se tendrán una respuesta organizada. 

A la experiencia del sector púbico hay que sumar la del sector privado y la resiliencia de la comunidad. Esta última es la que dictará la pauta a seguir en las siguientes crisis sanitarias. Las dudas que nos quedan son muchas, pero lo importante es diseñar y operar sistemas de medición e información que permitan entender el rendimiento dinámico del sistema de salud y la gestión de las múltiples crisis que ha enfrentado; comprender los vínculos entre la resiliencia social y la resiliencia del sistema de salud; analizar el efecto de la gobernanza sobre la capacidad de resiliencia y sobre entender la influencia del sector privado en la resiliencia del sistema de salud. Una agenda completa de investigación y desarrollo.

*El autor es profesor de la Universidad de Washington.

Twitter: @DrRafaelLozano

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