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Opinión

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Los votantes mexicanos eligieron el populismo sobre la democracia

La aplastante victoria de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales plantea importantes preocupaciones sobre el futuro de la joven democracia de México. Si impulsa las reformas electorales y judiciales del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, eliminará efectivamente los controles y contrapesos que quedan en México.

CIUDAD DE MÉXICO. Las elecciones de México arrojaron numerosas sorpresas pero pocas certezas. Claudia Sheinbaum, protegida del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO), ganó de manera aplastante, derrotando a su oponente más cercano por más de 30 puntos porcentuales y convirtiéndose en la primera mujer presidenta electa del país. Su partido, Morena, ganó siete de las nueve gobernaciones estatales disputadas, así como la elección de alcalde de la Ciudad de México. Aún más significativo es que el partido casi logró una supermayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso.

Si bien el resultado de las elecciones refleja la popularidad de AMLO y algunas de sus políticas económicas, también plantea importantes preocupaciones sobre el futuro de la joven y frágil democracia de México.

La contundente victoria de Sheinbaum puede atribuirse en parte al aumento del ingreso disponible entre la mayor parte de la población trabajadora de México, tanto en el sector formal como en el informal. En los últimos cinco años, el salario mínimo real se ha duplicado, mientras que el salario promedio en la economía formal ha aumentado aproximadamente un 10% en términos reales.

Los programas de bienestar social dirigidos a personas mayores, personas discapacitadas, comunidades indígenas, estudiantes de secundaria, jóvenes desempleados y agricultores en el sureste de México también han desempeñado un papel crucial en el aumento de los ingresos disponibles. AMLO promocionó fuertemente estas donaciones, que se espera beneficien a 28 millones de mexicanos este año, y con frecuencia enfatizó que él personalmente supervisó su entrega.

Sin duda, los servicios públicos esenciales como la atención médica, la educación, la aplicación de la ley y la vivienda se deterioraron durante el mandato de AMLO, pero los votantes parecieron indiferentes. Estos servicios siempre habían sido inadecuados, y el espíritu tradicional de individualismo y escepticismo de México llevó a sus supuestos beneficiarios a creer que las donaciones en efectivo eran más valiosas que las promesas perpetuamente incumplidas de los políticos de mejorar la atención médica y las escuelas.

La historia económica de México puede ayudar a explicar cómo AMLO logró hacer esto sin provocar aumentos de precios, provocar quiebras generalizadas o incurrir en enormes déficits presupuestarios. Desde mediados de la década de 1980, los gobiernos mexicanos han dependido de los bajos salarios como su principal herramienta antiinflacionaria. Si bien esta estrategia ha sido eficaz para controlar la inflación, también ha mantenido los ingresos en niveles abismalmente bajos. En consecuencia, incluso mejoras menores, como un estipendio mensual promedio de 80 dólares para las personas mayores, podrían tener un impacto significativo en el bienestar de las personas sin plantear grandes desafíos macroeconómicos. Puede que AMLO se haya dado cuenta de esto intuitivamente, pero sin duda tenía razón.

La aplastante victoria de Sheinbaum significa que su gobierno tendrá mucha mayor libertad para llevar a cabo su agenda legislativa. Pero si bien el nuevo Congreso se reunirá el 1 de septiembre, AMLO permanece en el cargo hasta finales de ese mes. Esta “ventana de septiembre” ha puesto nerviosos a los inversores, provocando el debilitamiento del peso y la caída del mercado de valores mexicano.

Por ejemplo, AMLO podría aprovechar la ventana de septiembre para presentar sus propuestas de reformas judiciales y electorales en la Cámara y el Senado. Estas reformas de gran alcance apuntan a reformar instituciones vitales y agencias gubernamentales independientes, incluidas aquellas que supervisan la política de competencia y la transparencia. Si se promulga, los jueces de la Corte Suprema serían elegidos por voto popular y el sistema de representación proporcional de la Cámara se eliminaría, reduciendo el número de miembros de 500 a 300. Dado el resultado de las últimas elecciones, esto podría resultar en que el partido ganador obtuviera de una mayoría una supermayoría legislativa con bastante menos de la mitad del voto popular.

Ya sea que se aprueben bajo AMLO o Sheinbaum, estas reformas eliminarían efectivamente la mayoría de los controles y contrapesos restantes construidos minuciosamente durante los últimos 25 años. En el centro del plan de Morena para consolidar el poder está la noción de gobierno de la mayoría. Según AMLO, si una mayoría de votantes mexicanos apoya su partido, su agenda y su sucesor designado, entonces las preferencias de esa mayoría deberían reflejarse en el Congreso, el Poder Judicial, todo el aparato estatal, los medios de comunicación e incluso el banco central. Este enfoque está totalmente en desacuerdo con la separación de poderes, un principio fundamental que sustenta las democracias liberales en todo el mundo.

Pero si hay un país en América Latina que necesita controles y equilibrios, tanto internos como internacionales, es México. Las primeras elecciones genuinamente libres y justas del país tuvieron lugar en 2000, y todavía está lidiando con la violencia, la corrupción y el capitalismo de amigos. Centralizar el poder en manos de un solo individuo o rama del gobierno es precisamente lo que México debe evitar, dada su tumultuosa historia.

A pesar de la victoria decisiva de Sheinbaum, persisten muchas incertidumbres. Es posible que Morena no obtenga suficientes escaños para enmendar la Constitución, y Sheinbaum puede optar por no impulsar las reformas judiciales y electorales de su predecesor, especialmente si provocan una reacción pública. Además, Los cambios de sede pueden no ser compatibles con los tratados internacionales que México ha ratificado.

Sin embargo, es difícil no ser pesimista, dado que los votantes mexicanos han decidido empoderar a un partido y a un líder, cuya agenda legislativa podría socavar las instituciones democráticas y tener consecuencias impredecibles. Este escenario se ha dado antes, en México y otros países, y rara vez termina bien.

El autor

Jorge G. Castañeda, excanciller de México, es profesor de la Universidad de Nueva York y autor de America Through Foreign Eyes (Oxford University Press, 2020).

Derechos de autor: Project Syndicate, 2024

www.project-syndicate.org

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