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Opinión

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¡Luchemos para impedir la muerte de niños, niñas y adolescentes!

La muerte de Camila hace unos días nos tiene que obligar a detenernos y reflexionar… ¿Qué le ocurre a una sociedad en donde matar a niños por dinero es una posibilidad?, ¿Qué les pasa a las autoridades encargadas de resguardar el orden, para no poder reaccionar a tiempo e intervenir cuando más se necesita? El asesinato de Camila es dolorosamente indignante. Hablamos de una niña que fue llevada a la cueva de lobo, y en el lugar más cercano y conocido para ella, perdió la vida en manos de personas que aparentemente conocía. Este acontecimiento nos obliga a tener que analizar qué es lo que nos pasa como sociedad, y que tipo de ilegalismos estamos dispuestos a tolerar o a erradicar de una vez por todas.

El caso de Camila es una llamada de atención, para realmente entender nuestras relaciones cotidianas criminales y violentas, pero no sólo eso, también evidencian como hemos tolerado por mucho tiempo que lamentablemente ocurran, sin que, hasta ahora, los límites que se impongan a dichas acciones hayan logrado inhibir que estas situaciones sucedan. La muerte de Camila fue un acto monstruoso, horrible e indignante que muestra lo que como seres humanos somos capaces de hacernos los unos a los otros. También muestra que nuestros sistemas para garantizar nuestros derechos y justicia son insuficientes, y que ha faltado una verdadera sensibilidad y compromiso histórico en los distintos órdenes de gobierno para crear mecanismos de prevención y sanciones eficaces y ejemplares para que estas situaciones no se repitan.

También muestra, que como ciudadanos tenemos altos niveles de apatía, tolerancia e indiferencia, donde lamentablemente situaciones como la que vivió Camila se repiten con el paso del tiempo, sin que logremos erradicar de tajo la simple fantasía de llevarlos a cabo dentro de nuestras colonias y ciudades, porque lo que le pasó a Camila es el reflejo de lo que estamos permitiendo que suceda como sociedad, nos guste o no escucharlo. La descomposición social no es menester de unos cuantos, es responsabilidad de todos los que incluso en situaciones para prevenirlo y erradicarlo nos paralizamos, no nos indignamos lo suficiente o guardamos silencio. No lo permitamos más, no sólo nos quedemos en el lamento, y organicemos acciones que contribuyan a desarrollar una sociedad comprometida que rechace este tipo de violencias, y que se vuelva intolerante ante estas monstruosidades.

Tenemos el derecho de hacerlo y de exigírnoslo. El secretario de seguridad de Taxco se equivoca al decir que la muerte de Camila también fue culpa de la madre por no estar al pendiente de la niña… No secretario, Camila murió en manos de monstruos que vieron la oportunidad de obtener dinero asesinando a una niña de ocho años, porque no le temen a la autoridad, porque no respetan las leyes, porque la vida de gente inocente les importa un comino y creen poder disponer de ella a su antojo, porque los aparatos preventivos y de vigilancia no han logrado consolidar espacios de contención y porque la impunidad se ha vuelto en muchos sitios la regla que hace que delinquir y asesinar sea una forma de trabajo para obtener recursos sin esfuerzo. Camila murió porque como sociedad no hemos logrado indignarnos e involucrarnos lo suficiente para que esto no vuelva a ocurrir. Sólo como un recuerdo de la trágica realidad que vive la niñez en nuestro país, de acuerdo al recuento de REDIM ( Red de Derechos por la Infancia) en el mes de enero del 2024 habían sido asesinados 164 menores entre 0 a 17 años de edad, y desde enero del 2015 a enero del 2024, se contabilizaban al menos 22,989 menores…esta es nuestra realidad cotidiana…¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?....

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