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Opinión

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Malos resultados detrás de la propaganda

Fieles a los principios de la propaganda que mantienen cautivos todavía a muchas personas, desde Palacio Nacional viene una nueva renovación del mensaje exagerado y vulgar que ahora apunta hacia la candidatura opositora a la presidencia de la república.

Ante la mala broma, que son no pocas de sus corcholatas, el presidente Andrés Manuel López Obrador sale con una broma más pesada con sus 43 cómicos, políticos y periodistas de la supuesta lista de “precandidatos del bloque conservador” (simplificación y enemigo único también decía Joseph Goebbels).

Otro de los principios de esa propaganda del nacionalsocialismo alemán es el contagio, todos iguales en la misma lista de adversarios. Es una lista que simplifica y mezcla potenciales buenos presidentes con personajes que nada tienen que hacer ahí.

Es pues un acto de propaganda popular, orquestado y destinado a alojarse en el sistema de creencias, como aquello del tapado. Es un ejercicio propagandístico más con fines electorales, financiado con recursos públicos.

Quizá no midan bien una consecuencia, pero podrían estar haciendo un favor a la oposición. Porque si Movimiento Ciudadano es legítimamente un partido opositor y no un distractor desde el mismo régimen, estos ejercicios propagandísticos empujan a todos a formar, efectivamente, un gran bloque opositor.

Pero, sobre todo, recurrir de esta manera tan “by-the-book” a Goebbels refleja una necesidad básica del régimen resumida en el principio propagandístico de la silenciación, acallar aquello donde no tienen argumentos y disimular las noticias que les afecten y beneficien el discurso opositor.

Elija usted el tema de importancia nacional donde no hay otra cosa que malas cuentas. Pero si pensamos en los temas económicos, podemos hacer una larga lista que va de la expectativa de la tercera recesión del sexenio que está en ciernes, al fracaso de los programas contra la alta inflación en alimentos, hasta esta reciente noticia que puede llegar a ser todo un tema de finanzas públicas para el cierre del sexenio.

Y es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirma un temor fundado, la deuda del país ha crecido a niveles tales que el próximo año ya superará 50% del Producto Interno Bruto (PIB).

En el semáforo mundial de las deudas del FMI, México estará en el 2024 en el color naranja, un escalón antes del rojo. Para ese año, la deuda neta representará 51.3% del PIB. Esa será la herencia de esta administración a quien constitucionalmente deberá desocupar la presidencia dentro de 23 meses. 

López Obrador negó tanto aumentar los niveles de la deuda pública como rechazó la militarización del país, parece que de ambas promesas se arrepintió. Y si bien una economía como la mexicana, con los incentivos adecuados para crecer, podría lidiar bien con esa proporción de deuda, ahí están esos otros temas a los que hay que tapar con la cobija de la propaganda.

Las firmas calificadoras han señalado con claridad que los endebles grados de inversión que mantiene la economía mexicana dependen, entre otras cosas, de no cometer errores legislativos, como propiciar cambios constitucionales que acaben con la estabilidad que le queda al país.

¿Conservar el poder cometiendo tantos errores? ¡Para eso sirve la propaganda!

En el semáforo mundial de las deudas del FMI, México estará en el 2024 en el color naranja, un escalón antes del rojo. Para ese año, la deuda neta representará 51.3% del PIB.

ecampos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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