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Manipulación y fabricación de enemigos (I)

En el año 1918, se fundó la República de Checoslovaquia. Su fundador, Thomas Masaryk supo capitalizar la caída del Imperio Austro-Húngaro
La Guerra Fría entre el Bloque Capitalista transcurrió desde finales de la Segunda Guerra hasta la caída del Muro de Berlín
Uno de los acuerdos de Yalta que nunca fue respetado por Stalin, fue la creación de instituciones democráticas que impulsaran elecciones libres, donde todos los partidos democráticos deberían tener el derecho a postular a sus candidatos.
La dimensión social de la manipulación se mide en términos de abuso de poder por parte de las élites que tienen acceso preferencial a los medios de comunicación y que manipulan a grupos de personas, a favor de sus propios intereses”.
Teun van Dijk
La invasión reciente de Ucrania, una república democrática independiente desde 1991, tomó a mucha gente por sorpresa. La destrucción por parte del ejército ruso de vidas y edificaciones en diversas ciudades como Kiev y Mariupol, así como las migraciones forzadas y la separación de familias, son temas que creíamos, de manera ilusa, que eran irrepetibles.
Hace poco más de un siglo, en el año 1918, se fundó la República de Checoslovaquia. Su fundador, Thomas Masaryk, intelectual checo, supo capitalizar la caída del Imperio Austro-Húngaro como consecuencia de su derrota durante la Primera Guerra Mundial, para conformar un Estado democrático que incluyera las zonas de Bohemia, Moravia y Eslovaquia. Masaryk tuvo la habilidad de amalgamar a los checos y los eslovacos, buscando cuidar el delicado equilibrio entre ambos pueblos y las demás minorías. La nueva república enfrentó varias crisis durante la década de los 20’s, pero aún así se convirtió rápidamente en la décima economía a nivel mundial, produciendo carbón, acero, vidrio y textiles. En la parte sureste de su territorio, la región de los Sudetes (Sudetenland), había una minoría alemana cuyo origen se remontaba al siglo XII. Este grupo demográfico que nunca aceptó ser parte de la República Checoslovaca, aprovechó el afán expansionista de Alemania en la década de los 30’s para buscar independizarse de Checoslovaquia.
Como es bien sabido, Alemania había enfrentado una situación sumamente adversa a raíz de su derrota en la Primera Guerra Mundial. Después de experimentar la hiperinflación de 1923-1924, la crisis de pagos de la deuda externa ante la crisis financiera de 1929 y el gran desempleo durante la Gran Depresión, la República de Weimar, el primer intento de democracia en Alemania, estaba muy debilitada. En 1933 en una elección dividida tomó el poder Adolf Hitler. Poco a poco este líder electo democráticamente fue aboliendo las instituciones que servían de contrapeso para evitar la concentración de poder. Hitler tenía fuertes ambiciones territoriales, así lo había expuesto en su libro Mein Kampf, donde explicaba sus intenciones de darle un mayor “espacio vital” a la población alemana a través de la conquista de territorios. Su primera conquista fue la zona de Renania (Rheinland) en 1936, región entre Alemania y Francia junto al Río Rhin, misma que Alemania había perdido al finalizar la Primera Guerra. Su segunda conquista fue la anexión de Austria (conocida como “Anschluss”) en 1938.
Desde el año 1934, el dictador alemán ya había empezado a tener influencia sobre la minoría alemana de los Sudetes y a exigirle al gobierno checoslovaco que le otorgara autonomía a esa región por estar en riesgo la población alemana que residía ahí. En septiembre de 1938, Hitler anunció que su objetivo era la anexión de los Sudetes para “liberar” a los 3 millones de habitantes de ascendencia alemana que vivían en esa zona. La reacción de occidente fue difícil de creer; Chamberlain, el Primer Ministro Británico, quien buscaba mantener la paz a toda costa, culpó a Checoslovaquia diciendo: “Este país insolente debe ceder para salvar la paz”.
Los gobiernos británico y francés iniciaron un acercamiento con Hitler para negociar una solución pacífica. Estas negociaciones culminaron en la Conferencia de Munich en Septiembre de 1939, donde Chamberlain le entregó a Hitler la región mencionada y algunos poblados adicionales en el territorio fronterizo de Checoslovaquia con Alemania. Hitler aseguró que esa era su última demanda territorial, pero sólo unos meses después, los ejércitos alemanes invadieron Checoslovaquia. Las democracias europeas sacrificaron en la Conferencia de Munich a la joven república; todo esto por una esperanza infundada de paz ofrecida por un manipulador nato. Tan solo unos meses después, en septiembre de 1939, los ejércitos de Hitler invadieron Polonia lo que desembocó en la Segunda Guerra Mundial, que provocó la muerte de decenas de millones de personas. La “fabricación de enemigos” fue el catalizador para unir al pueblo alemán, cegado por un líder nefasto cuya obsesión llevó al mundo al terreno de la deshumanización.
Las acusaciones del dictador alemán contra el gobierno checoslovaco por el maltrato a la minoría alemana en los Sudetes, no son muy diferentes a las que ha utilizado Vladimir Putin desde 2014, en sus intentos de adueñarse de la región del Donbás en Ucrania Oriental, donde habita una población rusa importante. Esto lo explicaré con más detalle en la segunda parte de este artículo.
Otro personaje que “fabricó enemigos” en su lucha por el poder fue el dirigente soviético Joseph Stalin, quien “se enfrentó” a diversos enemigos como los “cosmopolitas” que apoyaban a Trotsky, los campesinos ucranianos que “atesoraban granos y mataban de hambre a la población”, los militares que “traicionaban a su país” y muchos otros que sufrieron las consecuencias de la ambición de un líder que logró manipular incluso a su principal aliado en la guerra contra Alemania, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt.
Durante la Conferencia de Teherán en 1943, Stalin convenció a sus aliados Roosevelt y Churchill de recuperar sus fronteras previas a la invasión alemana. A partir del verano de 1944, el Ejército Rojo con más de 2.5 millones de soldados fue reconquistado el territorio soviético, en lo que se conoce en Rusia como la “Gran Guerra Patriótica”. Los soviéticos liberaron Ucrania, Lituania, Rumania, Checoslovaquia, Bulgaria, Hungría y Yugoslavia, deteniéndose en las afueras de Varsovia.
El Ejército Nacional polaco, creyendo que los rusos estaban por atacar la ciudad, inició el levantamiento contra los nazis en el mes de agosto de 1944. Alrededor de 40 mil polacos se apoderaron de los puntos estratégicos de la ciudad, pero fueron aplastados por el ejército alemán, que asesinó a 225 mil civiles polacos y destruyó la capital polaca. Los rusos nunca cruzaron el río Vístula y se quedaron observando la destrucción de la ciudad. Una versión es que los nacionalistas polacos no quisieron coordinarse con el Ejército Rojo para no perder su independencia, otra versión es que Stalin traicionó a los rebeldes polacos, frenando en el último momento la ofensiva. Aun cuando los soviéticos argumentaron que les hacía falta reagruparse y hacerse de suministros, la realidad, de acuerdo a Sergii Plokhy en su libro Yalta; the Price of Peace, es que Stalin dio la orden de no actuar y además les negó el permiso a los aviones aliados que traían ayuda a Polonia, de aterrizar en territorio soviético.
En enero de 1945 Roosevelt, Stalin y Churchill se reunieron en la ciudad de Yalta en la Península de Crimea. En ese momento, el avance de los Aliados había sido dispar, ya que mientras que el Ejército Rojo avanzaba a toda marcha, habiendo conquistado una buena parte de Europa Oriental, los ejércitos norteamericano y británico no lograban concretar un avance significativo en Europa Occidental. Por este motivo, Roosevelt se sentía en deuda con Stalin. A pesar de las advertencias de Churchill, quien había pasado a tener un rol secundario, ya que Roosevelt acordaba directamente con el dirigente soviético, el presidente norteamericano le hizo varias concesiones a la Unión Soviética. El Ejército Rojo logró permanecer en los territorios que había ocupado. Años después se descubrió que Stalin había espiado y grabado todas las conversaciones de sus aliados.
Uno de los acuerdos de Yalta que nunca fue respetado por Stalin, fue la creación de instituciones democráticas que impulsaran elecciones libres, donde todos los partidos democráticos deberían tener el derecho a postular a sus candidatos. Sin embargo, Stalin creó como fachada los Frentes Populares, que en teoría agrupaban a todos los partidos de izquierda y a los Frentes Anti-Fascistas. Como comenta Tony Judt en su libro Posguerra, al igual que en España durante la Guerra Civil, los Frentes Populares “debían parecer democráticos”, pero eran controlados por los comunistas patrocinados y coordinados por el propio Stalin. De esta manera, los partidos comunistas locales aprovecharon las elecciones en países como Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria, para imponer un control político extremo, tomando los ministerios del Interior, creando policías secretas que imitaban a la NKVD (que años después cambio de nombre a KGB) y controlando los medios de comunicación. Todo esto dio origen al Bloque Comunista o como Churchill los denominó: “los países detrás de la Cortina de Hierro”.
La Guerra Fría entre el Bloque Capitalista, encabezado por Estados Unidos y el bloque Comunista dominado por la Unión Soviética, transcurrió desde finales de la Segunda Guerra (1945) hasta la caída del Muro de Berlín (1989) y fue consecuencia directa de las ambiciones y la habilidad manipuladora de Stalin. Roosevelt, el gran presidente norteamericano que salvó a Europa de la dictadura de Hitler, cedió ante su aliado.
En la segunda parte de esta serie, analizaré los argumentos utilizados por otro gran manipulador; Vladimir Putin, para justificar la invasión reciente a Ucrania. Describiré la conquista de Crimea, la invasión de la región del Donbás en Ucrania del Este en 2014 y la habilidad del dirigente ruso para manipular a su población mediante la creación de enemigos inexistentes.
*Las opiniones del autor son personales y reflejan su interés por aprender de la historia.
