Martha Bárcena y Julián Ventura miden el pulso a la política exterior de México

Las salidas de los embajadores Martha Bárcena y Julián Ventura de la legación en Washington y de la subsecretaría de Relaciones Exteriores, respectivamente, proyectan el pulso de la política exterior en el Gobierno del presidente López Obrador.

Pierde el presidente porque a lo largo de dos años no pudo evitar las diferencias, cada vez más profundas, entre el secretario Marcelo Ebrard con la embajadora Bárcena.

Pierde la embajadora Bárcena porque adelanta el final de un ciclo muy exitoso de su carrera diplomática.

Pierde el secretario Ebrard por las sinergias no obtenidas con la embajadora, por el exceso de grillas que siempre desgastan y porque bajará la calidad en la interlocucion con Washington.desde la capital de Estados Unidos.

En el caso del subsecretario Ventura, resulta incompatible su perfil con la visión etnocentrista del actual gobierno.

Pierde el Servicio Exterior Mexicano (SEM) por la salida de ambos.

En el anverso de la derrota se encuentra la victoria.

Gana Marcelo Ebrard porque su alfil Roberto Velasco tomará varias responsabilidades y decisiones de la embajada en Washington. Será de facto mitad subsecretario y mitad embajador.

También gana porque designa como subsecretaria de Relaciones Exteriores a Carmen Romero Toscano, una diplomática que conoce desde hace décadas por el grupo de Manuel Camacho Solis proveniente del Colegio de México.

Gana Martha Bárcena porque su renuncia contiene un mensaje de desacuerdo sobre la estrategia que el gobierno implementó en contra de la victoria de Joe Biden en las elecciones de noviembre: no haber felicitado al demócrata en tiempo y forma, el caso del general Cienfuegos y la reforma de la ley de seguridad sobre la apertura de una ventanilla en SRE para que agentes de inteligencia extranjeros entreguen informes sobre sus actividades.

Es decir, gana Bárcena por haber sido consistente con sus principios. Ya es embajadora eminente.

Gana el embajador Ventura porque se alivia de defender lo que no necesariamente estaba de acuerdo.

El asentamiento de la pandemia en la agenda global ha trastocado más a los países que llevaban un ritmo vertiginoso en su política exterior que en los insulares donde “la mejor política exterior es la doméstica”.

En efecto, las salidas de los embajadores Bárcena y Ventura miden el pulso de la política exterior del actual gobierno: el espectro estratégico se reduce. Por ejemplo, no hay interés por llenar los espacios que Brasil está liberando por la nefasta administración del presidente Bolsonaro.

Este año la Unión Europea y México relanzarán su Acuerdo Global. Es el momento adecuado para ganarle terreno a Brasil a través de la magnífica relación que el gobierno de AMLO tiene con el presidente argentino Alberto Fernández. La Unión Europea ya metió al archivo su acuerdo con Mercosur.

Es o era el momento de integrar a México en alguno de los vértices Venezuela-Estados Unidos-Cuba. Se ha ido Trump de la Casa Blanca. Degradó la relación de Estados Unidos con Cuba. En el caso venezolano, heredó a Biden unas sanciones que pesan más en la población que en el grupúsculo de Nicolás Maduro.

Es evidente que el presidente López Obrador degradará su político exterior como consecuencia del asentamiento de la pandemia. La vacunación frente a la Covid-19 lo incentiva para mirar menos hacia el exterior. Podrá cerrar algunas embajadas y no pasará nada porque la atención del país está dirigida únicamente hacia este tema.

La geopolítica no está dentro de sus prioridades. Eso sí, queda por resolver la relación con Estados Unidos. El T-MEC se convierte en una especie de Constitución para los tres países (en ausencia de insituciones comunes).

Salen de la primera línea dos embajadores de primera. Bárcena y Ventura, pierde el Servicio Exterior Mexicano.

@faustopretelin