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Opinión

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Materiales críticos 

Los proyectos para la transición hacia la electro movilidad necesitan de dos factores esenciales: una cantidad de dinero muy importante, para otorgar subsidios en la compra de vehículos nuevos y desarrollo de infraestructura de recarga, y la disponibilidad de un conjunto de insumos que se denomina como “materiales críticos”. El litio, grafito, manganeso, níquel y cobalto, por ejemplo, son materiales críticos para la producción de vehículos eléctricos.

Los materiales críticos también son fundamentales para una serie de tecnologías emergentes, como los paneles solares, pero no es extraño encontrarlos también en productos que comúnmente vemos en nuestras casas, como los electrodomésticos y las computadoras. En algunos casos la disponibilidad de estos materiales es reducida y está concentrada en muy pocos puntos geográficos – de allí su naturaleza “crítica”.

En principio, suena deseable que un país busque asegurar una proveeduría estable y constante de materiales críticos. El problema es cuando ese objetivo se logra a través del proteccionismo comercial, o a través de políticas que provocan el encarecimiento de dichos materiales para otros países.

En Washington es ya un lugar común argumentar que se debe de garantizar el acceso a esos materiales críticos para ganarle a China la carrera por el liderazgo mundial tecnológico. Para ello, la administración Biden ha promovido una serie de iniciativas legislativas, que buscan garantizar el control y uso por parte de Estados Unidos de dichos materiales críticos.

La Unión Europea y Japón, socios tradicionales de Estados Unidos, han resentido este tipo de propuestas. Específicamente, a estos países les preocupan las disposiciones que imponen obligaciones para el uso de materiales críticos en la producción de vehículos eléctricos como requisito para acceder a los subsidios contemplados en leyes como el Inflation Reduction Act.  

Tratando de evitar una nueva guerra comercial, Estados Unidos está negociando soluciones específicas para cada socio. Por ejemplo, recientemente se logró un acuerdo entre Estados Unidos y Japón para facilitar el comercio y promover las condiciones de mercado en el comercio de minerales críticos. 

Es necesario comentar que México ya está contemplado como un socio estratégico de Estados Unidos en estas acciones, ya que nuestro país fue incorporado explícitamente en la legislación como un lugar potencial para las inversiones y la producción de estos vehículos. De hecho, una posible violación a los acuerdos del T-MEC hizo que la legislación estadounidense modificara el acceso a subsidios de autos exclusivamente fabricados en Estados Unidos a todos aquellos provenientes de la región norteamericana. 

Independientemente de eso, en México también se ha incrementado la atención y el interés en estos materiales críticos, sobre todo en lo relacionado con la extracción y comercialización de los mismos. Las reformas que en 2022 nacionalizaron el litio, así como la creación de una empresa paraestatal encargada de la explotación de este mineral – LitioMx – son el mejor ejemplo de este renovado interés. Habrá que seguir muy de cerca la reciente iniciativa promovida por el Ejecutivo para modificar la Ley Minera, que explícitamente busca otorgar al Estado un rol mucho más protagónico en la actividad minera. 

Aunque la iniciativa puede tener otros efectos de los cuales hablaremos en una entrega futura, el fondo es que México parece estar leyendo las señales respecto de los materiales críticos, a pesar de que es aún incierto si en estos momentos el estado mexicano cuenta con la capacidad técnica y económica para asumir exclusivamente la promoción de estas oportunidades, que en todo caso además deberá hacerse según nuestros tratados comerciales internacionales.

La clave para poder ejecutar políticas públicas exitosas en esta materia a nivel mundial dependerá de una combinación adecuada de objetivos de largo plazo con acciones inmediatas. Si el objetivo de largo plazo es promover una nueva revolución industrial, a partir de la transición energética y las nuevas tecnologías (con lo cual es difícil estar en desacuerdo, dado los efectos del cambio climático), las acciones de implementación de dichas políticas deben de ser tan incluyentes como sea posible, permitiendo la participación de otros gobiernos y de las empresas de otros países.

Si por el contrario, las políticas promovidas en materia de acceso y explotación a los materiales críticos tienen objetivos geopolíticos o de proteccionismo comercial, el mundo puede estar generando las condiciones para confrontaciones futuras – comercial y económico, seguramente, pero sin descartar un fatídico conflicto militar.

*El autor es académico de la Universidad Panamericana; previo a eso, desarrolló una carrera de veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales. 

Twitter: @JCBakerMX

Juan Carlos Baker es académico de la Universidad Panamericana. Durante veinte años trabajó en la Secretaría de Economía, en la Subsecretaría de Negociaciones Comerciales Internacionales, de la que fue titular entre 2016 y 2018.

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