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Opinión

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Melissa Lucio y la pena de muerte

En 1981, Robert Badinter, entonces ministro de justicia de Francia, pidió a la Asamblea Nacional la abolición de la pena de muerte. " La justicia es humana – dijo-  y es falible". Argumentó que no hay correlación entre esa condena y la disminución de la "criminalidad sangrienta" y que no debe confundirse venganza con justicia. Aunque tenía partidarios entre la opinión pública, la pena capital se abolió entonces. En Estados Unidos, en cambio, 27 estados pueden recurrir todavía a la pena de muerte para crímenes como terrorismo u homicidio doloso. Texas ocupa un horrendo primer lugar con más de 573 ejecuciones desde 1976. Su sistema penal podría cometer otro acto inhumano, una terrible injusticia, si ejecuta el 27 de abril a Melissa Lucio, cuya inocencia defiende hasta un integrante del jurado que la condenó.

En 2007, tras llamar a los servicios médicos de urgencia porque su hija Mariah, de dos años y medio, no despertaba, Lucio fue arrestada por la policía de Cameron County, Texas, acusada de maltrato infantil. Aunque ella había explicado que dos días atrás la niña se había caído por las escaleras de la casa de donde se estaban mudando, la policía determinó que los moretones que tenía Mariah se debían al abuso que le habría infligido la madre, primera sospecha porque "no había actuado como una madre debería hacerlo".  Tras cinco horas de interrogatorio, que diversos expertos han caracterizado como manipulación psicológica, Melissa enunció: "Supongo que lo hice", frase interpretada por policías y luego jurados y jueces como confesión.  Mariah murió en el hospital; Melissa fue entonces acusada de asesinato.

Condenada a muerte en 2008, Melissa sigue afirmando su inocencia. Sus hijos y organizaciones defensoras, como Innocence Project, han denunciado una cadena de injusticias que demuestra tanto las fallas de la justicia y el peso de los prejuicios misóginos como el grado de crueldad de un sistema dispuesto a determinar quién vive y quién muere. Lucio ni siquiera pudo procesar el duelo por su hija, tuvo que dar a luz en la cárcel a sus gemelos y darlos en adopción, fue separada de sus once hijos y sufrió una violencia institucional que agravó la carga de violencias que la marcaron desde los 6 años, cuando un pariente abusó de ella, y continuó como violencia de pareja. Según expertos en interrogatorios coercitivos, estos antecedentes la hacían vulnerable a quebrarse ante la manipulación psicológica de la policía. Para colmo, el sistema médico también falló al pasar por alto el trauma cerebral y un problema de coagulación que explicaban los moretones en el cuerpo de Mariah. Éstos y otros detalles se omitieron ante el jurado. Aunadas a la débil intervención del abogado defensor, omisiones, manipulaciones y prejuicios llevaron al jurado a ver a María como un "monstruo".

La mayor severidad y la tendencia a condenar de antemano a mujeres acusadas de asesinato o maltrato a niños/as ha resultado ya en condenas injustas. Según datos del Innocence Project, un 28% de mujeres exoneradas habían sido acusadas falsamente de dañar o matar a un/a niño/a  a su cuidado.  Así le sucedió en 2005, también en Texas, a Rosa Estela Jiménez, cuyo caso expuso la documentalista Lucía Gajá en "Mi vida dentro" (2007). Apenas fue liberada en 2021.

Tras 15 años de injusto encarcelamiento, y gracias a la difusión de su caso por organizaciones defensoras en medios nacionales e internacionales,  Melissa Lucio ha recibido apoyo de jueces, abogados y hasta de legisladores de Texas. El viernes pasado, se presentaron nuevas evidencias ante la Corte de Apelaciones que deberían llevar a un nuevo juicio y a su liberación. El gobernador y el Comité de Apelaciones deben intervenir y suspender una ejecución a todas luces injusta . Además, este caso bastaría para abolir la pena capital en Texas.

Una petición de clemencia puede firmarse en: https://innocenceproject.org/petitions/stop-execution-of-innocent-melissa-lucio-texas/

(Fuentes: The Innocence Project, Death Penalty Information Center, The Indepedent UK, Texas Tribune)

 

Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

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