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México levanta una muralla contra importaciones de China
México endurece su política comercial para restringir la entrada de productos provenientes de China. Si me permiten usar una metáfora, la Secretaría de Economía está levantando una muralla china, hecha con aranceles y certificados de origen. En la mira están las importaciones de acero y aluminio, pero también textiles, ropa y plásticos.
¿Para quién es el mensaje? Son varios destinatarios. En primer lugar, podríamos mencionar a los industriales mexicanos que llevan años quejándose de la entrada masiva de productos chinos y la dificultad de competir ante lo que consideran una competencia desleal. ¿Es desleal o muy eficiente? El hecho es que tenemos una balanza comercial muy desbalanceada con China. En 2023, le vendimos 10,100 millones de dólares, pero le compramos 114,200 millones de dólares. Con los años, se ha consolidado una tendencia de crecimiento de esta brecha. En 2014, le vendíamos 6,000 millones de dólares y le comprábamos 66,300 millones de dólares.
¿Funcionará la muralla? El mayor reto es la implementación eficiente de lo que se quiere hacer. Se trata de complicar la entrada de productos que significan competencia desleal para los productores mexicanos, pero también de calmar a nuestro principal socio comercial. Imposible no leer el anuncio de economía en el contexto de las presiones de Estados Unidos. En Washington no quieren que México sea la plataforma a través de la cual China “meta goles” y acceda al mercado estadounidense en condiciones ventajosas. Entre el Tío Sam y el Dragón hay una guerra fría económica y para México será casi imposible jugar la carta de la neutralidad. Estados Unidos nos exige que dejemos claro que somos socios, aliados y friends.
Las presiones sobre México por asuntos relacionados con China han ido creciendo. Es la controversia del acero, en la que Estados Unidos sospecha que México está encubriendo importaciones desde China y “disfrazándolas” de acero hecho en México. En juego, está un comercio binacional relacionado con el acero que en 2023 significó 17,000 millones de dólares de ventas anuales de Estados Unidos a México y 13,200 millones de dólares de ventas de México a Estados Unidos. El tema estalló hace un mes, con una llamada entre la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, y Raquel Buenrostro, la secretaria de Economía. El anuncio de ayer pretende resolver los reclamos de Estados Unidos. Más que el arancel de 25%, es relevante la implementación de un certificado molino, que serviría para demostrar que los productos de acero fueron hechos en una planta mexicana.
Queda por ver si los estadounidenses se quedarán satisfechos con las medidas anunciadas por Raquel Buenrostro. En un contexto de fuerte tensión de Estados Unidos con China y de politización de los temas comerciales, no podemos descartar que se reeditarán viejos temas o aparecerán algunos nuevos. De tiempo atrás, están las peticiones/exigencias a México para poner límites al crecimiento de Huawei como proveedor de infraestructura de telecomunicaciones. Este asunto es muy relevante, sobre todo en instalaciones ubicadas en el norte del país. Huawei es supercompetitivo en calidad y precio, pero hay una especie de veto de parte de Estados Unidos. Las telecomunicaciones y los datos son un asunto que entra en una categoría de Seguridad Nacional.
En estas tensiones mexicano-estadounidenses por asuntos relacionados con China, la industria automotriz está llamada a jugar un papel protagónico. Donald Trump se refirió a los intentos de algunas automotrices chinas, como BYD, por instalar plantas de producción en territorio mexicano. Advirtió: “No los dejaremos que desde México manden los autos a Estados Unidos y nos roben empleos de trabajadores estadounidenses”. Aseguró que pondría un arancel de 100% a estos autos “chinos” hechos en México. El anuncio de Trump es parte de la campaña electoral en Estados Unidos, pero nos llevaría a mirarlo a la luz del T-MEC. Por una parte, Estados Unidos no podría oponerse ni imponer aranceles de 100%, si al menos 75%de las partes con las que están hechos los coches son hechas en México. No debemos perder de vista, por otra parte, que el T-MEC prohíbe a los países firmantes tener acuerdos comerciales amplios con países que no funcionen como economías de mercado. Esa restricción tenía dedicatoria para China.
Más allá de la muralla, ¿qué sigue? Para México está en juego la captación de inversiones relacionadas con el nearshoring. Es nuestro boleto para dejar atrás décadas de crecimiento mediocre y pasar a otra liga en el desarrollo económico. Para que el nearshoring funcione en México, necesitamos que Estados Unidos mantenga su confianza en nosotros como socio imprescindible y confiable. La manera en la que México resuelva algunas de estas controversias con China podría determinar lo que pasará con el nearshoring. Estamos en un matrimonio que no admite un amante chino. ¿O sí?