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México no es Venezuela
Es frecuente escuchar que López Obrador quiere convertir a México en otra Venezuela y que vamos hacia una dictadura popular.
No hay duda que su discurso en muchas ocasiones es muy similar al que en su momento tuvo Hugo Chávez y que algunas medidas que ha tomado parecen calcadas del Foro de Sao Paulo; sin embargo, la realidad geográfica, económica, social y política de nuestro país es muy diferente a la de Venezuela y a la de otros países de Latinoamérica.
Nuestra vecindad y dependencia económica de EU hace imposible que el actual gobierno avance hacia uno socialista o estatista; ese país nunca ha dejado que vayamos más allá de un discurso populista y cualquier intento de ir más hacia la izquierda, como pasó con Cárdenas o Echeverría, fue revertido en el sexenio siguiente. La reciente ratificación de un Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá obliga a la apertura de la economía y las inversiones, y hace imposible la nacionalización de cualquier sector como ha sucedido en Venezuela.
En la parte económica, mientras que en Venezuela el petróleo representa 80% de las exportaciones, en México los ingresos petroleros representan sólo 10%, y 50% de nuestra economía depende del comercio exterior. La actividad privada en nuestro país es la base de la economía y el Estado representa sólo 30% de ella. Las finanzas públicas viven del pago de impuestos de las empresas y las personas físicas y los ingresos petroleros no llegan a 10% de los ingresos públicos. O sea, nuestra economía depende fundamentalmente de la actividad privada y de mercado, y en gran medida de la economía de EU.
Probablemente en términos sociales de desigualdad y pobreza haya muchas similitudes, pero en términos políticos hay profundas diferencias. El federalismo mexicano garantiza la pluralidad política de los gobernadores como lo hemos visto en estos dos años de gobierno, el poder Judicial goza de una autonomía e independencia total, el Congreso se renueva cada tres años y las elecciones son organizadas en forma independiente del gobierno y los partidos son la base de la vida política nacional.
El Ejército mexicano no es un poder como lo es en Venezuela, sino un Ejército popular totalmente subordinado a nuestra Constitución. Hugo Chávez era un general y tenía poder dentro del Ejército desde antes de ser presidente; López Obrador es un civil que sólo durante su mandato tiene autoridad dentro del Ejército y la perderá el día que deje el cargo, ni un día menos ni un día más. Los medios de comunicación y la sociedad civil organizada en México son cada día más fuerte y participativos.
Por otro lado, López Obrador quiere pasar a la historia como Madero y no como Porfirio Díaz y sabe mejor que nadie que en nuestro país es imposible cualquier intento de reelección presidencial, como ha sucedido en Venezuela y en otros países latinoamericanos.
El peligro de López Obrador no está en que pueda convertir a México en Venezuela, el peligro está en su incapacidad para corregir sus errores que están llevando a México a una crisis de seguridad, económica y social que no tiene precedente. El peligro está en su discurso rencoroso y de confrontación que está provocando entre los mexicanos una división que puede tardar muchos años en sanar.
Por eso es tan importante ganar la mayoría en la Cámara de Diputados el próximo año, para impedir cualquier intento autoritario del presidente López Obrador y Morena.