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México, sin presidente
Cada día crece la lista de países en estado de emergencia. Los presidentes y primeros ministros se reúnen con sus gabinetes para tomar medidas extraordinarias que van desde cerrar sus fronteras hasta monitorear con sus ejércitos para impedir que las personas salgan de casa y detener el contagio exponencial del Covid-19.
México sufre una de las peores crisis, tanto nacional como global, sanitaria y económica, a la deriva, sin presidente, sin liderazgo, sin autoridad, sin protocolos, sin control ni vigilancia y con un sistema de salud pública que enfrenta su peor momento por falta de presupuesto y de medicamentos.
Quien ganó con el mayor número de votos y mucha “legitimidad”, que decía: “Primero los pobres”, hoy pone en riesgo a un país entero por negarse a escuchar, a entender y a dimensionar que la crisis que vivimos no sólo acabará con su gobierno, sino con la vida y economía de millones de familias, especialmente de quienes le creyeron y le creen.
La lista de países cerrando fronteras, limitando vuelos internacionales, con filtros especiales para controlar, monitorear y aislar es creciente; mientras en México se multiplica el riesgo por la falta de medidas, de información, de protocolos.
Mientras la Organización Mundial de la Salud exhorta a todo el mundo a quedarse en casa, aislarse y evitar contacto físico con otras personas, el inquilino de Palacio Nacional se va de gira para abrazar y besar a toda la gente que pueda. No obstante, lo presume con orgullo en sus redes sociales.
Ser el gobierno que llegó con más votos en la historia no fue garantía de nada, ni de legitimidad, ni de progreso, ni de desarrollo, pero sí de mucha soberbia para justificar todos sus errores y hundir a un gran país por el capricho de un solo hombre.
Se cree inmortal, invencible, desafía todas las advertencias y al propio virus; minimiza el riesgo y se expone a ser contagiado y a contagiar. En estas condiciones excepcionales, un hombre con estas características no sólo impide y estorba para hacer lo que es urgente y necesario, sino que también se convierte en un foco de infección.
Ningún presidente por populista o cínico está actuando con este nivel de irresponsabilidad; ni los peores líderes en la región se atreven a desafiar esta emergencia global como lo hace él. Lo más irónico es que su amigo, el dictador de Venezuela, esté reaccionando para hacer algo por su gente, mientras él no hace nada. De ese tamaño es el hoyo en el que México está hundido.
Como nunca, se siente el golpe mortal de tener malos gobiernos y pésimos gobernantes. México no es el único caso, pero sin duda es el más extremo. Por su tamaño y relevancia, el desastre que el gobierno está provocando tendrá repercusiones que aún no alcanzamos a dimensionar.
En contraste, ante una coyuntura excepcional en la que la bancarrota y la debacle económica van a generar otro tipo de riesgos y problemas sociales en todo el mundo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció un paquete de medidas en el que destaca que el Estado no permitirá que ninguna empresa quiebre. Se suspenden las facturas del gas, electricidad, agua, alquiler, impuestos y cotizaciones sociales. Habrá un fondo de solidaridad para emprendedores.
Un gobierno que no es capaz de defender la vida ni garantizar la salud de sus ciudadanos no tiene derecho a permanecer y pierde toda legitimidad; sus días están contados. Elegir mal es cuestión de vida o muerte. En este caso, más muerte que vida.
Ante el vacío de liderazgo y la falta de autoridad toca asumirlo nosotros, en nuestra casa, en nuestras familias, con nuestros colaboradores, dar consejos para prevenir, para evitar que los contagios se multipliquen exponencialmente, para salvar vidas.
Por ahora, lo que podemos y debemos hacer es quedarnos en casa. Entre más pronto lo hagamos, más vidas salvaremos. Seamos prudentes, tomemos acción, evitemos el pánico y seamos solidarios, cuando esta pesadilla termine habrá que resurgir juntos.
Twitter: @armando_regil