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Milei y la dolarización
El presidente electo Javier Milei ha sido muy insistente en que va a desaparecer al banco central. Es una estridencia mediática atractiva, pero con poca practicabilidad. Al querer dolarizar la economía como una medida para erradicar la inflación y lograr una estabilidad duradera, a lo que realmente se refiere Milei es a desaparecer una función principal del banco central que es la de emitir y circular pesos y desaparecer las políticas monetaria y cambiaria. Pero se requerirá una institución, no llamada “banco central”, que se encargue de instaurar la dolarización y luego de administrarla. Otras funciones del actual banco central no pueden desaparecer: operar el sistema de pagos y coordinarse con la Superintendencia Bancaria para regular y supervisar a las instituciones bancarias.
La dolarización se instauró en Ecuador (2000) y El Salvador (2001) y ha funcionado razonablemente bien. La adopción del euro entre 1999 y 2001 es otro ejemplo exitoso de sustitución de una moneda de curso legal por otra. Es un proceso complejo de instaurar. Van algunas reflexiones. En ese esquema, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) es la encargada de suministrar la base monetaria, es decir, los billetes que demanda el público para sus transacciones. Se debe establecer para ello un convenio con la Fed, donde su beneficio sería el señoreaje que obtendría por emitir dólares para satisfacer la demanda de dinero del público argentino. La base monetaria a octubre era de 7,203 miles de millones de pesos, que al tipo de cambio de 360 pesos/dólar, equivale a 20 mil millones de dólares. Evidentemente la sustitución tiene que ser paulatina. A Europa le llevó tres años. La reforma monetaria de México en 1992-94 es otro caso similar donde se sustituye una moneda (peso) por otra (nuevo peso con tres ceros menos) en un proceso de varios años.
La Fed, en conjunto con la autoridad que sustituya al banco central, se encargará de la distribución de billetes. La Fed deberá tener una representación en el país. Con la dolarización, la típica función de un banco central de actuar como prestamista de última instancia ante una crisis se traslada a la Fed, ya que ésta será ahora la emisora de la moneda de curso legal en Argentina.
Al momento de la decisión, Argentina deberá fijar un tipo de cambio, inamovible, al cual se convertirán todos los activos y pasivos, por ejemplo, las deudas bancarias y los contratos salariales y comerciales. Como en una hiperinflación la dinámica de precios es muy dispersa, se tienen que congelar todos los precios y ello puede resultar recesivo. El peso y el dólar deberán convivir por un buen tiempo, en lo que la autoridad sustituye los pesos por dólares y va flexibilizando el sistema de precios y salarios. Hay otros costos: recalibrar todo tipo de cajeros automáticos y modificar los sistemas contables.
La dolarización puede funcionar, pero es la última bala de plata para estabilizar a la economía. Si no hay credibilidad o una percepción de que la decisión es revocable, el plan fracasará. Además, una precondición necesaria para el éxito y que Milei parece entender es efectuar un drástico ajuste fiscal.
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