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Morena: partido-gobierno
México no es el mismo que en 2018. López Obrador provocó como candidato y presidente una nueva relación, al viejo estilo priista, entre el gobierno, el partido y la gente. Provocó también una nueva conciencia en la gente sobre las desigualdades y sobre cuál debe ser la función principal del gobierno: atender a los pobres.
La transición democrática exigía acabar con el partido de Estado, alejó a los partidos de la gente y los convirtió solo en maquinarias electorales y legislativas. La gente extrañaba al PRI de antes y López Obrador creo un partido, Morena, que al llegar al gobierno, se convirtió en un partido-gobierno, cuya función principal es atender a los pobres. Durante los casi seis años como presidente, el partido y el gobierno, a través los servidores de la nación, han trabajado juntos para atender a la población.
Fui candidato y diputado en 1988 y el PRI y los legisladores de ese entonces teníamos como función principal atender las demandas de la gente. Tres veces por semana acudía a mi distrito a recibir la demanda ciudadana y junto con la delegación dar respuesta a las peticiones de la gente. Ese PRI fue paulatinamente desapareciendo, por las políticas de reducción de gasto, por la idea de que la función de los legisladores era legislar y correspondía al gobierno atender las demandas de la población, como por las demandas de la oposición de acabar con el partido de Estado.
López Obrador es un nostálgico de esos gobiernos priistas, en donde la línea entre el partido y el gobierno es muy tenue y como presidente y con Morena hizo una versión amplificada de lo que es un partido-gobierno. Probablemente en otros países en donde no existe la pobreza y la desigualdad que hay en México, los partidos y los legisladores puedan estar alejados de la gente, en México el PRI acostumbró a la población a que el gobierno, los partidos y los representares populares tiene la obligación de atender a la población.
Durante más de 35 años, de 1982 al 2018, se mantuvo una política económica que sacrificaba el salario y el nivel de vida de la gente en pos de una estabilidad y una apertura que promoviera la inversión privada nacional y sobre todo extranjera. López Obrador rompió con esa estrategia y puso como centro de su política económica el mejoramiento de los ingresos y la calidad de vida de la gente.
El México posterior a López Obrador es uno muy diferente al que existía en 2018 y tanto Xóchitl como los partidos de oposición y sus estrategas no lo entendieron. Pensaron que con la crítica podrían ganar y se equivocaron, a la gente lo que le importa es quién los apoya para vivir mejor, no lo errores de un gobierno en la economía, el manejo de la pandemia, la cancelación de un aeropuerto o las pruebas Pisa. Morena y el gobierno trabajaron juntos durante todo el sexenio cerca de la gente y esta no les iba a dar la espalda el día de las elecciones por partidos o candidatos que sólo se aparecen en las jornadas electorales.
Ya pasó la elección, arrasaron López Obrador, Claudia y Morena y no va ser fácil en el futuro derrotar a la maquinaria morenista, la mancuerna gobierno-partido. Sin duda es una competencia desigual, pero es lo que la gente quiere y espera del gobierno, su partido y sus representantes. Los partidos de oposición como están ahora no tienen nada que hacer en el futuro compitiendo con la mancuerna gobierno-Morena.