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Opinión

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“No le cambien ni una coma”

Cuando fui diputado por el PRI en 1988, oí por primera vez la frase “no le cambien ni una coma”. El presidente Salinas argumentaba que bastante tenía con tener que negociar con la oposición para tener que negociar también con los priistas.

Fue una Legislatura en que el PRI tenía una mayoría de solo 13 diputados, por lo que se requería una disciplina incondicional de la fracción priistas a la que siempre me opuse y que años después me obligó a renunciar al PRI y en 2006 como senador del PRD. López Obrador obligó a la fracción a votar en contra del seguro popular porque no le convenía que se aprobara un programa que iba a garantizar el acceso universal a las medicinas e iba a opacar su programa de la ciudad. En esa ocasión no sólo voté en contra de las instrucciones de López Obrador sino que lo denuncié en tribuna.

El martes fue el último día de sesiones de la actual Legislatura, probablemente la más sumisa al presidente de la República. La mayoría morenista tenía la instrucción de no modificar ni una coma a las iniciativas presidenciales. Los diputados y senadores de la oposición podían oponerse, denunciar y amenazar, pero durante seis años fueron aplastados por los legisladores de Morena. Ganaban el debate, pero perdían las votaciones.

Se dice que regresamos a los años del presidencialismo priista, lo cual no es totalmente cierto. El presidente en la época priista tenia contrapesos que actualmente no tiene el presidente López Obrador. El Congreso funcionaba como una oficialía de partes y las iniciativas presidenciales se aprobaban como llegaban, porque habían sido previamente consensuadas con los tres sectores del partido y con el sector privado. Las cámaras de diputados y senadores estaban integradas por los sectores obrero, campesino y popular y el gobierno antes de enviar una iniciativa las acordaba con los liderazgos de esos sectores, con los empresarios y con el gabinete, por lo que cuando llegaba al Congreso ya había consenso.

Actualmente es totalmente diferente, el presidente no tiene ningún contrapeso con los sectores, escucha poco a los empresarios y nada a la mayoría de su gabinete. López Obrador es el gran legislador y con el pretexto de su 4ta transformación exige una disciplina total de los legisladores, su gabinete y su partido.

Hace unos años pensaba que la reelección de los diputados y senadores les iba a dar cierta autonomía, hoy pienso lo contrario, la reelección los hace aún más sumisos, ya que esta depende de que tengan una disciplina total al presidente y al partido. En Morena hay una sola voz y no existen los contrapesos que representaban los sectores en la época priista. De no existir el Poder Judicial, el presidente López Obrador hubiera podido pasar sobre la Constitución y no hubiese tenido durante el sexenio otro poder que lo parase.

Si no queremos otro sexenio en que la instrucción al Congreso sea “no le cambien ni una coma”, tenemos que ganar la mayoría, para lo cual es necesario, sin debilitar la campaña presidencial, dar apoyos directos a todos las candidatas y candidatos a senadores y diputados. Aun perdiendo la Presidencia, si ganamos la mayoría en ambas cámaras podremos defender desde el Congreso nuestra democracia; por el contrario, si perdemos la mayoría estaremos a expensas nuevamente de los caprichos presidenciales.

Ciudadano interesado en las soluciones para el país y la Ciudad de México. Político mexicano, ha sido diputado federal (1988-1991), senador (2000-2006) y jefe delegacional de Miguel Hidalgo (2009-2012)

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