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Ozon, una mirada sobre el pederasta Bernard Preynat
François Ozon lleva a la pantalla el caso del sacerdote pederasta Bernard Preynat. Se trata de la película Grâce à Dieu (Gracias a Dios).
Estrenada en febrero del año pasado en Francia, la película tuvo que enfrentar las demandas de dos personas disgustadas por ver sus nombres en la cinta. La justicia echó abajo sus peticiones alegando libertad de expresión.
“En la época, a mi entender no cometía agresiones sexuales sino que eran caricias, cariños. Estaba equivocado. Son las acusaciones de las víctimas las que me lo han hecho comprender” (Le Monde, 14 de enero), explicó Bernard Preynat, hoy de 74 años, acusado de haber cometido esos actos entre 1971 y 1991, cuando era capellán de los scouts en Sainte-Foy-Lès-Lyon, un pueblo cercano a Lyon.
Director de películas como El amante doble, Joven y bella y 8 mujeres, Ozon dejó a un lado su eventual humor, pero no el interés de espeleólogo que desciende a las máximas profundidades de la sexualidad humana: “Mi primera motivación era hacer una película sobre la fragilidad de los hombres. Siempre se dice que el cine sobre mujeres trata de sentimientos mientras la acción queda para los hombres. Buscaba argumentos que me pudieran servir para desmontar este cliché”.
Los niños tenían en la época entre siete y 15 años. Durante todos esos años, el padre Preynat era admirado por los padres de los scouts, que le confiaban sus hijos sin hacer preguntas, para excursiones dentro y fuera de Francia.
En junio del 2014, Alexandre Guérin, empresario exitoso, padre de cinco hijos y católico practicante, se encontró con un antiguo compañero de los scouts de la parroquia de su infancia, san Lucas. Ambos recordaron haber sufrido abusos por parte de Bernard Preynat.
Preynat expresó el lunes su arrepentimiento ante el tribunal, se declaró “culpable” del dolor causado a las víctimas y expresó el deseo de que “este juicio se celebre lo más rápido posible, pues el proceso se inició hace ya cinco años”.
“Yo sabía que estos gestos estaban prohibidos, que eran caricias que nunca debería haber hecho. Eran a escondidas”, admitió. “Me aportaban placer sexual”. Eran “cuatro o cinco niños cada semana”, dijo el excura.
Francia no logra asimilar las declaraciones de Preynat.
François Devaux, una de las víctimas de Preynat y cofundador de las asociación La Palabra Liberada, atestiguó. “Lo que estoy viviendo aquí, en el proceso, es lo más duro que he vivido desde el principio del caso”, añadió.
Devaux intentó suicidarse. “Antes, me parece, yo era un niño lleno de luz. Después de esto, viví una vida muy sombría (...) y me vinculé con cosas muy peligrosas”, destacó (agencia AFP, 14 de enero del 2020).
Preynat declaró el día de ayer que de niño fue víctima de abusos. Imposible de comprobar lo dicho. Las personas que acusa están muertas. “No tienen que creerme”, comentó.
La película de Ozon fue rodada en secreto con un título falso. Las escenas que ocurren en la Iglesia se tuvieron que llevar a Bélgica lejos de las miradas de los habitantes de Lyon. Los nombres de los sacerdotes no han sido modificados. Los de las víctimas, sí. “Son nombres de sobra conocidos en Francia y han sido expuestos en la prensa. No tenía sentido esconder nada. El sacerdote mismo ha confesado. Sería ridículo o hipócrita cambiar ningún nombre”, explica Ozon al diario español El Mundo (8 de abril del 2019).
Las resistencias para abrir los episodios son vergonzosas. Es el caso de Fernando Martínez, quien vive en Roma. “La congregación de los Legionarios de Cristo concluyó que el sacerdote Fernando Martínez Suárez abusó de ocho menores entre 1990 y 1993” (La Jornada, 22 de noviembre del 2019). Al día de hoy ya lo despojaron de su estado clerical, pero aún no han logrado la extradición hacia México.
¿Se requerirá que Ozon aborde el caso?