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Para 2050 seremos más de 9,000 millones de seres humanos que contaremos con menos recursos de los hoy disponibles para alimentarnos… ¡¿Qué hacemos?!
Hoy en día, la palabra prosperar tiene un nuevo sentido. Ya no podemos pensar en prosperar de manera individual o con nuestra familia nuclear. Hoy más que nunca es necesario trasladar nuestras acciones a un trabajo colectivo y cooperativo para que esta palabra cobre un verdadero sentido.
Como humanidad nos estamos enfrentando a diversos factores: cambio climático acelerado, crecimiento exponencial de la población y, por tanto, crecimiento de las áreas urbanas, lo que significa cada vez un menor número de espacios disponibles para la siembra de los alimentos que el mundo necesita para alimentarnos. Si nos damos cuenta, todo va interconectado y, si somos conscientes de que estos cambios a gran escala repercuten en el día a día de cada uno de nosotros, seremos conscientes de que, como civilización, tenemos una tarea pendiente: SER RESPONSABLES.
Como líder de comunicación de una empresa global, cuando digo que tenemos que ser responsables, quiero decir que tenemos que ser solidarios ante la sociedad, sensibles a los retos que estamos enfrentando y poner todos nuestros esfuerzos desde cada una de las áreas de nuestro negocio para minimizar el impacto de nuestras acciones. Durante la última década, hemos visto un importante incremento de este tipo de compromiso por parte de las personas, de las compañías, y de muchas otras instituciones, todas con el objetivo común de contribuir activamente y de manera voluntaria al mejoramiento social, ambiental y económico comunitario, lo que nos convierte a todos en corresponsables en la búsqueda de una solución.
Acatar este compromiso dentro de las empresas trae grandes beneficios a las mismas, tanto a nivel externo como interno, ya que no solo mejora la percepción de la marca ante la comunidad, sino que se obtiene un alto nivel de orgullo y confianza también por parte de los colaboradores, quienes sentirán un mayor compromiso al saber que su trabajo ayuda, en cierto sentido, a generar un cambio.
Evolucionar a ser una empresa corresponsable de un reto tan grande a nivel mundial, requiere compromisos en las acciones que se llevarán a cabo en el ámbito ético y social, además, esta labor igualmente genera impactos positivos dentro de las organizaciones; pero, sobre todo, beneficios a todos los actores que conforman la cadena de valor.
Compañías internacionales que han alcanzado con éxito convertirse en aliados y generadores de cambio, aconsejan contemplar diversos pasos para lograr estrategias afines a estos objetivos, como realizar una estrategia de sostenibilidad corporativa, definir y difundir acciones a largo plazo, y el fomento de buenas prácticas ciudadanas dentro y fuera de la empresa. Por ejemplo, en el caso de Kellogg, empresa líder en el sector alimenticio, hemos desarrollado la estrategia de responsabilidad social “Mejores Días” y participado en programas como “Maíz para México”, a través de los cuales procuramos disminuir la inseguridad alimentaria. Ambos ligados a nuestra estrategia de negocio y reflejado en nuestra visión y propósito de crear mejores días y un lugar en la mesa para todos a través de nuestras marcas de confianza.
Un punto importante para iniciarse de manera acertada en el camino de la responsabilidad social son las alianzas entre empresas, con lo cual se busca sumar esfuerzos para mejorar los proyectos en común, y mejor aun cuando el fin es apoyar planes que pretenden transformar la calidad de vida en comunidades en el país y diversas partes del mundo.
En este sentido, en el caso de empresas enfocadas en erradicar el hambre y mejorar las condiciones de vida en diversas regiones, existen importantes alianzas, como en el caso de Kellogg en México con la Red de Bancos de Alimentos de México (BAMX), con el Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), así como con Global Foodbanking Network (GFN) y United Way a nivel global, instituciones que en conjunto han logrado grandes resultados, gracias a los objetivos compartidos y al éxito de sus programas.
Como miembro de una empresa responsable y comprometida con la seguridad alimentaria, hago hincapié en el deber que tenemos como sociedad de apoyar a nuestros semejantes evitando el desperdicio de alimentos desde casa, con pequeñas acciones como la planeación de comidas en la semana, consumir los alimentos de acuerdo con su fecha de caducidad, planeando una colecta, e incluso, siendo voluntario.
Todo esto, sin duda, tiene un impacto positivo en nuestro entorno, y más tomando en cuenta el contexto actual, en el que tanto en México como en Latinoamérica y el resto del mundo nos enfrentamos ante un escenario creciente de personas en estado de vulnerabilidad con algún tipo de carencia alimenticia y, con la llegada de la pandemia, esta situación se magnificó, lo que podría agregar hasta 100 millones o más a los 690 millones de personas que ya padecen hambre.
Por este tipo de retos que requieren acciones urgentes es que las compañías socialmente responsables tenemos el compromiso de llevar a cabo acciones, e invitar al público a participar, para alcanzar un mejor futuro, uno más sostenible en el que se vislumbre a corto y mediano plazo igualdad de posibilidades entre todos los habitantes del mundo.
*El autor es director de Asuntos Corporativos para Kellogg Latinoamérica.