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¿Pausas en las relaciones con Irán y Afganistán?
Afganistán e Irán se encuentran extirpando a las mujeres de su demografía, como si fueran órganos invadidos por un cáncer. Son países-caverna. En ellos reina la irracionalidad y la violación de los derechos humanos.
Dicen sus gobernantes clérigos que por mandato divino tienen que sancionar a las mujeres que muestren voluntad por ir a estudiar a la universidad o a las que descubran su pelo o las piernas; la sharía es la guillotina del siglo XXI.
Miles de adolescentes salen a las calles para manifestar su desacuerdo, pero los gobernantes clérigos los reprimen, y quienes se atrevan a herir a sus guardias de la moral, la horca les espera.
Las teocracias suelen señalar a Estados Unidos como instigador. Washington interpreta el papel de satanás, según los guionistas del storytelling: un cuento que invariablemente convierte la parodia en tragedia.
Es el siglo XXI.
En otra región del planeta, países como España aprueban una ley para quienes desean cambiarse de sexo. Priman la libertad personal sobre la imposición de los cavernícolas-zombis. Romper con el determinismo vigilado por pazguatos es una sanción que se paga con la vida en países como Irán y Afganistán.
Las libertades molestan a los tiranos porque de manera perpetua desean moldear a la sociedad; a sus integrantes los quieren en el interior de sus casitas y bien portados.
Es mandato de dios, dicen los mensajeros que interpretan el papel de clérigos gobernantes.
Irán y Afganistán requieren la atención del mundo. Estos momentos son determinantes para sus mujeres. Mostrarse equidistante frente a lo que ocurre en ambos países es un rasgo deshumanizante.
En ocasiones, uno tiene la sensación de que países como Irán o Afganistán forman parte de un planeta llamado Haití. Lo que ocurre en ese planeta no genera el mínimo interés en el planeta Tierra. Por ejemplo, Haití no recibe la encomienda de la FIFA para celebrar un Mundial de futbol sólo porque no tiene el gas que tienen regiones como Qatar. En el planeta Haití se ubican países como El Salvador, Honduras, Uganda o Nigeria, entre muchos otros.
Existe otro planeta llamado Palacio Nacional. Para el presidente López Obrador lo que ocurre en Afganistán e Irán no tiene valor de cambio en sus conferencias de prensa. De poco le serviría poner en pausa las relaciones diplomáticas con ambos países. No vaya a ser que los ayatolás se enojen y nos envíen drones asesinos; no vaya a generar un malestar en la persona de Alí Jamenei porque en una de esas nos envía a sus guardias revolucionarios o a miembros ilustres de la policía de la moral. La no injerencia le obliga al presidente AMLO a guardar silencio frente a las masacres que están ocurriendo en Irán. Si en México están ocurriendo masacres, lo mejor es guardar silencio como mandata el librito del viejo PRI.
Lo más rentable para los populistas es pegarle a los yankees. Decir que no le gusta el modito de los tuits del presidente Biden excita al rebaño. Poner en pausa la relación con España representa un castigo para Hernán Cortés.
La mejor política exterior es la agresión. En el planeta Palacio Nacional se ubican la Venezuela de Maduro o la Cuba de Miguel Díaz-Canel, ambos con represiones en su currículum.
Mientras tanto, ningún comentario, ninguna mención sobre las crisis en Afganistán e Irán. Resulta bochornosa la explicación que ofreció la SRE sobre su equidistancia en el caso iraní. Diálogo, la razón de la abstención en la ONU.
Mucha suerte a Marcelo Ebrard y Martha Delgado en la negociación con los ayatolás. Esperemos que pronto viajen a Teherán para cerrar un acuerdo y los clérigos dejen de aplastar el futuro de las mujeres.
@faustopretelin