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Pelosi provoca a China en el peor momento
Las reacciones que suscita la visita de Nancy Pelosi a Taiwán revelan el elevado grado de descomposición en la relación entre Estados Unidos y China, pero sobre todo el nulo diagnóstico de de la presidenta de la Cámara de Representantes sobre el entorno inestable e incierto alrededor del mundo.
También representa un castigo hacia China por el apoyo tácito del país asiático hacia Rusia en su invasión a Ucrania.
La decisión de Pelosi también involucra al presidente Biden por pertenecer al mismo partido, algo distinto hubiera representado la visita si la líder del Congreso perteneciera al Partido Republicano.
La resultante de la visita tiene doble lectura: la doméstica revelará un apoyo incondicional de los republicanos hacia Pelosi, y genera externalidades positivas en la figura alicaida del presidente Joe Biden.
La lectura desde el exterior de Estados Unidos apunta hacia una clara provocación de Nancy Pelosi no sólo por su visita, también en la forma en que su equipo no la comunicó de manera oficial con anticipación.
El 18 de julio el equipo de Pelosi filtró al Financial Times las intenciones de la congresista demócrata.
También es una provocación porque incumple la llamada ambigüedad estratégica con la que Estados Unidos se compromete a reconocer a una sola China más allá de los acuerdos comerciales y militares entre Washington y Taipéi.
Es comprensible que Nancy Pelosi prepare su legado como legisladora siendo consistente: treinta años atrás manifestó su solidaridad en la Plaza de Tiananmen a los disidentes que murieron en las horas trágicas de la masacre en 1989, pero resulta poco responsable que agregue más incertidumbre a la política internacional que ha generado la guerra en Ucrania.
También es loable que promocione la libertad y la democracia, sin embargo, Estados Unidos no pasa por sus mejor momentos en esos rubros. El asalto al Capitolio el 6 de enero del año pasado y el legado de Trump, en particular, pero también el peso ideológico/partidista de los jueces que componen la Suprema Corte, arrojan cierto deterioro en la democracia estadounidense.
La pregunta no es si China invadirá Taiwán en corto plazo, lo importante simplemente es conocer la fecha en que lo hará. Un importante militar taiwanés comentó el año pasado que el año 2024 sería el momento en el que Xi Jinping elegiría para hacerlo. La guerra en Ucrania se cruzó en sus planes por lo que no sería ilógico que retrasara su decisión, sin embrago, la visita de Pelosi a Taiwán podría cambiar los planes de Pekín.
No es baladí la reacción del gobierno chino una vez que Pelosi pisó la isla. El lenguaje elegido se adhiere a códigos lingüísticos de guerra y no al librito de la diplomacia. Anoche fue llamado el embajador de Estados Unidos al ministerio de Exteriores. Ahora, a esperar que baje la espuma de la retórica.
@faustopretelin