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Opinión

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Pemex: al borde del abismo

No hay lugar para la suposición por parte de los ingenuos en el sentido de que la situación financiera de Pemex puede mejorarse mediante una asunción de deuda...

Rebuscamientos jurídicos aparte, en lógica estricta Pemex y el Gobierno Federal son la misma cosa. En la medida en que el Gobierno Federal es el propietario total de la empresa (el accionista único, en términos capitalistas), los pasivos de esta son automáticamente deudas gubernamentales. Pero como decían los clásicos, los mercados suelen tener sus imperfecciones. Y una de ellas, muy visible, por cierto, es que el Gobierno Federal y Pemex tengan calificaciones de deuda distintas.

En ese marco de imperfecciones del mercado, se recibió el anuncio por parte del presidente López Obrador relativo a que el Gobierno Federal, a través de la Secretaría de Hacienda, seguirá “apoyando” financieramente a Pemex. Y por virtud de ese anuncio, las cotizaciones de los bonos de Pemex colocados en los mercados internacionales mostraron una recuperación inmediata. Sin embargo, una cosa son las imperfecciones de los mercados y otra muy diferente la racionalidad de los agentes que operan en los mismos. “No hay borracho que coma lumbre”, reza el refrán. En ese sentido, ya en junio de 2022 Pemex emitió una colocación por 2,000 millones de dólares a una tasa altísima de 9.25% anual y de la cual únicamente se pudo captar el 75 por ciento. Así que la perspectiva de hacer nuevas emisiones con la finalidad de refinanciar deuda que va venciendo no se presentan muy optimistas.

El tema esta clarísimo. Me parece, por tanto, que no hay lugar para la suposición por parte de los ingenuos que pueden pensar que la situación financiera de Pemex se podría mejorar con tan solo una asunción parcial o total de los pasivos de la sobreapalancada paraestatal por el gobierno. Desechando las ingenuidades, lo más probable sería que esa asunción de deuda acabaría pesando y mucho, sobre las finanzas públicas. Y lo peor de todo, sobre la posibilidad de recortes en la calificación crediticia de México. Más que ser salvada, la paraestatal tiene una amplia posibilidad de hundir al Gobierno Federal. Y un asunto más al que no se hace referencia en las notas sobre el tema. La cuestión del destino alternativo útil que se podría dar a esos recursos fiscales que se aplicaran a liquidar los vencimientos de la deuda de Pemex.

Y todo, por la obsesión ideológica de que Pemex intensifique su participación en el negocio de la refinación, en el cual arrastra muy grandes desventajas competitivas.

bdonatello@eleconomista.com.mx

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