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Philip Pullman vs la religión organizada
O de cómo un autor para niños puede hacer profundas reflexiones sobre la fe.
Amo a Philip Pullman y siento como si él me amara a mí. ¿Por qué? Porque cada uno de sus libros ha tenido un profundo significado en mi vida.
Pullman es autor de libros que sobre todo son para niños y adolescentes, pero que son tan buenos y tan profundos que pueden ser disfrutados por quien sea. Ande, acérquese al anaquel para niños, pregunte por ellos, no sienta pena. Le prometo que no se decepcionara.
Decía que todos los libros de Pullman han tenido un impacto profundo en mi vida. Cada uno ha llegado en momentos importantes. Por ejemplo, mi llegada a la vida adulta, o la época de entrar a mi primer trabajo, o el final de la preparatoria.
Me sentí muy orgullosa cuando Pullman me contestó un correíto que le mandé hace muchos años. Fue una respuesta escueta, pero amable en la que me decía que le daba gusto que sus libros fueran tan importantes para mí.
Tiene Pullman tres tipos de libros: los de la serie La materia oscura, la colección de espías protagonizada por Sally Lockhart y lo que él llama “cuentos de hadas”: novelas que cuentan una historia cerrada y no pertenecen a ninguna serie.
Pullman también es solemne. Hace unos años publicó una colección de cuentos de los hermanos Grimm reescritos por él mismo para darles actualidad. La sorpresa es que los cuentos no necesitaron grandes cambios: así como estaban eran atemporalmente buenos.
De Pullman lo he leído todo y siempre estoy esperando más. Mi serie favorita es la trilogía de novelas conocida como La materia oscura y tengo, tenemos, la suerte de que justo en este momento se esté publicando la continuación de esa trilogía con otro nuevo conjunto de libros: The book of dust, o El libro del polvo.
La materia oscura es una serie interesantísima. Mezcla de fantasía con física cuántica, Pullman crea un universo en el que los grandes villanos son la iglesia católica.
Verán, Philip Pullman detesta la religión organizada y sobre todo al cristianismo. Piensa que por culpa del oscurantismo de la religión el desarrollo de la ciencia se ha detenido por lo menos 100 años.
La materia oscura cuenta la historia de Lyra Belaqua, una niña temeraria que vive en Oxford, Inglaterra en una época muy parecida a la nuestra. Pero en otro mundo. ¿Están familiarizados con la idea cuántica de que existen muchos universos paralelos posibles? Bueno, ese es el punto de partida de la novela. Lyra tendrá que sobrevivir a Dios y todos sus ángeles para completar la gran misión de su vida. No les revelo cuál es porque quiero que se echen la trilogía.
Justo ahora estoy leyendo la primera entrega de The book of dust: The belle sauvage, continuación de La materia oscura. Creo que The book of dust ya está en español, por cierto. El libro es una delicia. Cuenta hechos que sucedieron antes de La materia oscura, cuando Lyra Belaqua era bebé. El protagonista es Malcolm Polstead, un niño muy observador y sensible que observa el mundo desde The Trout, el hostal de su familia, un lugar donde se reúnen forasteros, académicos de Oxford, ladrones y demás fauna. Escuchando sin que los demás se den cuenta, Malcolm va armando un peligroso rompecabezas en el que Lyra se encuentra en el centro de todo. Malcolm hará todo lo posible para proteger a la bebé de la iglesia, que quiere deshacerse de ella porque su futuro es un riesgo para la fe.
Sí, a Philip Pullman no le caen para nada bien los religiosos. En sus libros los sacerdotes, monjes y monjas siempre son personajes sombríos, aunque sabe darles complejidad: no son sólo malos, a veces también tienen gestos de nobleza y fidelidad. Finalmente están apegados a una misión, como los personajes de las novelas épicas. La fe es complicada y Pullman lo sabe. Es parte de la naturaleza humana. El problema viene cuando se la quiere imponer a alguien, sobre todo a un niño, sin preguntarle su opinión.
Las novelas de Philip Pullman son profundas reflexiones sobre la fe, más allá de la fantasía, el pensamiento mágico e inclusive la ciencia ficción. Lo que más le importa es que sus lectores piensen por sí mismos. Y eso es más que satisfactorio.