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Elecciones y decisiones
El pasado 8 de noviembre se celebraron las elecciones intermedias en EE.UU. para renovar los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 lugares en el Senado y varias gubernaturas importantes, incluyendo Texas, Florida e Illinois.
Previo a las elecciones, se anticipaba que los Republicanos obtendrían ganancias importantes que les permitirían controlar ambas Cámaras del Congreso. No obstante, si bien se confirmó que los Republicanos tendrán la mayoría en la Cámara de Representantes, no se logró esa “marea roja” que los analistas anticipaban.
Asimismo, es notable que aunque Donald Trump apoyó personalmente a varios candidatos, los resultados no le favorecieron como él presumía antes de las elecciones; de hecho, ya existen señalamientos que sugieren que las pérdidas de los candidatos de Trump fueron precisamente la razón por la cual los Republicanos no obtuvieron un mayoría más amplia.
Podemos derivar varias conclusiones iniciales de estos resultados. Primero, contrario a lo que se repitió durante la campaña, el Presidente Biden se encuentra en una posición mucho más fuerte que la que sus detractores le conceden. Los éxitos legislativos recientes – sobre todo su plan para reducir la inflación, que otorga cantidades importantes de dinero para temas relacionados con la transición energética – fueron bien recibidos por el electorado, además de que la polarización generada a partir de ciertas decisiones de la Suprema Corte de Justicia, sobre todo en temas como el aborto, movilizaron el voto joven a favor de los Demócratas.
Asimismo, estos resultados apuntan a que algunos de los temas más importantes para la agenda del Presidente Biden, como son el cambio climático y la transición energética, no perderán ímpetu ni serán bloqueados fácilmente por la delgada mayoría Republicana.
En materia legislativa, habrá temas en donde existirán consensos mínimos: por ejemplo, no hay duda de que el enfrentamiento con China, por lo que las iniciativas para continuar promoviendo un desacoplamiento de ambos países seguirán, pero difícilmente se podrá construir una agenda de trabajo robusta para los siguientes dos años.
¿Qué quiere decir esto para México? En un país como el nuestro, en donde la figura presidencial ha sido tradicionalmente el eje dominante de las discusiones públicas, puede resultarnos complejo entender la ascendencia que tiene el Congreso de EE.UU. sobre el Ejecutivo de dicho país.
No obstante, es necesario especular sobre las consecuencias para México de las elecciones de medio término en EE.UU. Por un lado, la administración Biden ha reaccionado rápido para construir una narrativa de triunfo, a pesar de que las bancadas demócratas serán más pequeñas, lo que podría darle un impulso al discurso oficialista en los siguientes meses. Esto implica que México debe ser mucho más estratégico en su acercamiento con la Casa Blanca, y, sobre todo, promover vínculos con algunos de los nuevos actores políticos recién electos.
Asimismo, y en respuesta a una mayor influencia Republicana, no podemos descartar que el discurso oficial se endurezca en algunos temas de importancia para dicho partido y que tienen gran relación con México, como son migración, tráfico de fentanilo, seguridad, armas y el cumplimiento de los compromisos del T-MEC por parte de México. Es posible que veamos un incremento en el discurso anti-México entre varios actores republicanos, sobre todo aquellos que tengan aspiraciones hacia el 2024.
Finalmente, no debe perderse de vista que el liderazgo republicano en la Cámara de Representantes les permitirá convocar a audiencias para revisar estos temas, y que algunos comités ahora serán presididos por representantes fronterizos que conocen de manera detallada a nuestro país.
*El autor es académico de la Universidad Panamericana; previo a eso, desarrolló una carrera de veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales.