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Opinión

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Política energética de México: El rechazo al planeta

Foto: Archivo

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El cambio climático es el mayor reto ambiental que tenemos actualmente como especie y casi seguro el mayor que hemos vivido en la historia de la humanidad.

El mayor generador de gases de efecto invernadero, causante de la aceleración del cambio climático, es el sector energético. Los países empezaron a usar energía renovable de forma más acelerada y masiva a principio del presente siglo. México debió crear mecanismos de Estado que permitieran la participación de privados para desarrollar parques de generación eólica. La solar fotovoltaica se desarrolló hasta la segunda mitad de la presente década.

La reforma energética de 2013 hizo una profunda transformación en el sector eléctrico, que tuvo entre otras características mecanismos para incrementar la generación mediante fuentes renovables, los Certificados de Energías Limpias y su obligatoriedad.

Los resultados fueron impresionantes. En las subastas de largo plazo se lograron contratos para la construcción de capacidad de generación por más de 7,500 MW de capacidad solar y eólica, principalmente.

¿Por qué tuvieron éxito las renovables?

En realidad hubo tres condiciones fundamentales: primero la caída internacional del costo tecnológico. La segunda condición fueron contratos de largo plazo, que permitieron anclar proyectos que se podían amortizar en esos largos periodos, con lo que el costo nivelado de los proyectos fue lo que se evaluó, generando como ganadores a los generadores limpios o renovables. El claro tercer factor fue los certificados de energías limpias.

Desafortunadamente todos estos logros se fueron borrando con el cambio de gobierno.

Una promesa del presidente de no modificar el marco regulatorio energético, además de una serie de promesas puestas en el proyecto 18 pareció anunciar la continuidad en la transición energética, aunque habría incertidumbre pues el mismo proyecto 18 mostraba un ánimo petrolero del gobierno plasmado en ese proyecto era incompatible con la promesa de respeto al marco legal y con la transición energética. Lo que resultó fue un verdadero Frankestein que inició con cancelaciones de subastas, líneas de transmisión, el intento de acreditación de certificados de energía limpia cachirules y continuó con los acuerdos del Centro Nacional de Control de Energía y de Secretaría de Energía durante la jornada de aislamiento por el Covid-19. A eso debemos agregar la construcción de la refinería de Dos Bocas y el incremento en el uso de refinerías.

La política energética está basada entonces en dos factores clave:

Primero, prolongar el uso y aprovechamiento de los derivados del petróleo en la movilidad y en la generación de energía, incrementando la capacidad de refinación para satisfacer el mercado interno de gasolinas. Si bien se ha manifestado la no conveniencia económica de estas medidas, además de eso la construcción de una refinería parece obligar a mantener políticas de uso de combustibles por los siguientes 30 a 35 años, que es el retorno de inversión mínimo de una refinería que irían acompañados de la operación de las demás refinerías con emisión de residuos como el combustóleo, que por su alto contenido de azufre se ha visto limitado en la demanda en el mercado internacional.

Eso ha llevado al segundo factor clave en el sector: prolongar, con el pretexto de la confiabilidad, el uso de los combustibles fósiles para la generación de energía.

Si bien el discurso de la intermitencia como factor del sistema eléctrico es totalmente válido, la realidad es que la característica de intermitencia ha sido abordada y resuelve en los países que si tienen como principio energético la transición a energías limpias. México parece ser el único país que busca limitar, con cualquier pretexto, la entrada en operación de generadores renovables y prolongar a lo largo del tiempo la operación de generadores de combustibles.

Si bien han mencionado la política de reforestación, sembrando vida, como un mecanismo de captura de carbono, independientemente de sus problemas administrativos o económicos como inductor de cambios de uso de suelo, sembrando vida ofrece una porción marginal de las emisiones que deben evitarse o capturarse como país.

En resumen, la política energética de México es contraria a la lucha contra el cambio climático y el estado, no tiene ni ha presentado una sola estrategia de combate al cambio climático o para transición energética. Donald Trump debe estar orgulloso de su vecino del sur.

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