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Opinión

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Por qué deben de preocuparnos las tendencias demográficas

La distribución por edad de una población cambia lentamente, mientras cada cerdo demográfico transita dentro de la boa poblacional”.

Steven Pinker, psicólogo experimental, y escritor canadiense.

Recientemente, la discusión de la posibilidad de una nueva reforma al sistema pensionario ha provocado nuevas reflexiones sobre aspectos  pensionarios y demográficos, pero frecuentemente se deja de lado el gran tema que afecta la viabilidad de cualquier cambio de esta naturaleza, pero que además tiene un impacto fundamental en el futuro de los temas económicos y sociales de nuestro país: el cambio demográfico.

Muchas personas siguen dando como válido el paradigma de que vivimos en nuestro país en una condición de sobrepoblación, pero éste ya no es el caso.

Un indicador estadístico demográfico, que permite medir la tendencia de crecimiento de la población de un país, es la que se conoce como tasa de fecundidad, ésta se define como el número de nacimientos en un año, por cada 1,000 mujeres de edades entre 15 y 49 años (considerado para efectos demográficos como el periodo estimado de edad fértil de la población femenina).

Se considera que una tasa de fecundidad de 2.1 es la mínima necesaria para asegurar una tasa de reemplazo de equilibrio de largo plazo de la población, esto implica, mantener el tamaño de una población de manera estable en el tiempo.

Las economías europeas han venido consistentemente disminuyendo su tasa de fecundidad por debajo de dicho nivel, llegando incluso en países como España a acercarse ya a un indicador de 1, lo que implica un decremento consistente futuro del tamaño de la población.

México había tenido, todavía hasta hace unos años, tasas de fecundidad superiores a la tasa de reemplazo 2.1. De 1990 al año 2000, la tasa de fecundidad en México pasó de 3.4 a 2.7 y posteriormente se mantuvo en niveles superiores a 2 hasta el 2018. En los últimos años, sin embargo, la caída se ha acelerado. Con los últimos datos disponibles en el 2022 la tasa fue de 1.8 y se estima que en el 2023 habrá tenido un nivel similar.

Ello implica que tenemos ya cinco años consecutivos con una tasa de fecundidad inferior a la tasa de reemplazo de largo plazo, con un efecto real, más acelerado de lo que se estimaba, en la futura contracción del tamaño de la población de nuestro país.

Lo anterior tiene entre otras, dos implicaciones. Por un lado, al dejar de crecer la población, esto implica que en proporción, la población empieza a aumentar su participación en los grupos de mayor edad. Simultáneamente, los nuevos nacimientos generan un crecimiento más lento de las poblaciones de niños y posteriormente de jóvenes. Esta combinación de factores tiene múltiples efectos: por un lado, a nivel productivo, las generaciones futuras de personas en edad laboral seguirán decreciendo, primero proporcionalmente y después en términos absolutos. Poblaciones jóvenes futuras más pequeñas, implica que serán menos las personas que pueden estar empleadas en el sector productivo, con un impacto evidentemente en el crecimiento económico, no solo por su contribución a la productividad sino por su papel como consumidores.

Por otro lado, una población que aumenta su proporción en cuanto a adultos mayores tiene mayores presiones en temas como la seguridad social y las pensiones; temas ambos que requieren y demandan recursos crecientes que deben de provenir, ya sea de contribuciones individuales (por ejemplo, mediante las cuentas individuales de las afores) o a través de la canalización de recursos públicos crecientes, con impacto en deuda y en déficit público.

Como país como sociedad y como gobierno estamos obligados a planear para esta aceleración de la transición demográfica, que es una fuerza inevitable que, sin medidas de política pública claras, es potencialmente compleja para los graves problemas del país.

raul@martinezsolares.mx

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.

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