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Opinión

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Por qué quienes se definen de izquierda deben apoyar a Xóchitl Gálvez

La izquierda sostiene que para que un país progrese, hay que fortalecer el conjunto de las capacidades económicas de la sociedad y los servicios sociales básicos (salud, sistema educativo, pensiones).

Si algo ha caracterizado a la izquierda ha sido combatir las tres fuentes principales de la desigualdad: la clase social, la raza y el sexo y la tendencia a transformar en “más iguales a los desiguales” mediante programas e instituciones.

Además, cuando la izquierda ha sabido colocar a la libertad como referencia y la utiliza como criterio, se posibilita distinguir no sólo los propósitos y fines, sino lo ético de los medios y los métodos que se emplean para obtenerlos.

A quienes nos formamos, militamos y nos seguimos definiendo como gente de izquierda, como izquierda libertaria, nos preocupan sobremanera dos rasgos que definen a la Cuarta Transformación y su continuidad como una propuesta autoritaria.

El primero se refiere a la afirmación de que la Justicia está por encima de la Ley.

No se puede aceptar que lo justo sea definido al margen de la Ley por una persona que no se siente obligado a respetar la legalidad. Lo que es justo debe definirlo la propia Ley, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Congreso de la Unión modificando, en su caso, la Ley injusta y no el Ejecutivo Federal encargado de garantizar su aplicación. 

Defenderemos, en consecuencia, el principio fundamental del Estado de Derecho: “mientras los individuos pueden hacer todo lo que no les está prohibido expresamente, el Gobierno y las autoridades deben de hacer únicamente lo que les está permitido, para lo cual deben motivar y fundamentar en la Ley todos sus actos”.

Nos preocupan los amagos sistemáticos a los otros poderes de la Unión y Organismos Constitucionalmente Autónomos desde el Presidente de la República que no se asume como Jefe del Estado Mexicano, sino como una facción de éste. 

La División de Poderes distingue el ejercicio del poder público en ámbitos separados evitando su concentración en una persona, pero también permite la colaboración entre esos tres poderes y entre los distintos niveles de gobierno, federal, estatal y municipal.

No aceptamos que alguien que se vindica todos los días en Benito Juárez pretenda regresarnos a las formas propias de un gobierno centralista y no Federal, más que reivindicar a los hombres de la Reforma con su práctica cotidiana emula a los prohombres del Partido Conservador del siglo XIX.

Dichos amagos son retomados como ejes programáticos en la campaña de Claudia Sheinbaum Pardo. 

En segundo lugar, tampoco estamos de acuerdo en la decisión de la llamada Cuarta Transformación de eliminar o restringir los procesos electorales, el sistema plural de partidos, los órganos electorales autónomos como el INE y el TRIFE y concentrar nuevamente el Padrón Electoral en la Secretaría de Gobernación.

Los argumentos son tramposos: austeridad para rebajar el financiamiento público a partidos y procesos electivos, el presupuesto al INE y al Tribunal Electoral, campañas electorales muy cortas, la desaparición de los Organismos Públicos Locales Electorales; eliminar la pluralidad del Congreso cancelando la figura de Diputados y Senadores electos por listas a partir de la votación nacional de los Partidos Políticos (Plurinominales).

Se busca la Austeridad en los procesos electorales institucionales a cambio del derroche a favor de grupos parapartidarios en apoyo a Morena como los Siervos de la Nación y fuerzas parapoliciales, acarreos multitudinarios con funcionarios públicos al frente en apoyo a campañas de Morena y las formas emergentes de narcopolítica.

Sobre el Gobierno de López Obrador al que se le pretende dar continuidad consideramos que bajo el argumento de eliminar los privilegios y la promoción de lo que denomina Austeridad Republicana ha acreditado la aspiración de la igualdad, pero sin extender los derechos civiles y sociales al conjunto de los ciudadanos; sin renovar y crear instituciones y, por ello, puede ser acusado con razón de aplicar políticas de derecha en cuanto a la subordinación de los intereses del pueblo a las directrices y caprichos establecidos por la actual y transitoria burocracia dominante.

En los hechos, la Austeridad ha desmantelado la Administración Pública, la ha empobrecido de funcionarios capaces, y ha dejado sin presupuesto tareas y obligaciones primordiales del Estado tales como la prevención y atención de desastres, la infraestructura hídrica, el mantenimiento del Metro de la Ciudad de México y un sinnúmero de funciones vitales en todos los órdenes de gobierno incluida de manera relevante la seguridad pública. La política energética se ha convertido en un contrasentido ya que, buscando la Soberanía en esta materia, nuestra dependencia es cada día mayor.

Alguien podría señalar que la Cuarta Transformación sí se ha ocupado de concretar apoyos directos a las personas mientras que la derecha se le criticaba porque lo hacía en los aspectos formales y abstractos o “focalizada”. Pero esta valoración es hoy débil e insuficiente puesto que dichos programas deben ser complementados con una política económica que les permita lograr un efecto multiplicador en la economía del cual carecen y se puedan traducir entonces en mayor competitividad, en la renovación de las capacidades productivas y se reflejen en el aumento del consumo como componente dinamizador del Producto Interno Bruto (PIB).

Hoy, las políticas de igualdad debiesen expresarse como una mayor igualdad de oportunidades, distribución de la riqueza para reducir las escandalosas brechas entre ricos y pobres, eliminación de los privilegios de nacimiento y preparación para estar en la sociedad competitiva. 

Sin embargo, hay un retroceso escandaloso en materia de Salud y se redujo en un año y medio la educación promedio del mexicano que son los indicadores tradicionales para juzgar la eficacia de los gobiernos de izquierda

De otra parte, está el tema de la igualdad ante la ley y del propio sufragio universal, que seguramente representan el mejor esfuerzo para ampliar la paridad entre los hombres que ha creado la civilización.

No puede ser igual ante la Ley un ciudadano al que se le escamotea el Derecho de Amparo frente al poder arbitrario, tampoco es igual ante la Ley el ciudadano inerme en su vida, propiedades y posesiones ante el delito como empresa y del control que los grupos delictivos tienen sobre la población, territorio y gobierno de extensas zonas del territorio nacional que se incrementa día a día a pesar de una preocupante militarización en donde el Ejército asume tareas civiles que le son prohibidas constitucionalmente realizar en tiempos de paz.

Hoy, la izquierda en el gobierno debiese interpretar plenamente la legalidad para asegurar los derechos de las personas bajo el concepto de universalidad por lo que sus acciones, actos y propuestas no pueden tener sólo en cuenta los intereses de los grupos que históricamente representaba, sino a todos los sectores de la población en su conjunto, a todo México.

Para ello, es necesario cambiar un gobierno que todos los días divide a la población, que no la une en un propósito común.

El frente amplio del PRI, PAN, PRD se debe a la coincidencia de esos partidos en la necesidad de garantizar el Estado de Derecho, la pluralidad política y las instituciones democráticas ante un populismo que independientemente de su signo de derecha o izquierda es una falsa salida que distorsiona a la democracia.

En todos los países y épocas, el líder populista y su grupo político consideran tener “la interpretación acertada del bien común” y ser los únicos representantes del pueblo para mantener el poder de una vez y para siempre tomando decisiones “cada día más a favor del pueblo” y cada día más alejadas de los ordenamientos jurídicos.

Hay, por ello, que hacer llegar a la presidencia a una mujer que gobierne con valores, pero también con el método del eclecticismo, es decir, el “mirar un problema por todos los lados”, con la mente abierta a los cambios en una sociedad caracterizada por la complejidad y el derrumbe de las verdades dogmáticas.

El voto de izquierda por la aparentemente contradictoria alianza entre izquierdas y derechas debe ser valorado como un punto de partida de una más amplia redefinición del mapa político actual, en la que  buscamos evitar un país polarizado, avanzar y actualizar las políticas de izquierda para que tengan en cuenta la nueva manera de generar la riqueza, las nuevas estructuras políticas de nuestra sociedad, los temas materiales e inmateriales que reagrupan y dividen a los mexicanos, el malestar generalizado y las nuevas formas de socialización y de representación del imaginario social en la sociedad digital y del conocimiento, frente a la necesaria creación de una sociedad del empleo, del incremento del poder adquisitivo del salario, de oportunidades y de mayor igualdad ante un mundo competitivo que hace más desiguales a los países que se dejan.

No nos confundimos, si bien existe una crisis de las ideologías no creemos en el fin de ellas y, por tanto, señalamos que seguirán presentes en el debate político, agregando que izquierda y derecha no sólo se diferencian desde el punto de vista ideológico, sino también desde el punto de vista pragmático y, aunque son factibles convergencias y terceras vías de integración de sus categorías contrapuestas, tampoco creemos posible ni nos proponemos otorgar a los movimientos políticos y sociales el grado de transversalidad que les permita superar sus diferencias tradicionales.

Sostenemos que cada cual, derecha e izquierda, deberán pelear, defender e impulsar sus postulados particulares y competir por la vigencia de sus programas en un marco democrático.

Llamamos a las mujeres y hombres de izquierda a valorar su voto a favor de Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, candidata a la Presidencia de la República Mexicana.

Y a considerar su voto a favor de la división y fortalecimiento de los Poderes de Unión votando a favor de los candidatos a diputados y senadores del PAN; PRI y PRD.

Autores

Alberto Carrillo Armenta, Guillermo Valdés Castellanos, Alberto Pérez Martínez, Carlos Navarrete Ruiz, Vicente Orozco Olea, Thomás Orozco Larouche,  Jesús Ortega Martínez, José Antonio López, Armando Rodríguez Rivera.

 

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