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Opinión

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Precisiones cambiarias

Los altísimos costos de transacción que sufrimos significan no depreciar el peso, sino insistir en las reformas que impulsen una mayor productividad.

Nos escribe Eugenio Clariond Reyes sobre nuestra reflexión del significado de un peso fuerte, lo que aprovecho para precisar:

1. En una economía abierta, la paridad relativa nos afecta a todos (incluso) industrias como las del vestido, zapato, juguete y otras que han debido cerrar ante un peso caro y renminbi barato . La paridad quizás siga siendo la madre de todos los precios. Un cálculo popular, como el índice Big Mac, indica que el peso está subvaluado en contra del dólar, contrario a lo que reprocha el reclamo exportador. La propuesta de depreciar el peso es el equivalente cambiario del proteccionismo. Significa pedir que se abarate el salario de los que ingresan en pesos, para subsidiar el margen a los que venden en dólares. Es una transferencia de recursos en contra de la cuenta del asalariado. Las exportaciones hay que promoverlas, pero no por la vía cambiaria. Y como decía Manuel Senderos: A una paridad demasiado barata, cualquier mariachi puede exportar .

2. Nuestra economía es cada día más ineficiente gracias a la terrible falta de seguridad, corrupción y burocratismo que debemos soportar. Así que no veo cómo se defiende un peso fuerte . Un excelente comentario.

Pero los altísimos costos de transacción que hoy sufrimos significan no depreciar el peso, sino insistir en las reformas que impulsen mayor productividad. Reiteramos un contra-factual de fantasía: ¿qué pasaría con el tipo de cambio en caso de que la economía lograra neutralizar problemas de seguridad, corrupción, y burocratismo? Sin duda viviríamos el mismo proceso que potencias en exportación en las últimas tres décadas como Chile, Hong Kong o Nueva Zelanda: una fuerte, a veces dramática, apreciación de la moneda.

3. Para los actores económicos lo relevante es un peso estable. Ni débil ni fuerte, sino predecible . Otra excelente observación. Pero insistimos: competitividad real no es producto de manipulaciones cambiarias, sino de eficiencia, inversión en capital humano, acceso a tecnología y mayor productividad. El precio de la libre flotación es que no hay una fórmula preconcebida que determine el valor-dólar de la moneda. La experiencia con el alcoholismo cambiario nos enseña que es mejor no meter la mano.

Donald Brash, exgobernador de una de las naciones más competitivas del mundo, decía: Si los exportadores desean una depreciación, están diciendo que desean reducir los salarios reales. No pueden afirmar que pretenden un tipo de cambio depreciado y mejores salarios o, por lo menos, no lo pueden afirmar con seriedad .

rsalinas@eleconomista.com.mx

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