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Protocolos y no un capricho para el regreso a clases
ecampos@eleconomista.mx
El manejo de la pandemia en México ha estado contaminado desde el principio por la política y esa irremediable tendencia gubernamental por la división social.
Las malas percepciones y las imposiciones ideológicas cuestan vidas. En México hemos sido testigos de una absurda discusión sobre usar o no el cubrebocas. Y si bien no se han medido las consecuencias funestas de ese mal ejemplo, ahí está la realidad de ser el cuarto lugar mundial en cuanto al número de muertes por Covid-19. Y eso que la comparación se hace con la tan subestimada cifra oficial.
Claro que México no está solo en eso de las necedades sembradas desde el poder. Ahí está la encuesta de Fox News en Estados Unidos en la que se puede ver que, entre los votantes por Joe Bien, en las pasadas elecciones presidenciales, 86% ya está vacunado contra el SARS-CoV-2, contra 3% que no tiene planes de ponerse la vacuna.
El contraste viene cuando se hace la pregunta a los ciudadanos estadounidenses que votaron por Donald Trump en noviembre del año pasado. Ahí, 54% de los encuestados ya se vacunó, pero 32% de ellos no tiene ninguna intensión de aplicarse la vacuna.
No puede prevalecer una visión tan nublada cuando se pretende dar un paso tan grande como el regreso a clases de millones de niños y profesores en medio de esta tan agresiva tercera ola de contagios.
No puede reducirse la estrategia gubernamental a esa afirmación presidencial de que “llueva, truene o relampaguee, habrá clases presenciales en agosto”.
Son evidentes las secuelas psicológicas en los niños por el confinamiento. No se ha medido, pero se puede intuir el retraso en el aprendizaje por estos modelos mal diseñados y aplicados de educación pública a distancia. México es de los pocos países que mantienen las escuelas cerradas.
Pero lanzarse a los salones sin los protocolos adecuados es un peligro mayor. Hace falta algo más que abrir las escuelas porque ahí son felices los niños. Hace falta mucho más que el catálogo desarticulado de buenas intenciones al que llaman protocolo, que no incluye ni siquiera abrir las ventanas.
El subsecretario de Salud, el impresentable Hugo López-Gatell, minimiza los impactos de la enfermedad en los niños, pero estudios del National Institutes of Health revelan que la mitad de los niños que tuvieron contacto con el SARS-CoV-2 presentan síntomas que pueden durar hasta 120 días.
Entre 11 y 15% de los menores infectados pueden desarrollar síntomas de lo que ya se llama el Covid largo o el Covid duradero y que incluyen problemas de sueño y pérdida de capacidad cognitiva.
Dice el Presidente que van a dar a conocer datos del impacto psicológico en los menores ante el prologando confinamiento, lo cual será un estudio muy pertinente para conocer más de esta pandemia. Pero también deben elaborar protocolos serios, bien informados de cómo es que los niños pueden regresar a clases presenciales de la manera más segura posible.
No se trata de la convicción presidencial de que sí o sí habrá un regreso a clases y nadie, ni colaboradores ni sindicatos, se atreven a cuestionar las formas para lograrlo.
No se puede reducir todo a que, quien se oponga es porque se trata de un conservador que ya no puede robar.
Volver a las aulas
Van a dar a conocer datos del impacto psicológico en los menores ante el prologando confinamiento, lo cual será un estudio muy pertinente
La estimación
Entre 11 y 15% de los menores infectados pueden desarrollar síntomas de lo que ya se llama el Covid largo o el Covid duradero.
Información
Se deben elaborar protocolos serios, bien informados de cómo es que los niños pueden regresar a clases presenciales de la manera más segura posible.