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¿Qué hacer si te ahogan las deudas y ya no puedes pagar?
Es curioso cómo cambia la vida. Hace poco más de un año una querida amiga me escribió porque tenía invertido un monto no despreciable y quería hacerlo mejor. Hoy está atravesando un bache financiero que la tiene ahogada en deuda. Este es sólo otro ejemplo de que las cosas sí pasan, usualmente en el peor momento y cuando menos lo esperamos. Por eso es importante prepararnos: tener claridad financiera y un buen fondo para emergencias.
Ella padeció lo que muchos mexicanos. Sufrió un despido injustificado y le quisieron dar menos de lo que corresponde por Ley. Decidió defenderse e irse a juicio: yo lo celebro. Pero ya sabemos que en nuestro país la justicia no es ni pronta ni expedita y tiene costos.
Pero además, paralelamente, tuvo que enfrentar un muy fuerte gasto por una situación completamente inesperada que no vale la pena describir aquí. El punto es que debe mucho en dos tarjetas de crédito que ya no puede pagar. Hace poco decidió congelar la deuda en uno de esos planes personales de pago que ofrecen ciertos bancos, pero aún así le está costando muchísimo trabajo. Ella no ve más salida que intentar negociar con el banco o ponerse en manos de una reparadora de crédito.
¿Qué le podría recomendar?
Antes de seguir quiero ser muy claro en una cosa: si uno puede seguir pagando, aunque le cueste muchísimo trabajo y se sienta con la soga al cuello, es mejor seguirlo haciendo. Pero de manera estratégica.
Eso significa destinar lo más que uno pueda a liquidar, enfocándose en la deuda de menor tamaño (cubriendo el mínimo en todas las demás). Cuando esta deuda más pequeña se liquida, uno se enfoca en la que sigue y así sucesivamente. Así mantenemos, además, nuestro historial crediticio sin daño.
Hay otras formas que nos pueden ayudar, como por ejemplo sustituir nuestras deudas por otra de menor costo y que nos implique una mensualidad menor. Pero hay que tener cuidado, porque adquirir un crédito para pagar otro puede ser muy peligroso, particularmente para aquellas personas que no tienen hábitos financieros sanos. He visto casos de personas que terminan aún más endeudadas.
El camino de pagar, sin duda, no es fácil. Es uno de sufrimiento, pero eso nos hace más fuertes de cara al futuro. La experiencia nos hará no querer volver a adquirir deudas. Quedar libre de ellas nos generará un sentimiento maravilloso. Pero además ahora tendremos capacidad de ahorro. Lo que antes pagábamos a nuestros acreedores, ahora nos lo podremos pagar a nosotros mismos. Es una oportunidad de aprender.
En el caso de mi amiga, esto ya no es posible. Ella ya no tiene manera de pagar. Es triste, pero los bancos por lo general no tienen caminos para una reestructura que pueda resultar beneficiosa para ambas partes. Lo más que ofrecen, algunos, es el famoso plan personal de pagos que congela la deuda pero tiene grandes inconvenientes: una tasa de interés que sigue siendo demasiado elevada y la nula posibilidad de hacer pagos adicionales a capital. La única posibilidad de pagar anticipadamente es cubriendo la totalidad de la deuda con los intereses acumulados a la fecha.
Hace ya mucho tiempo en esta columna hablé de eso. Hay funcionarios del banco que literalmente recomiendan a la gente que deje de pagar para ver si entonces les llega algún ofrecimiento. Me sigue pareciendo increíble, aún cuando entiendo que para las instituciones no es fácil abrir caminos que puedan ser explotados con gente que no tiene verdaderamente ni el problema, ni la intención de cumplir con sus obligaciones.
¿Las reparadoras de crédito entonces? No las recomiendo y en la siguiente entrega explicaré por qué.