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Opinión

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¿Qué pasará en la IX Cumbre de las Américas?

Del 6 al 10 de junio próximo se celebrará en Los Angeles, Estados Unidos, la IX Cumbre de las Américas. Desde su primera edición en 1994, este evento ha tenido como objetivo promover la adopción de una agenda continental en áreas tan diversas como el comercio, la economía, los derechos humanos, el combate a la pobreza y la sostenibilidad ambiental, entre otros.

La Cumbre de las Américas ha dejado momentos memorables: desde el entusiasmo de Bill Clinton durante el anuncio del (eventualmente fallido) Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pasando por las manifestaciones en contra de ese mismo proyecto (Mar del Plata, Argentina, 2005), o la molestia notoria por la ausencia de Donald Trump en la última edición de la Cumbre, en Lima, Perú en 2018.

Más allá de las anécdotas, lamentablemente la Cumbre de las Américas no ha tenido el éxito que desearíamos, y posiblemente la próxima edición no será muy diferente, por tres razones: el contexto geopolítico en el cual se desarrollará el evento, la agenda de temas que se discutirán y los países que puedan llegar a ausentarse.

Primero, hay que recordar el contexto en el cual se desarrollará la Cumbre. Para el presidente Joe Biden es fundamental tener algo que pueda mostrar como un logro de su política exterior hacia América Latina, que en realidad ha sido bastante limitada, dado los problemas que Estados Unidos ha enfrentado en Europa y Asia. Esto contrasta con los considerables esfuerzos que China ha hecho por acercarse a Latinoamérica.

Del mismo modo, un evento que sólo sirva de escaparate para la agenda de Estados Unidos no será bien recibido en América Latina. Tampoco servirá si la discusión sustantiva del encuentro solamente aborda aquellos temas que claramente son prioridad para Estados Unidos (migración y medio ambiente) sin que se ofrezca nada en áreas como comercio y cooperación para el desarrollo. No es claro que Estados Unidos tenga apetito de conversar esos temas con la profundidad que los paises latinoamericanos desearían. 

En última instancia, está el tema de los participantes. Las declaraciones de las Cumbres anteriores mencionaron enfáticamente temas relacionados con la democracia; de hecho, según la propia Organización de Estados Americanos (OEA), “la democracia siempre ha sido un tema central en las Cumbres [….] incluida la construcción de una comunidad hemisférica democrática, la preservación y el fortalecimiento del sistema democrático, la buena gobernanza, y la interrelación entre la democracia y las cuestiones socioeconómicas”.

De lo anterior se desprende que Cuba, Nicaragua y Venezuela no hayan sido invitados a la reunión, dado el carácter de sus gobiernos; pero la participación de esos países se ha limitado a un par de invitaciones especiales. De hecho, en la Cumbre del 2018 realizada en Lima, se le retiró la invitación a Nicolás Maduro para otorgar esos lugares a opositores venezolanos. Por ello no deja de ser algo sorpendente que ahora un número de países digan que, si no se invita a todos los países del hemisferio, sus mandatarios no asistirán. 

Pero más allá de las estridencias, esto puede representar un problema para Estados Unidos si otros países importantes no asisten a Los Angeles. Si las asuencias significativas se confirman, el efecto dominó dejará el liderazgo estadounidense lastimado. Aún así, dudo mucho que cambie la postura estadounidense en este sentido.

Independientemente de lo anterior, de ninguna manera sugeriría que estos eventos son inútiles o que deberían cancelarse. Representan una oportunidad inmejorable para refrendar alianzas, avanzar en temas de corte subregional y bilateral, y para inyectar dinamismo a otros temas que a veces no están en la parte alta de la agenda. Simplemente, debemos tener claro que ninguna reunión de Líderes por sí misma resolverá los problemas que tenemos.

México tiene que ser muy estratégico sobre cómo realiza su aproximación a este evento. La realidad innegable es que aunque nuestra alma puede ser latinoamericana, el centro de gravedad de nuestra economía está en Estados Unidos. Por ello, respaldar a nuestro principal socio, con quien compartimos una agenda intensa en literalmente cualquier tema que podamos pensar, debería ser una prioridad.

*El autor es académico de la Universidad Panamericana; previo a eso, desarrolló una carrera de veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales

Twitter: @JCBakerMX

Juan Carlos Baker es académico de la Universidad Panamericana. Durante veinte años trabajó en la Secretaría de Economía, en la Subsecretaría de Negociaciones Comerciales Internacionales, de la que fue titular entre 2016 y 2018.

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