Lectura 3:00 min
¿Qué significa tener salud financiera?
El martes pasado, en la primera columna del año, mencioné que un entorno “difícil” no nos pega igual a todos: le afecta mucho más a quien tiene un desorden financiero en su vida. A la gente que tiene deudas o quienes no tienen un peso ahorrado para imprevistos.
¿Por qué? Simplemente porque su flexibilidad financiera es muchísimo menor. Entonces no tienen la misma capacidad de adaptarse. Quien tiene deudas, por ejemplo, tiene comprometido parte de su ingreso futuro: lo tiene que usar para pagar las mensualidades de sus créditos. Entonces le queda mucho menos dinero disponible.
Pero si tampoco tiene un fondo para emergencias, aunque sea pequeño, cualquier imprevisto le causará un desequilibrio muy importante y posiblemente se vean obligados a adquirir nuevas deudas para poderlo manejar.
He escrito mucho sobre los paradigmas y sobre cómo muchas personas piensan que esa manera de vivir es completamente normal. Otros se justifican diciendo que no tienen de otra. Tenemos que aprender a cambiar esa manera de pensar si queremos verdaderamente tener una vida mejor y con mucho menos estrés. Hagamos algo al respecto, porque, como ya sabemos, hay una muy estrecha relación entre salud financiera y emocional.
¿Qué es la salud financiera?
Como podemos imaginarnos, hay muchas definiciones e interpretaciones de lo que significa “ser saludable”. A mí me gusta poner las cosas en términos de libertad y flexibilidad, pero también de qué tan cerca o lejos estamos de alcanzar lo que es verdaderamente importante para nosotros.
¿Qué nos quita libertad y flexibilidad? Los compromisos, en específico, las deudas. Pero también el no estar preparado para sortear algún evento imprevisto que puede poner en riesgo nuestra estabilidad presente y futura, incluyendo el logro de algunos objetivos.
Alguna vez leí que un signo típico de la salud financiera es tener un flujo regular de ingresos, aunque esto es cuestionable. Hay personas que tienen un ingreso fijo y regular, mientras que otros cuentan con ingresos variables que pueden fluctuar mucho según la época del año. Pero muchas veces he visto gente que está en el segundo caso, con una muy buena salud financiera simplemente porque esa volatilidad en el ingreso le ha obligado a manejar su dinero de una manera más cuidadosa.
Tomando todo esto en cuenta, para mí una buena salud financiera empieza por lo siguiente:
1.- Tener muy claras cuáles son nuestras prioridades –qué es lo que es verdaderamente importante para nosotros en la vida.
2.- Tener control de nuestro dinero (gastar menos de lo que ganamos –eso incluye gastos irregulares).
3.- No tener deudas o compromisos financieros (salvo, quizá, la hipoteca) que nos quitan libertad y flexibilidad, y que además limitan nuestra capacidad de ahorro para alcanzar, precisamente, nuestras prioridades.
4.- Contar con un fondo para emergencias que nos ayude a sortear cualquier imprevisto pequeño. Pero también contar con los seguros básicos que impidan que un evento grande destruya todo lo que estamos construyendo.
Desde luego, hay muchísimas más dimensiones de la salud financiera, como el hábito del ahorro para alcanzar esas prioridades, y la inversión inteligente de éste, tomando en cuenta nuestro horizonte de inversión y tolerancia al riesgo. Pero cada persona empieza de una situación diferente y para mí, estos cuatro puntos son los cimientos básicos a partir de los cuales se puede construir todo lo demás. Si estamos hoy endeudados con tarjetas de crédito, no podemos pensar en invertir: tendremos que enfocar nuestros esfuerzos en salir de esta situación.
Sígueme en mi página: https://PlaneaTusFinanzas.com
Twitter: @planea_finanzas