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¿Qué sigue?
En política nunca se gana o se pierde para siempre.
La gente tiene que saber que en contra de la voluntad popular se integró la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y que gracias a Morena, sus aliados y cuatro traidores, no olvidemos al senador Javier Corral, se integró esa mayoría en el Senado para llevar a cabo una reforma judicial que subordinara la justicia los intereses del gobierno. Sin ninguna dificultad y antes de que deje la Presidencia, la reforma del Poder Judicial enviada por López Obrador la aprobarán 29 Congresos locales y se convertirá en reforma constitucional.
Esto, sin embargo, no se acaba aquí, seguramente se presentarán varias controversias constitucionales ante la SCJN por violaciones al proceso de aprobación, los nuevos diputados y senadores aprobaron sin discutirlo, un dictamen que les heredó la Legislatura anterior. En el proceso se violó también la suspensión de una jueza para que se detuviera el proceso de dictaminación. Quedará nuevamente en manos de los ministros de la Corte parar una reforma constitucional irregular que amenaza nuestra democracia, la división de poderes y la estabilidad política y economía del país.
Hasta ahora López Obrador se salió con la suya con la aprobación de la reforma al Poder Judicial, pero le hereda a Claudia Sheinbaum un conflicto político y seguramente económico y financiero que va a ser difícil que pueda torear. Las perspectivas de crecimiento económico para el próximo año no llegan al 1.5% y en la parte financiera además de la severa reducción del gasto público, se puede dar una devaluación mayor del peso ante la incertidumbre que puede significar el control del poder judicial por el Ejecutivo y el Congreso.
En manos de Claudia Sheinbaum estará si la crisis se agudiza o toma medidas para que no se profundice. López Obrador minimizó su conflicto con los empresarios, las clases altas y medias, la sociedad civil organizada, los medios de comunicación, los estudiantes y el paro de los trabajadores del Poder Judicial. Así mismo, en las últimas semanas no le importó la devaluación del peso, un enfrentamiento en la relación con los EU y Canadá y no le importaron las advertencias de las instituciones financieras internacionales sobre la calificación de la deuda y el congelamiento de inversiones del nearshoring. Todo esto puede provocar una severa crisis política y económica que le puede estallar a Claudia Sheinbaum. El problema que enfrenta es que su margen de acción para detener la crisis es muy escaso, López Obrador no se meterá mientras ella no de un paso atrás en sus reformas.
Si queremos que Claudia actúe, hay que presionarla desde el primer día de su gobierno, todos, empresarios, sindicatos, sociedad civil, partidos, medios de comunicación, periodistas y aquellos que tememos que la reforma del Poder Judicial puede ser la consolidación de un régimen autoritario, todos debemos organizarnos para presionarla.
No podemos quedarnos con los brazos cruzados, si Claudia no actúa y no busca el diálogo y los acuerdos para limitar las consecuencias de las reformas, tenemos que actuar. La respuesta a la pregunta qué sigue va a depender de lo que haga la Corte, lo que haga Claudia Sheinbaum y lo que hagamos nosotros si ellos no hacen nada. Recordemos que el gobierno vive de nuestros impuestos y que sin ellos el gobierno se paralizaría.