Lectura 4:00 min
Redescubriendo a Tommy James & The Shondells

La música de Tommy James & The Shondells siempre estuvo asociada con el término “bubblegum pop” —música pegajosa, pero desechable—, que era una moda pasajera de la juventud. Entre 1966 y 1973, Tommy James & The Shondells tuvieron 23 éxitos en las listas de popularidad estadounidense, nueve discos de oro o platino con ventas cercanas a los 100 millones de discos. Entre algunas de las canciones más conocidas de The Shondells, están el “Hanky Panky”, “Crimson and Clover”, “Mony Mony” o “I Think We’re Alone Now”, composiciones que han logrado perdurar por más de medio siglo y encontraron nueva vida en reversiones hechas por artistas tan diversos como Los Hitters, Los Rockin’ Devils, Joan Jett, Billy Idol, Bruce Springsteen, Weezer o Interpuesto, por mencionar algunos.
En México, Los Apson —oriundos de Agua Prieta, Sonora, y de donde proviene su nombre— adaptaron “I Think We’re Alone Now” para su disco El Harado (1967), bajo el título de “Ahora estoy solo”. También fue versionada por Los Hitters. Y, 20 años después, la cantante estadounidense Tiffany reviviría esa misma canción, poniéndola de nuevo en la cima de las listas del Billboard, con su modernizada y sintetizada versión. Más recientemente Billie Joe Armstrong, de Green Day, la incluyó en su disco de cóvers No Fun Mondays, grabado desde el confinamiento. Billy Idol y Joan Jett también lograron llevar la música de The Shondells a nuevas generaciones con sus versiones a “Mony Mony” y “Crimson & Clover”.
Tommy James, cantante originario de Pittsburgh, alcanzó el éxito en 1966 con el “Hanky Panky”, una joya de menos de 3 minutos llena de cochambre y que con su memorable estribillo “My baby does the hanky panky” quedó inmortalizada para siempre en los libros de historia del rock and roll. En México, el “Hanky Panky” tuvo diferentes encarnaciones en las versiones adaptadas —como se acostumbraba en esa época— de los Hitters y los Rockin’ Devils que invitaban a todos a bailar y cantar este pegajoso ritmo.
Tommy James & The Shondells grabaron originalmente el tema en 1964 y dos años después se convirtió en un inesperado éxito local en su natal Pittsburgh. Tommy James recibió una serie de ofertas para firmar con disqueras que misteriosamente desaparecieron y terminó firmando con Roulette Records, en una historia que tampoco acabaría bien.
Tommy James tuvo la pésima suerte de llegar a las manos de Morris Levy, propietario Roulette. Levy había editado a artistas como Count Basie, Sarah Vaughn, Dinah Washington, Sammy Davis Jr, Bill Haley & His Comets, Frankie Lymon, Herman’s Hermits, Eddie Palmieri y Jimmie Rodgers. Además de Roulette, Levy había fundado y controlaba una de las mayores editoriales de música independientes. Dirigió y fue socio del legendario disc jockey de rock and roll Alan Freed y fue dueño del club Birdland, uno de los antros de jazz más famosos de la historia. Levy además estaba asociado con el clan de los Genovese, una familia de mafiosos a la que copió su estilo de gestión criminal para manejar a sus propios artistas.
Con el tiempo se supo que Morris Levy amenazó a los demás disqueros que habían buscado a The Shondells para que Tommy James no firmara con ellos y también usó tácticas de mafioso profesional para evitar que se le pagaran sus regalías correspondientes. En su memoria del 2010, Me, the Mob and the Music: One Helluva Ride with Tommy James & The Shondells, James relató que habría ganado entre 30 y 40 millones de dólares en regalías, de las cuales no vio ni un centavo.
En Celebration – The Complete Roulette Recordings 1966-1973, la disquera Cherry Records recuperó por primera vez los 13 álbumes que grabó la banda para Roulette Records entre 1966 y 1973. Esta reedición nos sumerge dentro de las grandes composiciones que dejaron Tommy James & The Shondells, desde aquellos clásicos que nos siguen poniendo a bailar como la primera vez que las escuchamos hasta sus incursiones hacia el rock psicodélico, el country y el R&B.
La música de Tommy James & The Shondells, que parecía ser una moda pasajera, desechable y con fecha de caducidad, sigue sonando en nuestros estéreos más de medio siglo después con esos coros pegajosos.

