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Renegociación del T-MEC en 2026: la influencia de China en el sector automotriz y los cambios políticos en México y USA
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha tenido un impacto significativo en los flujos comerciales de los tres países, mejorando el bienestar de millones de personas en la región. En 2022, el comercio en América del Norte superó los 1.5 billones de dólares, con un volumen de intercambio entre México y Estados Unidos de casi 800 mil millones de dólares, cifra que supera la economía de muchos países. El Producto Interno Bruto de la región suma $31 trillones de dólares, que representan un tercio del PIB mundial.
El T-MEC ha cumplido su objetivo de integrar y hacer crecer la región. Hoy en día, México y Canadá han superado a otros países como los principales socios comerciales de Estados Unidos. México, en particular, ha aprovechado los beneficios del tratado, convirtiéndose en el principal exportador de vehículos a Estados Unidos, superando a Japón y duplicando las exportaciones alemanas. La continuidad del Acuerdo beneficia a todos los participantes de la economía regional, desde sindicatos y trabajadores hasta pequeñas y medianas empresas mexicanas, que ahora pueden exportar sus productos a nuestros socios comerciales con mayor facilidad.
El Tratado proporciona mecanismos claros y rápidos para la resolución de controversias, esenciales dado el tamaño y la complejidad económica de los tres países. A diferencia del TLCAN, el T-MEC recoge elementos de tratados de nueva generación como por ejemplo, consideraciones ambientales y laborales, y estipulaciones sobre el comercio electrónico. También establece de manera transversal requisitos para la buena gobernanza mediante marcos específicos para luchar en conjunto contra la corrupción, garantizar organismos autónomos técnicos e imparciales para los procesos de competencia económica y garantizar mecanismos para resolver disputas entre inversores y estados.
Otra bondad del T-MEC es que, a cuatro años de su entrada en vigor, las cadenas de suministro relocalizadas hacia México han logrado mayor resiliencia e integración con los mercados de la región. Un ejemplo notable es la industria automotriz, donde empresas como General Motors y Ford han incrementado significativamente su producción en plantas mexicanas. Esto no solo ha reducido los tiempos de entrega y costos de transporte, sino que también ha fortalecido la capacidad de respuesta ante disrupciones globales, asegurando un flujo constante de componentes y productos terminados dentro de la región. En 2023, General Motors incrementó su producción en México en un 20%, lo que equivale a 150,000 vehículos anuales adicionales, mientras que Ford aumentó su producción en un 25%, agregando 100,000 vehículos anuales en comparación con 2019.
En cuanto a la propiedad industrial, el T-MEC, como otros acuerdos internacionales de nueva generación, contiene disposiciones específicas para la protección de productos biotecnológicos y farmacéuticos, mejora los procedimientos de observancia y facilita la cooperación entre las autoridades de los tres países para combatir la piratería y la falsificación. Además, incluye cláusulas para fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico al garantizar que los titulares de derechos de propiedad intelectual e industrial puedan beneficiarse plenamente de sus invenciones y creaciones, asegurando un entorno comercial justo y competitivo en la región.
Sin embargo, ante la muy posible aprobación de las reformas constitucionales y legales que el presidente López Obrador y Claudia Sheinbuam impulsan, se espera que la renegociación en 2026 deje de ser un mero trámite. Por ejemplo, ante el anuncio del gobierno federal de cambiar el sistema judicial para que todos los jueces, magistrados y ministros sean electos popularmente, y la iniciativa para desaparecer organismos constitucionales autónomos –como la Cofece, el INAI, el IFT, la CRE, la CNH y el Coneval–, que desempeñan funciones clave para el Estado mexicano, han generado preocupación en la comunidad de negocios y en las instancias diplomáticas encargadas de dar seguimiento a la implementación del Tratado. De hecho, estas decisiones podrían configurar amenazas a la confianza de los inversionistas en el sistema mexicano, y podrían alterar la relación bilateral con Estados Unidos. De hecho, tanto el gobierno norteamericano como las asociaciones industriales de ese país se han pronunciado frecuentemente contra los presuntos incumplimientos de México en la implementación del Acuerdo, y han exigido más rigor.
Un elemento que hay que considerar también es que recientemente, la calificadora Fitch decidió mantener la calificación crediticia de México en BBB-, y advirtió sobre algunos riesgos clave para el país, como las finanzas públicas, la situación de Pemex, la reforma judicial y el posible deterioro en la calidad institucional. Esta calificación es crucial porque caer por debajo de este nivel significaría perder el grado de inversión y entrar en el terreno de los bonos especulativos, lo que aumentaría las tasas de interés y los costos financieros de la deuda pública y privada. Además, el anuncio de Tesla de modificar su plan de inversión en México en medio del calor electoral que se vive en USA con la amenaza de imponer aranceles a todos los productos mexicanos, es un botón de muestra de los riesgos que podrían frenar las inversiones en el país.
Otro desafío para la renegociación del T-MEC son las inversiones de China en autos eléctricos, con el objetivo de ingresar al mercado estadounidense sin aranceles. Existe preocupación en Estados Unidos de que México pueda ser la entrada por la puerta de atrás para la producción china, lo que afectaría el empleo y los salarios estadounidenses. Marcas chinas como BYD, Chirey y GWM han mostrado interés en establecerse en México para exportar a Estados Unidos. Aunque no hay vehículos ensamblados en México por marcas chinas llegando al mercado estadounidense, la Casa Blanca teme que esto pueda cambiar. Finalmente, Estados Unidos tiene la capacidad de presionar a México para que elija entre mantener su relación comercial con Estados Unidos o con China durante la renegociación del T-MEC en 2026. Esta decisión sería crucial para México, que depende en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos, solamente entre enero y mayo de 2024 el valor de las exportaciones de mercancías mexicanas a Estados Unidos alcanzó una cifra sin precedente de 206 mil 796 millones de dólares, según datos oficiales.
En 2023, China superó a Estados Unidos como el principal proveedor de autos de combustión interna para México. Las importaciones mexicanas de autos chinos sumaron 4,602 millones de dólares, mientras que las de Estados Unidos fueron de 4,486 millones de dólares. Las importaciones de autos chinos crecieron 100% interanual, comparado con un aumento del 39.6% para los autos estadounidenses. En los primeros cinco meses de 2024, las importaciones de autos chinos crecieron 50.8%, mientras que las de Estados Unidos cayeron 13.9%. Hace una década, las importaciones de autos chinos eran prácticamente nulas, mientras que las de Estados Unidos sumaron 3,285 millones de dólares en 2014.
La creciente participación de China en el mercado automotriz mexicano refleja un nuevo elemento en la dinámica comercial de la región, que añade una capa de complejidad a las negociaciones futuras del T-MEC. El Tratado ha sido un pilar fundamental para la economía de América del Norte, y, sin duda, ha fomentado el comercio y la inversión en la región al punto de que el comercio exterior de México es dependiente del de Estados Unidos en un 80% aproximadamente. Sin embargo, las recientes decisiones políticas en México en el ámbito legislativo y la posible reelección de Donald Trump podrían enrarecer la renegociación del tratado en 2026. La cooperación y la negociación estratégica serán esenciales para garantizar que el T-MEC siga siendo beneficioso para los tres países en el futuro.
*La autora es Directora de Inteligencia Más y maestra en Gobierno y Políticas Públicas en la Universidad Panamericana.