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Opinión

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Revolución económica, cero emisiones netas de CO2

El objetivo de la economía global es llegar a cero emisiones netas de CO2 hacia el 2050. Esto implica una profunda transformación en las estructuras y procesos de producción y consumo. Como sabemos, el CO2 se emite principalmente por medio de la combustión de combustibles fósiles en la generación de electricidad y en el transporte, así como en procesos industriales como la producción de acero, cemento, fertilizantes, y petroquímica, y a través de la deforestación provocada por la agricultura y la ganadería. Estas últimas actividades también son responsables de importantes emisiones de otros gases de efecto invernadero como el Óxido Nitroso (N2O) y el Metano (CH4).

Por tanto, una economía de cero emisiones netas implica dejar atrás el consumo de combustibles fósiles y desarrollar un sector eléctrico de cero emisiones, a través de energías limpias, nuclear e hidrógeno, y electrificar el parque vehicular. Igualmente, poner alto y revertir la deforestación, transformar procesos industriales y de producción agropecuaria, aumentar considerablemente la eficiencia energética, reducir la demanda de energía por unidad del PIB, desarrollar la economía circular, cambiar patrones de consumo hacia bienes y servicios con menores o cero emisiones, y llevar a cabo programas masivos de restauración forestal para la captura de carbono.

Esta transición tendrá que ser universal, a lo largo de todos los sistemas energéticos y de uso de la tierra, en todos los países y regiones, y en todos los sectores de la economía global en su conjunto, que son altamente interdependientes a través del comercio internacional, la inversión extranjera directa, y la integración de cadenas de valor. Las acciones para reducir emisiones deben llevarse a cabo de manera coordinada y a gran escala. (Por ejemplo, la electrificación del parque vehicular debe lograrse de manera simultánea a la descarbonización del sector eléctrico.)

McKinsey estima que el escenario de cero emisiones netas al 2050 conlleva un gasto acumulado de 275 billones (sí, 1,012 USD) en activos físicos entre 2022 y 2050 en todos los sectores económicos considerados. Esto es equivalente al 7.5% del PIB mundial). Es preciso reconocer que, sin embargo, los costos de capital para la transición hacia una economía de cero emisiones netas también implican ahorros operativos muy considerables, a través de energías limpias, mayor eficiencia en el uso de materiales y de energía, y menores costos de mantenimiento. Este gasto de capital no es solamente un costo, ya que en gran medida es costo/efectivo y conlleva un rendimiento importante.

Debe advertirse que la transición significará el varamiento (stranded assets) extendido de activos físicos en los sectores de carbón, petróleo y gas, y en la generación de electricidad con combustibles fósiles, que quedarán o bien inutilizados o tendrán que ser retirados antes del fin de su periodo de amortización o de su vida útil (como es el caso de la refinería de Dos Bocas). Por otro lado, en los sectores de acero y cemento, los costos de producción aumentarán de acuerdo a McKinsey entre 30 y 45%. En el sector eléctrico, los costos en nueva generación limpia, transmisión, distribución y almacenamiento harán que los costos del sistema primero se eleven para luego disminuir considerablemente. Todo ello tendrá consecuencias en toda la estructura económica. Consumidores remplazarán gradualmente vehículos de combustión interna por vehículos eléctricos, con insumos y componentes diferentes, y costos de operación cada vez menores. Igualmente, tendrán que reducir el consumo de carne, especialmente de carne de res. Esto también dependerá de cómo evolucionen los costos de producción de “carne” de origen vegetal y de células madre. Los precios de los combustibles serán más altos, lo que afectará más a los hogares de menores ingresos. Por ello serán necesarias políticas fiscales y sociales de compensación. En lo que respecta a empleo, McKinsey proyecta que el escenario de cero emisiones netas al 2050 conllevará la demanda por aproximadamente 162 millones de nuevos puestos de trabajo, y una pérdida de 152 millones de empleos. Habrá una importante ganancia neta de empleos.

Todos estos cambios y ajustes requerirán una acción colectiva coordinada entre gobiernos, empresas e instituciones financieras, así como una ampliación considerable en los horizontes de planeación, y en el uso de impuestos y de mercados de carbono. De la misma forma, deberán desplegarse programas de diversificación económica, re-entrenamiento y capacitación de trabajadores. Habrá ganadores y perdedores, y nuevas oportunidades económicas para países, regiones, empresas y emprendedores; mismas que México no podrá aprovechar, gracias a presidente López.

@g_quadri

Político, ecologista liberal e investigador mexicano, ha fungido como funcionario público y activista en el sector privado. Fue candidato del partido Nueva Alianza a Presidente de México en las elecciones de 2012.

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