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Opinión

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¿Rumbo Económico o Desastre?

La política y la economía bailan juntas, pero nunca en el mismo compás… Macraf 

En mi colaboración del mes pasado, hablé sobre la necesidad de una reforma fiscal considerando todas las promesas económicas que la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha puesto sobre la mesa para el inicio de su administración en octubre.

Comenté que era vital modificar la estructura fiscal en nuestro país para obtener más recursos, pero también mencioné que, si se decide no aumentar impuestos pero sí el gasto, quienes actualmente pagamos impuestos, y quienes lo harán en el futuro, llevarán una mayor carga.

Esto plantea una pregunta sencilla: ¿qué deberíamos hacer? Como economista, considero que la principal obligación de cualquier estado es generar desarrollo económico. Sin embargo, para que exista desarrollo —entendido como la mejora en la calidad de vida de las personas— primero se necesita crecimiento económico.

Este crecimiento implica una mayor producción de bienes y servicios, lo que permitirá a las personas satisfacer mejor sus necesidades con bienes y servicios más diversos y de mejor calidad. En principio, esto mejoraría su calidad de vida y, por lo tanto, nos acercaría al desarrollo deseado.

Así, en términos económicos, debemos fomentar el crecimiento mediante una mayor inversión interna y externa, así como un mayor gasto público en infraestructura que haga más productiva esa inversión. No obstante, en términos políticos, la situación puede cambiar radicalmente. Aunque este espacio se dedica al análisis de temas económicos y su impacto en el bolsillo de las personas, es crucial recordar que la corriente política dominante en cualquier país establece los lineamientos económicos para conseguir los recursos necesarios para su proyecto de nación.

En México, hemos pasado por casi todas las áreas del espectro político. Tuvimos un partido hegemónico que, por definición, se consideraba de centro, moviéndose entre la derecha y la izquierda según convenía. También hemos tenido 12 años de gobiernos de derecha con Vicente Fox y Felipe Calderón del PAN.

Actualmente, estamos en lo que algunos llaman gobiernos de izquierda, aunque personalmente no estoy del todo convencido. Morena, en algunos de sus postulados económicos, parece más de derecha que de izquierda. Internacionalmente, los gobiernos de izquierda suelen modificar la carga fiscal, cobrando altos impuestos que les permitan tener mayores recursos que se transforman en bienes públicos que buscarán mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Esto en un sentido ideológico es lo que podemos nombrar socialdemocracia, una mezcla de ideas de izquierda y derecha, pero que no se asume totalmente de centro, ¿complicado no cree mi estimado lector?, pero ha funcionado en países como Alemania, Dinamarca, Finlandia o Suecia. ¿Estamos entonces a las puertas de una socialdemocracia mexicana que priorizará el bienestar de las personas mediante finanzas públicas cuidadas y más bienes públicos? La respuesta es no.

Hoy, nos encontramos en una situación donde el bolsillo de las personas está más golpeado que nunca, y las finanzas públicas están en una situación deplorable, con el riesgo de una crisis en los próximos años si no se reduce el alto gasto en transferencias directas del gobierno actual.

Si el gobierno de Sheinbaum sigue este rumbo —lo cual es casi seguro, considerando que el próximo secretario de Hacienda es el mismo de la administración actual—, veremos una mayor destrucción institucional en áreas como educación, salud, turismo e infraestructura en los próximos tres o cuatro años. Los vacíos de esas áreas tendrán que ser cubiertas de alguna forma, ¿cómo se cubrirán?, muy sencillo, serán los ciudadanos quienes paguen el costo de carreteras, puertos y puentes, en estado deplorable, al fin y al cabo, tendrán mayor liquidez como ya lo expliqué en algún momento. Si no hay medicinas, doctores, camas o atención en los sistemas de salud públicos, las personas tendrán que gastar sus propios recursos para obtener estos servicios. Si los padres desean que sus hijos tengan una educación de calidad, tendrán que subsidiar lo que el gobierno ha dejado de proporcionar, usando sus propios recursos, que en parte o en su totalidad son brindados por el gobierno.

No estamos a las puertas de una socialdemocracia mexicana. Desgraciadamente, estamos ante un entuerto que nadie sabe cómo funcionará o si tendrá éxito. Solo el tiempo lo dirá. Dañar el bolsillo de las personas a través de políticas económicas insensatas y un gasto desmedido, lejos de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, la complica y reduce.

Ojalá las personas se den cuenta. Ojalá haya un cambio radical para bien, no uno que cueste vidas, porque aunque la sabiduría popular dice que hay más tiempo que vida, hoy no tenemos ni una ni otra. 

* El autor es académico de la Escuela de Gobierno y Economía y de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana, consultor experto en temas económicos, financieros y de gobierno, director general y fundador del sitio El Comentario del Día y conductor titular del programa de análisis: Voces Universitarias.

 

Contacto y redes: https://eduardolopezchavez.mx/redes

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