Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

¿Rumbo al barranco?

En sólo quince días el Gobierno mexicano nos ha dado una síntesis del grado de deterioro a que ha llevado al país. Peor aún, sigue acumulando señales de que, lejos de rectificar, planea seguir por la misma senda, aunque lleve a la sociedad y a la democracia al barranco. Ni la política exterior, ni la garantía de los derechos humanos, ni la gobernabilidad, asentada, entre otras, en la separación de poderes y el estado de derecho; ni la paz social, que depende en gran medida de elecciones confiables y transparentes, han quedado fuera de la mira presidencial que apunta hacia un rancio autoritarismo.

Recapitulemos. Ante el intento de golpe de Estado de Castillo en Perú, el presidente y su canciller, lejos de condenar esta ilegalidad, contemplaron darle asilo a quien desató una grave crisis en su país, como si la simpatía personal bastara para romper con una política exterior que apoyaba a las víctimas, no a los golpistas (triunfantes o no). Semejante actuación no debería sorprendernos: el Ejecutivo mantiene su simpatía por Trump, aunque en su país estén a punto de imputarlo por “incitar a una insurrección”, calla ante la dictadura orteguista y tampoco critica a Putin. Como si esto no bastara, pese a su supuesta “política exterior feminista”, México (es decir, su gobierno) se abstuvo de expulsar al régimen islámico de Irán de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer, so pretexto de “mantener el diálogo” con quienes torturan y matan a mujeres y hombres que se han rebelado contra la opresión misógina a raíz del asesinato de Masha Amini. De tan indignante silencio son corresponsables el canciller y el representante mexicano ante la ONU.

Si en la calle, México ya no es candil, en la casa se adensa la obscuridad. La semana pasada la mayoría de la Cámara de Diputados dio el miserable espectáculo de aprobar, sin leer siquiera (ni tiempo para hacerlo pidieron), una iniciativa de reforma a normas electorales plagada de errores lógicos y jurídicos. La simpatía de los representantes de Morena por su presidente pesó más que cualquier obligación hacia la ciudadanía a la que dizque representan. La mayoría en el Senado aceitó la antes tan denostada “aplanadora” para rechazar una tras otra las reservas que presentó la oposición. Los intentos de discusión de ésta cayeron en el vacío o fueron respondidos con descalificaciones que nada tenían que ver con los asuntos debatidos. Entre otros, un senador morenista rechazó los argumentos de la senadora Gálvez en favor de dar mayor representación a las comunidades indígenas con la acusación de que los partidos de “antes” nunca las incluían. Ni el reconocimiento por su Coordinador de que la iniciativa incluía “bloques de inconstitucionalidad” hizo reflexionar a la bancada de Morena y anexas, fieles a su líder máximo. Así, quedaron aprobadas casi todas las leyes del paquete que mutila al árbitro electoral, favorece el abuso de (pre)candidatos oficiales, facilita la opacidad del dinero, debilita la obligación de paridad. Si nada cambia en febrero, el paquete llegará a la SCJN. La sociedad tendrá que recordarle que se debe a la Constitución y al país, no a Palacio.

Como si minar la institucionalidad en política exterior, acción legislativa y proceso electoral no bastara, como si no nos pesaran ya demasiado las violaciones a los derechos humanos, la inseguridad y la violencia, el presidente persiste en su empeño de crear “enemigos públicos” con un discurso por demás peligroso en un país permeado de sangre. Lejos de ver en el atentado contra Gómez Leyva, fallido por fortuna, una señal suficiente para dejar de atacar a periodistas y críticos, ayer arremetió de nuevo contra este y otros colegas.  En el país más peligroso para el periodismo. ¿Hasta cuándo?

De continuar sin freno por esta senda, este estilo de gobernar nos llevará, si no al desbarrancamiento de la democracia, a un México más obscuro y violento.

Temas relacionados

Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete