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Opinión

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Salmerón y Ordaz, ya afectan la imagen de México

Panamá y España podrían convertirse en fuentes de mala imagen de México en el mundo.

Sir Stratford Canning no logró convertirse en embajador británico en Rusia por un simple error: su nombramiento se había efectuado y publicado oficialmente pocos días antes de que se le informara a Rusia. El zar Nicolás I se rehusó a otorgarle el beneplácito y la relación entre los dos países se desgastó. Durante tres años el puesto permaneció vacante. Esto ocurrió en 1832.

Panamá reveló que ya entregó por escrito su postura a México sobre el deseo del presidente López Obrador de que Pedro Salmerón se convierta en embajador. Lo hizo la ministra Erika Mouynes el pasado martes.

En democracias plenas, la sola sospecha de que personajes que intentan convertirse en embajadores estén vinculados con actividades criminales o serias violaciones a los derechos humanos, son causales para negarles el beneplácito.

En 1984, Estados Unidos rechazó la nominación de Nora Astorga como embajadora de Nicaragua en Washington, ya que se le vinculaba con el asesinato de un general nicaragüense. Astorga señaló que se trató de un intento de secuestro fallido.

La declaración de la ministra Mouynes deja entrever que Panamá no le otorgó el beneplácito al señor Salmerón. Y lo hizo porque el perfil de Salmerón va en contra de un principio fundamental de la política exterior del actual gobierno de Panamá: feminista. Es natural que se ofrezcan las explicaciones correspondientes.

Así le ocurrió a William Schaufele, propuesto como embajador de Estados Unidos en Grecia en 1979. Durante la audiencia de confirmación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado hizo declaraciones polémicas sobre la disputa entre Grecia y Turquía por el mar Egeo. Grecia le retiró el beneplácito.

España no tendría que conceder el beneplácito a Quirino Ordaz, no sólo por los vínculos con actos de corrupción del político priista, también por las sistemáticas agresiones del presidente López Obrador hacia España. No se requieren de avezadas conjeturas para concluir que el presidente mexicano elige a un priista como elemento de desprecio a España. El presidente no envía a un valioso miembro del Servicio Exterior Mexicano, envía un miembro que ni siquiera forma parte del partido en el poder, sino de un partido que perdió las elecciones regionales el año pasado.

La visión etnocéntrica de presidentes mexicanos les ha impedido comprender el daño que le causan al país que representan. Lo hizo Peña Nieto al enviar a Fidel Herrera al consulado de Barcelona. Ahora lo hace el presidente López Obrador con Isabel Arvide en el consulado de Estambul, y su intento de enviar a Salmerón y a Ordaz.

Entre el legado que dejará el presidente López Obrador destacará su desinterés por la política exterior.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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