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Opinión

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Salud, desigualdad y movilidad social; propuesta del CEEY

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) recién emitió un documento con propuestas de política pública titulado Integración del sistema de salud mexicano para la igualdad de oportunidades, que en estos momentos de cambio vale la pena conocer.

La propuesta atiende los problemas de financiamiento, estructura y operación del sistema de salud, pensando en opciones para ampliar la cobertura tanto de pacientes como de padecimientos.

En principio, expone tres características del sistema de salud mexicano: subfinanciado, segmentado y fragmentado. Subfinanciado, dado el insuficiente 3% del PIB que suma la inversión pública en salud desde hace años cuando debería ser del doble. Segmentado, debido a que ofrece las funciones de rectoría, generación de recursos, financiamiento y prestación de servicios de manera diferenciada, según la situación laboral de cada quien. Y fragmentado, porque al interior de cada subsistema no hay articulación entre atención primaria y especialidades.

Todo ello se traduce en baja calidad de atención a la salud, distribuida de forma inequitativa, y con carencias sobre todo para los más vulnerables.

A su vez, expone el CEEY, implica que en México hay gran desigualdad de oportunidades en atención a la salud y baja movilidad social. Esto es claro pues tener salud influye en la formación educativa y en la capacidad productiva de las personas, y a partir de ahí en poder mejorar sus condiciones socioeconómicas. Si no hay salud, es todo lo contrario.

La propuesta del CEEY, que se basa en el análisis Sistema de Salud para la Movilidad Social, de Juan Pablo Gutiérrez, de la UNAM, persigue cuatro objetivos: Operar los servicios de salud en México en redes integrando los diferentes niveles de atención primaria a la salud; Contar con abasto adecuado de insumos; Ofrecer los servicios de salud en horarios y lugares convenientes procurando que las personas los valoren; y que la opción de recibir atención con calidad no esté en función de la capacidad de pago de las familias ni su origen.

Para lograr esos objetivos, se propone:

1. Implementar un mecanismo de pagador único, financiado con impuestos generales.

2. Separar los seguros de salud de la seguridad social para integrarlos en un fondo común que permita tener un financiamiento equitativo destinado a la atención a la salud de todos con los recursos públicos disponibles. Aquí esto no es descabellado, si se plantea como punto de partida, la actual coordinación entre IMSS y el nuevo organismo IMSS-Bienestar.

3. Integrar la administración de los seguros de salud de IMSS e IMSS-Bienestar definiendo una cobertura única y pareja de intervenciones de salud para todos sin distinción, derechohabientes o no.

4. Incrementar el gasto público en salud en al menos 1.5 puntos del PIB, a fin de reducir el gasto de bolsillo que es catastrófico, empobrecedor y también amplía la brecha de desigualdad.

Estas propuestas del CEEY, de considerarse, requieren que como país establezcamos una cobertura general de intervenciones factible, y para ello un amplio acuerdo nacional de justicia social. En paralelo, se debe transformar la visión de la salud desde la perspectiva curativa hacia un modelo de salud integral, con un enfoque de atención primaria que permita disminuir al máximo las hospitalizaciones y muertes evitables.

Ello implica una visión más hacia el cuidado de la salud y la prevención como mecanismo, además, para elevar la eficiencia del sistema. Y aquí el CEEY vincula el tema con el Sistema Nacional de Cuidados, al cual se refiere en otra nota de política pública, para asegurar la atención apropiada y oportuna de adultos mayores y de niños y niñas, de forma que se libere o remunere el tiempo de las personas cuidadoras (mujeres en su mayoría) en los hogares.

Lo que no incluye el documento es lo relativo a los problemas de calidad en el sistema, ni los determinantes sociales y ambientales de la salud que sí es necesario visibilizar y buscar los mecanismos para su atención desde diferentes ámbitos de la política pública. Pero es una propuesta que vale reflexionar de base y no descartar en automático.

La incógnita sobre Birmex y el reto del desabasto

Ahora que la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum definirá su gabinete la próxima semana, una de las posiciones relevantes en el sector salud -aparte de la Secretaría, IMSS, ISSSTE y ahora IMSS Bienestar- es la de Birmex. No suena rimbombante pues le tocará arreglar el entuerto de la superbodega o megafarmacia que costó miles de millones pero no ha funcionado. Birmex es una paraestatal que se quedó como responsable de las compras de medicamentos y demás insumos de salud -Sheinbaum ya dijo que así continuará-, y considerando la prioridad de preparar las de 2025, es importante definir quién quedará a cargo. En el sector hay la impresión de que el general Jens Pedro Lohmann Iturburu, desde hace rato quiere tirar la toalla como titular de Birmex, y si no lo hace es por disciplina militar. Nos comentan fuentes cercanas que en los procedimientos de compra, en realidad Birmex solo ha dado la cara, porque quienes definen son los institutos (IMSS, IMSS Bienestar e ISSSTE. Ellos deciden en la oscuridad, normalmente haciendo "estudios de mercado", cuyo resultado nadie conoce, y asignando a los cuates cercanos del sexenio. Si Claudia le deja a Birmex las compras, quizá considere darle algo de autonomía.

maribel.coronel@eleconomista.mx

Comunicadora especializada en temas de salud pública e industria de la salud. Cursó la maestría en Administración en Sistemas de Salud en FCA de la UNAM. Forma parte de la iniciativa www.HospitalsinInfecciones.com. Fundadora en 2004 de www.Plenilunia.com, plataforma de contenidos sobre salud femenina.

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