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Se acaba el tiempo
Aunque siguen hablando de que van a ganar, la realidad es otra. Xóchitl y su equipo de campaña no han podido quitarle, en 8 meses de precampaña y campaña, votos a Claudia y el tiempo se está acabando. En los últimos dos meses hemos oído varias veces en voz de la candidata y sus asesores que van a cambiar de estrategia y de equipo de campaña y de ser cierto, a pesar de los cambios, no han logrado reducir la distancia. Claudia se mantiene más de 20 puntos arriba según la mayoría de las encuestas y conforme se acerca la fecha de la elección cada día se ve más difícil que Xóchitl pueda remontar.
Está convencida y muchos de sus asesores coinciden en que el problema está en que Xóchitl ha dejado de ser Xóchitl y que la estrategia será que regrese a la Xóchitl original, espontánea, informal, irreverente. No coincido, las encuestas muestran altos niveles de rechazo a su persona y desde mi punto de vista se debe a la forma de ser de Xóchitl. Ganó la candidatura no por ser la más preparada entre los candidatos del frente y la ganó por haber aprovechado dos o tres confrontaciones con el presidente que la hicieron que se viera como la única que podía retarlo.
El odio que tienen ciertos sectores de clase alta y media a López Obrador la catapultó como la candidata ideal del frente opositor. Una vez decidido que era ella, había que hacerla candidata y ahí chocaron los asesores con la personalidad y ocurrencias de una Xóchitl que puede echar por la borda en un sólo evento toda la construcción de una nueva imagen.
A estas alturas no hay otra más que seguirla apoyando y el debate del domingo puede ser la última oportunidad para dar un golpe que la acerque a Claudia. Si ese milagro no se da, será muy difícil que en el último debate, a 15 días de las elecciones, lo logre. Se le aconseja que sea muy agresiva, no tiene otra, el que va abajo no puede apostarle al empate.
Pienso que a los debates se les ha dado en nuestro país una importancia que no tienen, como sí sucede en los debates en las primarias de EU, en donde un candidato desconocido puede catapultarse a la presidencia. Los debates en México no son realmente debates, su formato evita la confrontación, los electores que ven los debates ya tienen candidato y son vistos por una parte menor del electorado. Por otro lado, el impacto de los debates para modificar las tendencias electorales ha demostrado ser mínimo.
Más allá del debate, el tiempo se le está acabando a Xóchitl y el riesgo que existe es que con su derrota, provoque la derrota de los candidatos a diputados y senadores. No se le puede apostar todo a la elección presidencial, en caso de que gane Claudia es indispensable una oposición fuerte en las cámaras.
Esta elección se ha convertido, como quería López Obrador en un plebiscito, pero no entre el pasado neoliberal y la Cuarta Transformación ni entre Claudia y Xóchitl, sino entre democracia y presidencialismo.
Estamos a 35 días de las elecciones, es necesario redirigir la campaña, pero no sólo en cuanto a la estrategia de Xóchitl, sino en hacer ver a la ciudadanía la amenaza que representa regresar a un presidencialismo que controla el Congreso, la Corte, el Poder Judicial, los órganos electorales, un presidencialismo ante el cual no hay ninguna opción de defensa ante sus arbitrariedades.