Seguridad, la gran deuda del sexenio

Quedan pocos días para que este sexenio termine y después de 69 meses, grandes deudas en materia de seguridad prevalecen. Así, más allá de que durante casi seis años, todas las mañanas escuchamos el mismo discurso sobre la reducción de homicidios y de desapariciones, a partir de fórmulas, comparaciones y metodologías poco ingeniosas, la realidad es implacable. Con un lamentable acumulado contabilizado desde el 1 de diciembre del 2018 al 26 de agosto del 2024 de  195,555 homicidios dolosos, por encima de los gobiernos de Enrique Peña Nieto con 130,626 casos y Felipe Calderón con 102,812   -de conformidad al registro de T-ResearchMX-, reporte que se conforma de denuncias registradas en fiscalías de estados y municipios, y de datos mensuales de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, este es y sigue siendo el sexenio que ha cobrado más vidas en la historia contemporánea de México.  Así, con un derramamiento de sangre, que oscila entre las 80 y 100 muertes promedio diarias, se evidencia que la deuda en materia de seguridad sigue siendo uno de los retos más complejos que tendrá que heredar y asumir el siguiente equipo de gobierno.

 Hoy podemos afirmar de facto que las propuestas que denominaron “estratégicas” que se implementaron en estos seis años en las cuales, utilizar a las fuerzas federales en tareas de seguridad pública, de la mano de la Guardia Nacional y sus despliegues operativos y territoriales, fueron poco efectivos para contener las lógicas criminales tanto predatorias como violentas, mismas que lograron imponerse en algunos estados y municipios. Esto se logra comprender a partir de observar como las organizaciones delictivas en algunos territorios han implementado sus controles y gestiones, adueñándose no solo de los bienes materiales de sus poblaciones, sino disponiendo en algunos casos de sus pobladores para utilizarlos como carne de cañón y barreras humanas contra otros grupos criminales.

Para esto, tan solo hay que voltear a analizar lo que sucede en la frontera sur de Chiapas, donde hombres jóvenes y niños tienen que esconderse o desplazarse y abandonar sus comunidades para no caer en manos de grupos delictivos que los someterán para estas funciones, como también lo hacen con el reclutamiento forzado de migrantes. Sin bien es cierto que esto no es nuevo, es imposible negar que las formas y medios predatorios se han expandido y asentado, sin que hasta el momento se tome una decisión para actuar contra grupos y lógicas criminales seriamente, por parte los tres niveles de gobierno. A esto, habría que sumarle el doloroso escenario de las desapariciones que nos muestran los grupos y colectivos de padres y madres buscadores que cada año, mes y día, reclaman a las instituciones su abandono, indiferencia y falta de compromiso para hacer su trabajo, orillándolos en algunos casos a tener que pedir ayuda a las organizaciones criminales para localizar a sus familiares, sean vivos o muertos...

Hoy la cifra de desaparición no puede ser más que desgarradora, tan solo en este sexenio se acumulan de conformidad al Registro de Personas Desaparecidas y no localizadas, aproximadamente 50,000 casos, siendo el 2023 el año con mayor número de personas desaparecidas desde que se lleva registro, con 10,315 casos, de conformidad a información de Red Lupa. Esto implica que durante este sexenio desaparece una persona cada hora, sin que hasta el momento se hayan creado mecanismos de prevención y de investigación más solidarios, humanos, efectivos y empáticos por parte de las instituciones locales, estatales y federales.

Si, de ese tamaño es la desgracia y el dolor que abarca a miles de familias en nuestro país, pero valdría la pena decir que como sociedad también nos toca acompañar, solidarizarnos con su sufrimiento, indignarnos cada vez más con una muerte y una desaparición y convencernos que esto tiene que parar, con un ¡Ya basta!... Hagamos comunidad, construyamos lazos más solidarios entre nosotros, porque al final, se trata de resistir y crear nuevas posibilidades para vivir y construir juntos, más allá de proyectos sexenales o partidistas ¿no lo cree?