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Opinión

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Será deuda

El cobro de impuestos es un elemento fundante del Estado. Además de ser una expresión de su soberanía, sin el pago de impuestos la existencia del Estado sería imposible.

De acuerdo con el documento “Revenue Statistics 2023”, en el que la OCDE analizó el promedio de los ingresos tributarios de 38 países, México ocupa el último lugar.  Descendió del 17.3% del PIB registrado en 2021 al 16.9%, principalmente por los estímulos fiscales sobre el IEPS a las gasolinas.

Si algo positivo heredó la actual administración fue precisamente el brazo recaudador del Estado mexicano.  Recibieron un SAT con amplias facultades y capacidades, servidores públicos eficientes y experimentados con poderosas herramientas tecnológicas a su alcance.  

Es cierto que el fisco federal, con independencia de los métodos empleados, ha logrado recaudar más en años anteriores; sin embargo, los ingresos tributarios previstos para 2024 son menores que en la Ley de Ingresos de 2023.  Principalmente se espera una menor recaudación del IVA.

Se aprobó un total de 9 billones 066 mil 046 millones de pesos en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, lo que significa un aumento del 4.23% en términos reales respecto del PEF 2023.  Más de 9 billones (millones de millones) que equivalen a casi el doble del último PEF de la administración Peña Nieto.  Un gasto neto total exorbitante que llega, paradójicamente, en los tiempos de la austeridad republicana.

Además de romper el mantra del sexenio que “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, el PEF 2024 está severamente comprometido por dos grandes rubros: la terminación de las obras de infraestructura y los programas sociales.

Sin contar endeudamiento, el gobierno espera obtener ingresos públicos por alrededor de 7.3 billones de pesos para 2024.  Esto quiere decir que estamos frente a un déficit de más o menos 2 billones de pesos.  No se sabe con exactitud de dónde saldrán esos recursos, pero los caminos posibles parecen reducirse a mayor recaudación o más deuda.

Lo plausible, sin lugar a duda, sería buscar una mayor y mejor fiscalización y recaudación.  Acercarnos en la medida de lo posible a Francia, que es el país que ocupó el primer lugar de la OCDE con una recaudación tributaria del 46.1% del PIB.  Para lograr este objetivo se puede pensar en una nueva reforma fiscal, pero sobre todo apuntaría a intentar reconstruir la relación fisco-contribuyente.  Poner a la confianza en el centro y no al terror o amenazas.  Vital también no seguir desmantelando el equipo de auditores transexenales.  

Al tratarse de un año con elecciones generales, recaudación más agresiva o reforma fiscal no parece ser la opción más sexy.  La otra posibilidad de financiamiento es a través del crecimiento de la deuda interna y externa.  No solo se incumpliría otra promesa de campaña, sino que suena irresponsable proponer gastar hoy pero que lo pague la próxima o próximas administraciones.  Será deuda.

*El autor es abogado.  Maestro en Derecho Fiscal Internacional por la Universidad de Leiden y Asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI)

X: @rtenacastro

 

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