Lectura 5:00 min
Sexenio lopezobradorista, ¿sin devaluación?
En el contexto de la posible recesión en Estados Unidos, la sacudida financiera en los mercados globales y a 55 días de que termine su administración, el presidente Andrés Manuel López Obrador refrendó su apuesta en torno a la fortaleza del peso.
Dijo que es muy probable que llegue el último día de su gobierno “sin devaluación; como no se había visto desde 1970”.
El Presidente de México a lo largo de todo su sexenio ha presumido la apreciación del peso en relación al dólar estadounidense.
Es muy probable que la fijación que tiene López Obrador sobre la cotización de la moneda mexicana frente a la divisa estadounidense se explique porque la mayoría de los analistas económicos pronosticaron que el peso se devaluaría, si llegaba a triunfar.
Es posible que el jefe del Ejecutivo, considere el fortalecimiento del peso como un distintivo de su gobierno respecto de los gobiernos neoliberales que le antecedieron.
El Jefe del Ejecutivo ha sido tan reiterativo en el tema, que cualquiera podría pensar que la apreciación cambiaria la considera un triunfo de la política económica de su gobierno.
Hábil como es en el manejo de los temas, ayer emitió otra expresión que revela su satisfacción por los resultados de sus políticas económicas.
Declaró, después de la volatilidad de los días previos, que la economía mexicana “pasó la prueba”.
El día anterior, el presidente dijo: “hay reservas suficientes, podemos resistir un poco más”.
Queda claro que para el Presidente de la República, es muy importante que el peso no se devalúe durante su sexenio.
Tan importante como la intención de que no se registre una crisis económica.
Es evidente que López Obrador desea pasar a la historia como el primer presidente de México que no devaluó, sino que hasta apreció el tipo de cambio del peso frente al dólar.
Y que durante su sexenio no se registró una crisis económica.
Son muy pocos los días para que termine el sexenio.
El capítulo de intensa volatilidad que provocó el pánico mundial dejó claro que todo puede cambiar muy rápidamente.
El contexto internacional, ha dado la vuelta muchas veces y ha provocado el cambio de expectativas.
Todavía no está claro si la sacudida de los mercados de los últimos días es una tormenta pasajera o es apenas la punta del iceberg de una crisis global.
No sabemos si EU registrará o no una recesión.
Tampoco sabemos qué pasará en los diferentes flancos de tensión geopolítica.
Lo que sí sabemos son algunos aspectos que tienen que ver con la circunstancia económica interna de México.
Como dijo el presidente de la República, México cuenta con más de 220 mil millones de dólares de reservas.
De hecho, el “escudo financiero” es mucho más sólido porque alcanza casi los 300 mil millones de dólares, si se suman la línea swap que le extiende la Reserva Federal de EU a México por 30 mil millones de dólares y la Línea de Crédito Flexible del Fondo Monetario Internacional por 35 mil millones de dólares.
Tal escudo financiero se ha venido forjando desde hace muchos años, con la autonomía del Banco de México, establecida por los gobiernos tecnocráticos o neoliberales.
Además, México cuenta con un profundo mercado cambiario que opera con un régimen de libre flotación, instaurado también durante los gobiernos neoliberales y vigente hasta hoy.
En virtud de este mercado cambiario que opera en función de la libre oferta y demanda es que la economía mexicana ha podido resistir de mejor manera a las crisis financieras internacionales desde el sexenio zedillista.
También sabemos que la economía mexicana, durante el actual sexenio mantuvo la misma disciplina fiscal de los gobiernos neoliberales, hasta el quinto año.
En el sexto el déficit se elevó al 6% y representa una de las preocupaciones de los mercados.
Otra preocupación es el denominado Plan C que incluye reformas constitucionales que impactarían negativamente la confianza de inversionistas y empresas.
La volatilidad que vino de fuera, en los últimos días, depreció al peso y prácticamente borró la apreciación que había logrado en el sexenio.
Falta ver si el contexto internacional se agrava o no. Y falta ver si en el ámbito local las reformas que se aprueben generan aversión al riesgo en los mercados
El mes que corre y el que sigue, serán definitorios en este último sentido.
Falta ver si lo que se haga localmente, genera o no incertidumbre y volatilidad.
Ojalá que el pronóstico presidencial de que no habrá devaluación se haga realidad. Sobre todo, que no haya una devaluación brusca. Un anhelo adicional es que no se registre una crisis económica, en los siguientes años.
Al tiempo.