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Opinión

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Sorpresas

Tres sorpresas, con un claro impacto negativo en las finanzas públicas en un contexto con muy poco margen de maniobra.

En el discurso de toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador no hubo prácticamente ninguna sorpresa. Se puede afirmar que fue la reiteración de todo lo que dijo durante la campaña como mantener el equilibrio macroeconómico con finanzas públicas no deficitarias y respeto a la autonomía del Banco de México. Se refirió a los diferentes programas de gasto que continuamente había mencionado como las becas para estudiantes, el programa de aprendices, duplicar la pensión de adultos mayores, crear 100 universidades, iniciar la construcción de las grandes obras de infraestructura (la nueva refinería y la modernización de las existentes, el tren maya, el ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, la modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos y el aeropuerto de Santa Lucía), etcétera.

Se comprometió a respetar los contratos ya firmados en materia de hidrocarburos, pero dio por muerta la continuación de la reforma energética y señaló la modernización de viejas plantas generadoras de electricidad y confirmó su intención de seguir con la descentralización de las oficinas de diversas dependencias federales. Créditos a la palabra, precios de garantía, subsidios a la canasta básica y más, muchos más. Muchos programas, muchos de ellos sin sentido y otros que tienen dudosa rentabilidad social, pero que implican en conjunto varios miles de millones de pesos.

Tal vez la única sorpresa durante el discurso fue lo relativo a la reducción de impuestos (IVA e ISR) en la franja fronteriza con Estados Unidos. Aunque él lo mencionó como promesa de campaña, la semana pasada legisladores de Morena, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, señalaron que para el próximo año esto no era posible por el sacrificio de ingresos tributarios que significaría. Y es aquí en donde está la sorpresa. ¿Habrá sabido Carlos Urzúa que el presidente lo iba a mencionar en su discurso o también él resultó sorprendido? Si lo que dijo AMLO se hace y sí fue una sorpresa tal que no estaba considerada, la pérdida estimada de ingresos para el próximo año es de aproximadamente 120,000 millones de pesos, lo que abriría un enorme boquete en las finanzas públicas y pondría en duda la viabilidad de la promesa de no incurrir en un déficit fiscal o se tendría que replantear el proyecto del Presupuesto de Egresos para ajustarlo a los menores ingresos y decidir cuáles de todos los programas se reducen o cancelan.

Otra sorpresa se dio el sábado mismo, cuando Trump anunció que cancelaría el TLCAN, señalando que era decisión del Congreso estadounidense aprobar el nuevo tratado o quedarse sin nada. Este anuncio, hecho con el objetivo de presionar a los demócratas en la Cámara de Representantes, algunos de los cuales han mostrado reticencia a aprobarlo, obviamente mete ruido. ¿Cual será el impacto de este anuncio sobre el tipo de cambio y las tasas de interés sobre la deuda pública y, en consecuencia, sobre las finanzas públicas al encarecer su servicio?

Una tercera sorpresa fue cuando el gobierno anunció que continuarían las obras del nuevo aeropuerto y que haría una oferta de recompra de bonos por un monto de 1,800 millones de dólares para evitar el default en el que se caería automáticamente en caso de cancelar la obra. Esto implicaría, en caso de ser aceptada por los tenedores de bonos, un desembolso de entre 32 y 36,000 millones de pesos.

Tres sorpresas, con un claro impacto negativo sobre las finanzas públicas en un contexto de una restricción presupuestal de por sí dura y con muy poco margen de maniobra. El 15 de diciembre sabremos.

ikatz@eleconomista.com.mx

Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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