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Opinión

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Taylor Hawkins y Genesis: dos despedidas en el rock and roll

Taylor Hawkins murió a la edad de 50 años. Foto: AFP

Taylor Hawkins murió a la edad de 50 años. Foto: AFP

La luz musical de Taylor Hawkins se extinguió repentinamente el viernes 25 de marzo. Tan solo unos días antes los Foo Fighters habían hecho una escala en la Ciudad de México, en lo que parecía un concierto más entre muchos de una de las últimas megabandas de rock de estadio.

El momento cumbre de aquella noche fue cuando Hawkins cambió de rol y se convirtió, por unos minutos, en el líder de los Foo Fighters. El acto parece espontáneo pero es un acto repetido y muy ensayado. Hawkins siempre tuvo el reto de ser el baterista de otro “legendario” baterista: Dave Grohl. El estatus de baterista de Nirvana siempre estará en el espectro de Grohl antes que otra etiqueta. En ese lapso, Taylor Hawkins deja de ser el fanático de Roger Taylor para convertirse en el discípulo de Freddie Mercury y le ofrece al público una estupenda versión de “Somebody to Love” con la mejor banda de acompañamiento: Chris Shiflett y Pat Smear en las guitarras, Nate Mendel en el bajo, Rami Jaffee en los teclados y Grohl en la batería.

Taylor Hawkins era un devoto del rock clásico de los setenta y profesaba su amor por Roger Taylor de Queen, Stewart Copeland de The Police, Neil Peart de Rush y Phil Collins de Genesis. Y como todo buen baterista, siempre trabajaba para la melodía, respondiendo a la rítmica de la guitarra de Dave Grohl.

Cuando se ponía al frente del micrófono, Hawkins se transformaba en el crooner de un bar de karaoke. Una parte era un verdadero tributo al artista y la otra consistía en esa caricatura de una estrella de rock con un poco de humor, un chiste casi privado, pero siempre bien intencionado. Hawkins grabó siete álbumes con Foo Fighters y fue miembro de la banda desde que entró a ella como reemplazo de William Goldsmith en 1997.

En su libro de memorias The Storyteller publicado en 2021 Grohl lo describe como un tornado de magnitud 5 de alegría hiperactiva. “Tras nuestro primer encuentro, nuestro vínculo fue inmediato, y nos hicimos más cercanos con cada día, cada canción y cada nota que tocamos juntos”. La muerte de Hawkins interrumpió la gira de la banda por Sudamérica y obligó a cancelar el resto de sus presentaciones que estaban previstas para este año.

Del otro lado del océano, Genesis dio su último concierto en Londres el sábado 26 de marzo. En su actual alineación de Mike Rutherford, Tony Banks, Phill Collins, con músicos de acompañamiento, el trío de septuagenarios británicos dijo adiós de los escenarios. “Después de esta noche tendremos que conseguir trabajos fijos”, bromeó Collins al público que incluyó al exvocalista Peter Gabriel, quien estuvo al frente de la banda desde su fundación en la Charterhouse School en 1967 y hasta 1975.

Cuando Gabriel dejó la banda, y tras una serie de audiciones fallidas, Collins dejó el asiento del baterista para convertirse en el cantante principal de Genesis.

En años recientes Phil Collins ha enfrentado una serie de problemas de salud que le impiden tocar la batería y hasta permanecer de pie mientras canta. A diferencia de su discípulo cuya vida musical se apagó antes de tiempo, Collins y compañía son parte de una generación de músicos que seguirá tocando hasta que les sea físicamente imposible hacerlo predicando el evangelio según Pete Townshend.

Así como Neil Young se cuestionaba si era mejor extinguirse repentinamente o desaparecer lentamente, la partida de Taylor Hawkins y el fin de Genesis nos recuerdan que todo en la vida termina y que las bandas de rock son tan efímeras como la propia existencia humana. Foo Fighters se ganó un lugar en el panteón del rock, en ese club que antes estaba reservado sólo para los nombres grandes.

Así que la próxima vez que quieran ir a ver una banda, háganlo y no lo piensen dos veces, en una de esas es la última vez que los pueden ver.

antonio.becerril@eleconomista.mx

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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